400 vidas, 400 muertes
Con la de Johnny Ray Conner, Texas consumará mañana cuatro centenares de ejecuciones desde 1982
El jueves a la una de la madrugada de España (seis de la tarde del miércoles en Houston), una inyección letal envenenará hasta la muerte a Johnny Ray Conner. En 1998 asesinó al dueño de una tienda de alimentación durante un atraco. Si el Tribunal Supremo no lo impide en el último momento, será el ejecutado número 400 en Texas desde 1982 (año que en se reintrodujo la pena capital en ese Estado).
El corredor de la muerte de Texas es el más temido de las penitenciarías estadounidenses. En ese Estado se ha consumado un tercio de las más de mil ejecuciones aplicadas por Estados Unidos desde que el Supremo reintrodujera la pena capital en 1976, según datos del Centro de Información sobre la Pena de Muerte, con sede en Washington.
El actual presidente del país, George W. Bush, fue en su etapa como gobernador de Texas uno de los más proclives a la aplicación de esta medida: presidió más de 152 ejecuciones durante sus seis años de mandato. Matar a condenados por asesinato es una lanzadera política en Estados Unidos y pocos son los políticos que osan censurar esta medida en público.
Tampoco el actual gobernador, Rick Perry, ha dado su brazo a torcer. La Unión Europea le pidió ayer que no consumara la medida, recordando que los estudios muestran que ésta no frena la criminalidad. Perry ha venido a contestar que Europa debe meterse en sus propios asuntos. El portavoz del Gobernador, en un arrebato de patriotismo, ha aludido incluso a la guerra de Independencia de Estados Unidos hace más de 200 años para rechazar el ruego de la UE, informa el Houston Chronicle.
"No tengo últimas palabras. Estoy listo"
El departamento de Justicia de Texas ofrece completa información en Internet (http://www.tdcj.state.tx.us/stat/deathrow.htm) sobre el corredor de la muerte, estadísticas sobre sexo y origen étnico de los reos, sus fichas policiales y un archivo de sus últimas palabras antes de morir.
"Sed fuertes" fue lo último que pronunció Charlie Brooks en 1982, el primer ejecutado desde la reintroducción de la pena. "No tengo últimas palabras. Estoy listo", dijo Kenneth A. Brock, ejecutado en 1986. El hispano Lionell Rodríguez, que el pasado 20 de junio fue ejecutado, dirigió a su familia y todos los presentes sus últimas palabras: "No merecéis el tener que ver esto".
Esta página web informa, además, de cómo llegar al complejo de las ejecuciones y de cómo ir vestido y comportarse durante esos momentos: nada de tabaco, revistas, pantalones cortos y tampoco camisetas con imágenes o lemas "que puedan considerarse soeces u ofensivos para las convenciones públicas usuales".
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