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Un informe argentino alerta del riesgo de guerra civil en Bolivia y su coste en refugiados

El Gobierno llama al pueblo a empuñar las armas para defender al presidente Morales

Un informe argentino sobre la probabilidad de una guerra civil en Bolivia y la intempestiva convocatoria presidencial a empuñar las armas para defender al jefe del Ejecutivo, Evo Morales, y su decreto de nacionalización de los hidrocarburos han sacudido a la oposición y a la ciudadanía, asediada en los últimos días por bloqueos y otras protestas en todo el país. El estudio calcula en un millón de personas el flujo de refugiados bolivianos que pueden llegar a territorio argentino, con un coste de entre 440 y 730 millones de dólares anuales para el Estado del país vecino.

El Cronista Comercial de Buenos Aires atribuye a la agencia DyN la información sobre un documento de trabajo elevado a la cancillería argentina que señala "una probabilidad de ocurrencia del 56% de una guerra civil en Bolivia". La preocupación generada por este informe fue en aumento ante la inusual convocatoria formulada por el presidente interino, Álvaro García Linera [Evo Morales ha viajado a Nueva York para participar en la Asamblea General de la ONU], que pidió empuñar las armas para defender al Gobierno revolucionario, durante una concentración indígena en la provincia de Omasuyos; tras las palabras de García Linera, los dirigentes campesinos informaron de su intención de enviar a grupos de pobladores de esa región para derrocar a la oligarquía de Santa Cruz.

García Linera viajó el miércoles a Warisata, un poblado donde se estableció el primer centro rural de formación de maestros en la primera mitad del siglo XX, para rendir homenaje a los caídos en el año 2003 en lo que fue el detonante para el derrocamiento del entonces presidente, Gonzalo Sánchez de Lozada. Allí, García Linera recordó sus tiempos como militante del Ejército Guerrillero Tupac Katari, en los que recorrió esa provincia donde, dijo, aprendió a amar y a matar.

"Conozco cada hueco donde se esconden las vizcachas en todos estos cerros; caminábamos con un poncho rojo y debajo del poncho llevábamos un fal marca de fusil], con pito harina de granos andinos], quispiña (pan de quinua) y tostado semanas y semanas, meses y meses aprendiendo, enseñando", dijo García Linera ante un numeroso auditorio de pobladores aymaras.

"Aquí he aprendido a cocinar, a batallar; aquí he aprendido a amar y aquí también hemos aprendido a matar por defensa de la patria, por defensa de los recursos naturales", dijo, aun cuando hasta ahora se le consideraba el teórico del movimiento guerrillero que fue estrangulado tras sus primeras acciones.

"Y que oigan algunas petroleras que han saqueado este país, que oigan algunos especuladores, algunos políticos criminales, que oigan: Omasuyos está de pie. Omasuyos es la patria y defenderá con su pecho, con su mano, con la piedra, con la curawa [honda indígena], con el máuser [fúsil que fue utilizado en la guerra de Indochina], defenderá esta revolución, estos cambios y este Gobierno revolucionario".

Más adelante instó a los indígenas a seguir peleando y movilizándose para garantizar la nacionalización, la distribución de tierras y los cambios históricos de un Estado liderado por los indígenas y les pidió mantenerse atentos para que, en caso de una convocatoria del Gobierno, "inmediatamente responder como guerrilleros de la liberación indígena".

Las declaraciones de García Linera se produjeron en una jornada, la del miércoles, particularmente crítica, una vez que en el oriente las organizaciones indígenas, dirigidas por militantes del gobernante Movimiento Al Socialismo (MAS), habían comenzado el llamado "cerco a Santa Cruz" para sabotear la feria internacional organizada anualmente por los empresarios de la región, no solamente para exponer los avances de la ganadería y la agricultura, sino de las fábricas de todo el país.El cerco, que fue levantado a instancias del Gobierno, tenía el propósito de obligar al Comité Cívico y al prefecto (gobernador) a no intervenir en asuntos de la Asamblea Constituyente y a no insistir en el respeto a la votación de dos tercios que señala la ley. Asimismo, era una expresión de protesta contra la discriminación racista, pues los organizadores no invitaron, por primera vez desde que se iniciaron las ferias, al presidente del Gobierno.

Un segundo bloqueo, en el occidente, no pudo levantarse ante la intransigencia de los cooperativistas mineros, que exigían negociar con García Linera.

El cierre de carreteras tanto en el oriente como el occidente del país paralizó el tráfico en todo el territorio.

García Linera (izquierda) saluda a los indígenas en Warisata.
García Linera (izquierda) saluda a los indígenas en Warisata.AP

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