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Una nueva rebelión en una penitenciaría brasileña deja al menos dos muertos

Entre los rehenes liberados se encontraban 214 mujeres y 50 niños familiares de los presos

Los presos amotinados en una penitenciaría de máxima seguridad de Viana, vecina a Vitória, capital del Estado brasileño de Espírito Santo — unos 500 kilómetros al norte de Río de Janeiro—, liberaron ayer por la tarde (horal local) a los rehenes que mantenían desde el sábado pasado, poniendo fin a una rebelión violenta que ha dejado al menos dos muertos, uno de ellos decapitado. A pesar de que el motín ha concluido, aún se desconoce el número exacto de rehenes. Sí se sabe, en cambio, que entre ellos había 214 mujeres y 50 niños, todos familiares de los 771 presos. Una vez más, la causa de la rebelión fue el traslado de los jefes de bandas de narcotraficantes a otras cárceles.

La policía no divulgó el número de agentes penitenciarios que fueron mantenidos como rehenes. Confirmó, sin embargo, que uno de ellos permaneció por lo menos 24 horas atado a una bombona de butano, que los amotinados amenazaban con hacer explotar en cualquier momento.

La causa de la rebelión ha sido, una vez más, el traslado de jefes de bandas del narcotráfico a otras cárceles. En los últimos días, Espírito Santo registró al menos otros dos motines, todos con alto grado de violencia. En Vila Velha, los presos mantuvieron durante cinco días una rebelión que dejó un muerto y mantuvo al menos a cuatro religiosos como rehenes. El otro motín ocurrió en Linhares, a unos 140 kilómetros de la capital del Estado. Uno de los presos fue arrojado desde la azotea de la cárcel local, pero sobrevivió. Una vez más, los rehenes eran familiares de los propios detenidos. En los últimos 10 días, además, se registraron motines en ocho cárceles del Estado de São Paulo, uno en el Estado de Rondonia —en la región amazónica— y otros dos en el interior del Estado de Paraná —al sur de Brasil—, además de las tres rebeliones de Espírito Santo.

Las autoridades insisten en que ninguna de las demandas de los amotinados ha sido atendida. Pero al mismo tiempo admiten que en cualquier momento se pueden registrar nuevos brotes subversivos con acciones violentas. Sin embargo, reconocen que es prácticamente imposible, por carecer de un sistema efectivo de inteligencia e información, impedir la explosión de motines simultáneos.

El sistema carcelario brasileño padece los mismos males a lo largo de todo el país. Entre ellos, el principal es el exceso de población: en el cárcel de Vila Velha, por ejemplo, hay espacio para 270 presos, pero había 741 cuando se inició el motín de la semana pasada; en la penitenciaria Oso Viejo, de Rondonia, donde en 2002 una rebelión acabó con la vida de 27 rehenes de una de las bandas implicadas, muchos de los cuales fueron decapitados y descuartizados delante de las cámaras de televisión, conviven 1.100 presos, en su mayoría considerados altamente peligrosos, en un edificio proyectado para atender a la mitad de los reclusos.

La corrupción se dispara

Otro aspecto común a todo el sistema carcelario de Brasil es la corrupción incontenible, que permite que jefes de pandillas y de grupos que controlan el narcotráfico sigan ejerciendo su liderazgo desde prisiones supuestamente de máxima seguridad. En Río de Janeiro, la tasa (soborno) cobrada por agentes penitenciarios para la introducción y el mantenimiento de teléfonos móviles en las cárceles oscila alrededor de los 200 euros. En São Paulo es un poco más caro: 300 euros por introducirlos y 50 mensuales para que no sean confiscados. Hay una tabla de precios para drogas, entrada de prostitutas y seguridad especial.

Este sistema permitió el fortalecimiento en São Paulo de una fuerte y sofisticada red —el Primer Comando de la Capital (PCC)— que se impuso por todos los presidios y provocó una ola de atentados el pasado mes de mayo con un número superior a 400 muertos en las calles de la mayor ciudad suramericana en cuatro días.

Los asesinatos y las rebeliones simultáneas en más de ocho cárceles sólo cesaron cuando el jefe máximo del PCC, que supuestamente se encuentra en situación de aislamiento total, ordenó por teléfono móvil el repliegue.

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