El prefecto popular de Cochabamba se repliega tras la desautorización de Morales
El presidente de Bolivia sugiere un referéndum revocatorio del gobernador constitucional
En la plaza de armas, centro de la actividad política de la ciudad boliviana de Cochabamba, se percibe la incertidumbre: el autodenominado “prefecto popular” ha decidido replegarse a sus bases, tras el rechazo hecho público por el Gobierno central, presidido por Evo Morales, de la Administración paralela creada el martes.
Entretanto, el gobernador constitucional del departamento (provincia), Manfred Reyes Villa, que ya ha regresado a la ciudad tras permanecer dos semanas en Santa Cruz, ha delegado sus funciones en el secretario del Gobierno regional, Johnny Ferrel.
El ex miembro del Ejército Guerrillero Tupaj Katari (EGTK) Tiburcio Herrada, que el lunes fue proclamado “prefecto popular” por un grupo radical al término de una concentración de los llamados movimientos sociales, decidió dejar la plaza de armas y replegarse a sus bases, algo dolido por la decisión del Gobierno de Morales de condenar su nombramiento y, en su lugar, proponer un referéndum revocatorio de las autoridades. En declaraciones a Radio Bethel de Cochabamba, Herrada dijo que el Gobierno transitorio no era broma y que las bases se mantendrán alerta y “atentas, porque, si no hacen bien las cosas, las bases llamarán a sus líderes y tendremos que hacer lo que se deba hacer”.
El dirigente cocalero Julio Salazar confirmó también de que los productores de coca se replegarán, decepcionados por el desenlace de las acciones, pero “se mantiene el estado de emergencia y no se levanta el pedido de la renuncia”, en declaraciones a la televisión local.
Reyes Villa, que visitó a los heridos por los enfrentamientos de ambos bandos, destacó ayer la importancia de esclarecer las circunstancias en que se desataron los enfrentamientos y sancionar a los responsables. Antes, había declarado su intención de denunciar ante el mundo que Bolivia “no es una taza de leche, porque tenemos un presidente que quiere imponer una dictadura sindical”.
Cochabamba ha sido escenario de violentos enfrentamientos entre los partidarios del prefecto y grupos de cocaleros y pobladores rurales, seguidores del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS), que exigen la renuncia del prefecto del departamento por una supuesta traición a los movimientos sociales que rechazan cualquier gesto autonómico en lo que se considera el bastión político del presidente Morales.
Como reflejo de lo que ocurre en Cochabamba, en la plaza de armas de la ciudad pueden verse corrillos de una y otra tendencia. En el mismo centro se ha instalado un improvisado panel informativo con consignas contra quienes tienen la piel blanca, contra los cambas (bolivianos oriundos de la zona oriental) y “los hijitos de papá”, además de condenas contra la presunta parcialidad de la prensa con las clases pudientes.
En uno de los corrillos se especulaba sobre el futuro que les espera a las oligarquías y los latifundistas. En otro, de jubilados, se lamentaba la actitud miedosa del prefecto Reyes Villa, que no ha retomado sus funciones a pesar de las garantías ofrecidas por el Gobierno de La Paz. Más allá, un tercer grupo auguraba que Cochabamba será el escenario de la inconclusa lucha por la hegemonía del poder político y el control del económico.
En el techo, paredes y portón del acceso principal a la prefectura ?ahora custodiado por agentes antidisturbios? aún pueden verse los estragos causados por el fuego que desataron los manifestantes la semana pasada. En las esquinas todavía permanecen mujeres del depauperado norte potosino sentadas en el suelo y con la mano extendida. Y de vez en cuando pasan vecinas frente a la prefectura mientras se lamentan de la barbarie de la violencia.
Más allá, se escuchan relatos del horror que vivieron los ciudadanos, testigos obligados de los enfrentamientos con palos de golf, mazos, machetes, armas de fuego y puñetazos.
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