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La Casa Blanca se niega a aclarar si Bush apoyó la filtración de datos sobre Irak

"No vamos a hacer comentarios mientras (la investigación) siga abierta", asegura el portavoz presidencial, Scott McClellan

La Casa Blanca se ha negado a aclarar si el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, filtró información secreta sobre Irak, como han señalado unos documentos judiciales recién publicados. "No vamos a hacer comentarios mientras (la investigación) siga abierta", ha repetido una y otra vez el portavoz presidencial, Scott McClellan.

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Lo que sí ha dejado claro McClellan ha sido que Bush tiene el poder de desclasificar documentos confidenciales. McClellan aseguró, el 18 de julio de 2003, que ese mismo día se había "levantado el secreto oficial" sobre partes de un documento secreto llamado Evaluación Nacional de Inteligencia (NIE), el cual decía que "Irak intentaba de forma activa conseguir uranio". De ser así, esa información era todavía "confidencial" el 8 de julio, el día en que el entonces alto funcionario de la Casa Blanca Lewis Scooter Libby supuestamente filtró, con el apoyo de Bush, datos secretos.

A falta de la versión oficial, no está claro si lo que se divulgó el 8 y el 18 de julio es lo mismo o cosas distintas. Las declaraciones de Libby que contienen los documentos judiciales llevan a pensar que se trata de datos diferentes, ya que, de lo contrario, no tendría sentido su asombro ante la petición de sus superiores de que destapase información confidencial.

La oposición demócrata

La última entrega del conocido como caso Plame ha servido de munición a la oposición demócrata, que acusa a Bush de hipocresía por no predicar con el ejemplo en lo que a filtraciones se refiere. El presidente estadounidense ha criticado por activa y pasiva a los que divulgan información secreta. Los demócratas de EE UU consideran que los documentos recién publicados demuestran que Bush recurre a las filtraciones cuando favorecen su causa, algo que ha negado McClellan. Según el portavoz oficial, el presidente nunca divulgaría información secreta que ponga en peligro la seguridad nacional. Cuando Bush opta por esa vía es porque considera, según McClellan, que el hacerlo es en interés del público.

Ese habría sido el motivo que llevó a hacer públicas partes del NIE en el año 2003, una medida que buscaba demostrar que la Casa Blanca no habría mentido, ni manipulado intencionadamente, la información de inteligencia que precedió a la guerra en Irak. "Fue un juicio colectivo de la comunidad de inteligencia", ha insistido McClellan. Los documentos judiciales divulgados el jueves complican todavía más la vida a un presidente cuya popularidad no deja de marcar nuevos mínimos en las encuestas. Según esos documentos, Bush autorizó personalmente que Libby, cuando era jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney, divulgase información confidencial sobre los presuntos intentos de Irak de establecer un programa nuclear.

Joseph Wilson

Con esa decisión, que el propio Libby ha descrito como algo "muy excepcional", la Casa Blanca buscaría desacreditar a uno de sus críticos, el ex diplomático Joseph Wilson. Wilson publicó en julio de 2003, poco antes de que Libby filtrase la información secreta, un artículo en el diario The New York Times en el que acusaba a la Casa Blanca de manipular la información para justificar la guerra en Irak. Wilson viajó a Níger por encargo de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) en 2002 para comprobar si ese país africano había vendido uranio, como algunos temían, al régimen del dictador iraquí Sadam Husein. A su regreso concluyó que tales temores eran infundados. Aun así, Bush aseguró en su discurso sobre el Estado de la Unión en enero de 2003, dos meses antes de la invasión de Irak, que Sadam Husein había intentado adquirir material atómico en Africa.

Wilson está casado con Valerie Plame, cuyo nombre apareció publicado en la prensa en julio de 2003, en lo que supuestamente habría sido una venganza de la Casa Blanca contra su esposo. La filtración de su nombre desató una investigación judicial que culminó con la acusación y dimisión de Libby. Divulgar a sabiendas el nombre de un espía es considerado un delito en Estados Unidos. Los documentos no dicen que Bush o Cheney pidiesen a Libby que descubriese la identidad de Plame.

El portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, responde a las preguntas sobre el <i>caso Plame</i>.
El portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, responde a las preguntas sobre el caso Plame.AP

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