Queridos lectores y amigos
Empecé el 21 de abril este ejercicio de escritura diaria, con apenas una interrupción una vez a la semana. Con la de hoy son 94 las entradas que he ido escribiendo, en algunos casos comentando o extendiéndome respecto a la columna semanal que publico en las páginas de información internacional de El País. Me proponía realizar, gracias a la compañía y a la benevolencia de los lectores, un ejercicio de exploración del mundo digital desde la mentalidad y los hábitos de un periodista que ha trabajado toda su vida en el papel. No es todavía el momento de sacar conclusiones, pero puedo decir que he aprendido muchísimo sobre el nuevo medio, sobre las apetencias y gustos de los lectores y sobre mí mismo, naturalmente. También he empezado a hilvanar algunas ideas sobre el futuro del periodismo y el periodismo del futuro, que en algún momento habrá que poner en orden.
Ahora voy a hacer un receso mensual hasta septiembre, que no quiere ser completo. Este blog lleva una cabecera que utilizó hace más de 30 años Manuel Vázquez Montalbán, en la época en que yo empecé precisamente a trabajar y en el mismo diario donde me contrataron, primero como estudiante en prácticas y después como redactor. A partir de estas circunstancias se me ha ocurrido ofrecer a los lectores de elpais.com, durante el mes de agosto, una selección de aquellos artículos escritos entre 1973 y 1974 bajo la misma rúbrica ‘Del alfiler al elefante’, evidentemente después de pedir el permiso a su viuda, Anna Sallés.
Puede ser que alguno de estos artículos haya sido reproducido en algún libro o medio, pero la mayoría no han sido publicados de nuevo después de su aparición en Tele/eXpres. Debo decir que todas las colaboraciones suyas en aquel vespertino merecerían una recuperación en forma de libro. Hay algunas que son comentarios muy atados a una actualidad que ha ido desvaneciendo, pero la gran mayoría lanza dardos precisos hacia el presente. A la espera de que alguien se anime, el lector podrá como mínimo disponer de una rápida selección de 31 artículos de aquellos años decisivos, que terminaron bruscamente, en septiembre de 1974, después de que el ‘caso Watergate’ llevara a la dimisión del presidente Nixon: MVM tuvo que dejar sus columnas en el vespertino, pues no gustaban al propietario y mucho menos a las autoridades franquistas de la época.
Las columnas se defienden muy bien solas, por lo que intentaré evitar mis comentarios, aunque sé que de vez en cuando no podré evitarlo. Cabe notar que hay artículos que no se pueden entender hoy en día si no se tiene en cuenta el contexto en que se escribían y aparecían, de un país donde no había libertades y en el que los periodistas debían hacer esfuerzos titánicos para ensanchar los pocos márgenes de expresión que existían y para hacerse leer entre líneas, como se decía entonces. Ya dije en la presentación que este homenaje a MVM no debe entenderse como una cuestión de estricta identificación ideológica. Puede haberla y la hay en muchas cosas, pero lo que cunde sobre todo es una admiración y una identificación profesionales, que tienen algo de generacional. MVM era un periodista de izquierdas, pero ante todo era periodista y un periodista muy bueno, bien informado, trabajador incansable y veloz, lleno de sagacidad y perspicacia, y con un instrumento comunicativo eficaz y de calidad, en el que se notaba su gusto y su mano de poeta. Las columnas que iré reproduciendo, ya lo verá el lector, son excelentes, o así me lo parecen a mí. Espero que los lectores también las aprecien y les sea útil el experimento.
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