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Reportaje:

Colombia o el drama del caos

Más de 8.000 campesinos del departamento de Nariño deambulan desde hace dos semanas en una huida desesperada del combate que libra el Ejército contra la guerrilla y los 'narcos'

A la tragedia de los enfrentamientos que vive Colombia entre militares, guerrilleros, paramilitares y narcotraficantes se suman otras muchas individuales que afectan a miles de familias. Es el caso de los desplazados de sus tierras y hogares. Desde hace dos semanas, más de 8.000 campesinos, la mayoría de comunidades negras, han salido corriendo del área rural del El Charco, una pequeña población del Pacífico colombiano, al suroeste del país, en el departamento de Nariño, huyendo de los combates entre el Ejército y los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

"Esto es un caos. Tememos que llegue la malaria, porque hay mucho zancudo; la mayoría de los desplazados están durmiendo en el piso?", cuenta una habitante de este pequeño municipio. "Los desplazados han llegado por el monte, por quebradas y ríos; no se comprende por dónde?".

"Nos metimos unos días en el monte y luego nos vinimos acá, para el pueblo", cuenta una mujer que, como todos, tuvo que abandonar su tierra y sus animales.

Los militares llegaron a finales de marzo con la idea de asegurar una zona donde hay guerrilla y coca y donde también están naciendo nuevos grupos paramilitares. No está claro si detrás del desplazamiento hay presión de la guerrilla.

La del Pacífico es una de las regiones más abandonadas y pobres de Colombia y, por su valor estratégico, una de las más codiciadas por narcotraficantes y grupos armados.

Por esta franja de territorio selvático, cruzada por cientos de ríos y encajonada entre el océano Pacífico y la cordillera occidental, sale cocaína y entran armas.

Aunque no es el único escenario de tragedias personales. El éxodo gigantesco de los campesinos de El Charco se produce en medio de una oleada de desplazamientos masivos en distintos puntos del país; en los primeros meses de este año, 15.000 personas se han visto forzadas a abandonar sus viviendas. Lo paradójico es que varias organizaciones, encabezadas por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), han declarado a 2007 como el Año de los Desplazados.

"Estamos regresando a lo ocurrido hace 10 años, cuando se vivió la peor crisis humanitaria", advierte Jorge Rojas de Codhes, una ONG que estudia un drama generado en medio del interminable conflicto que vive Colombia.

Para él, varios factores confluyen para que se repita esta dolorosa historia: la ofensiva del Ejército contra la guerrilla, sin tomar precauciones para proteger a la población civil ?hay denuncias de abusos en El Charco?, y la presencia de grupos paramilitares,ya sean nuevos o de los que jamás se desmovilizaron.

"Nariño [uno de los departamentos de mayor tradición minifundista en el país] es hoy un laboratorio de guerra", dice Rojas. La situación que se vive allí es con diferencia la más grave de Colombia. Además del Charco, hay desplazamientos en otros municipios. En unos, por las fumigaciones de cultivos de coca; en otros, por el terror generado por grupos armados al servicio de un poderoso cartel de la droga, enfrentados entre sí y aliados unos con la guerrilla y otros con nuevos grupos paramilitares, y en otros más por la disputa entre las FARC y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), las dos guerrillas más antiguas del país.

La crisis es tan grande que, como dice la secretaria del Gobierno regional María Inés Vaca, ha desbordado ya la capacidad de respuesta oficial. En El Charco se han improvisado ocho albergues, donde los desplazados viven hacinados y duermen en colchonetas y en el suelo. Sólo piden que cese la operación militar para poder regresar a sus casas. "Uno quiere volver a sus tierras, en la casa se encuentra mejor. ¿Pero cómo volver si no tiene garantía de seguridad?", se pregunta una desplazada.

Los campesinos piden también planes alternativos para dejar los cultivos de coca . "Si no les dan alternativas, ¿de qué van a vivir? Desde el año 2000 se vive de este cultivo", dice una líder local.

Desde febrero pasado la zona, ha sido fumigada en seis ocasiones; el glifosato ha afectado a los cultivos de todo tipo y contaminado los tanques donde se recoge el agua lluvia para beber. "La coca sólo ha dejado en Nariño muerte, miseria y destrucción", dice con desconsuelo la secretaria de Gobierno. En la frontera que este departamento comparte con Ecuador hay 70.000 hectáreas de hoja de coca; el año pasado se fumigaron 60.000, pero, como todo el mundo sabe, tres meses después de la lluvia de glifosato, el arbusto color verde esmeralda de lo que algunos consideran la planta prohivbida ha vuelto a retoñar.

Un bebé refugiado duerme en el suelo junto a un cartel en el que los desplazados piden ayuda, en una foto de archivo.
Un bebé refugiado duerme en el suelo junto a un cartel en el que los desplazados piden ayuda, en una foto de archivo.AP

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