Los chiíes responden al ataque a uno de sus templos con la quema de mezquitas suníes
Hombres vestidos de policía asesinan a 11 presos suníes en la cárcel de Basora
Un atentado con bomba contra uno de los templos más importantes de los chiíes ha desatado una ola de indignación entre la comunidad religiosa mayoritaria en Irak, que ha culpado del ataque a la minoría suní. El llamamiento a la calma del máximo líder religioso chií, Alí al Sistani, no ha impedido la quema de 27 mezquitas suníes y la muerte de al menos 17 personas, entre ellas tres imanes suníes. El resto de fallecidos a consecuencia de esta ola de represalias son tres fieles de esa rama del islam y once presos suníes que cumplían pena en la cárcel de Basora acusados de delitos de terrorismo.
El último ataque contra la comunidad chií ha tenido lugar esta noche cuando un grupo de hombres vestidos con uniformes de policía han entrado en la cárcel de Basora y han ejecutado a once presos suníes encarcelados por su supuesta pertenencia a grupos insurgentes. Entre ellos se encontaban nueve hombres de nacionalidad iraquí y otros dos egipcios.
Un santuario con los imanes más importantes
Una fuerte explosión ha destruido esta mañana la cúpula dorada de uno de los santuarios más importantes de la comunidad chií en Samarra, a unos 125 kilómetros al norte de Bagdad. El atentando, que no ha causado víctimas, se ha producido en el interior del santuario del imán Alí Al-Hadi, uno de los doce imanes santos más importantes de la comunidad chií. Fuentes policiales han indicado que soldados estadounidenses e iraquíes han detenido a los guardias responsables de la protección del templo, mientras que las autoridades han abierto una investigación.
El atentado ha desatado la ira de la población, que se ha echado a la calle para condenar el ataque y corear consignas en contra del terrorismo, así como contra las tropas de EE UU y el Gobierno iraquí, a los que han acusado de no proteger los templos.
La máxima autoridad religiosa del chiísmo iraquí, el gran ayatolá Alí al Sistani, ha llamado a los iraquíes a protestar pacíficamente por el atentado y ha declarado siete días de luto. "Al Sistani insta al pueblo iraquí y a los musulmanes de todo el mundo a expresar de forma pacífica su protesta y a condenar este crimen", han señalado fuentes de la oficina del gran ayatolá. El primer ministro iraquí, Ibrahim al Yafari, también ha condenado el ataque, que ha calificado de "acción cobarde contra todos los musulmanes", y ha pedido a los iraquíes que se mantengan unidos contra los "terroristas".
El presidente del país, el kurdo Jalal Talabani, ha advertido de que acciones como ésta, perpetradas por extremistas, están empujando a Irak hacia el precipicio: "Estamos afrontando una gran conspiración contra la unidad iraquí", afirmó Talabani. "Todos deberíamos unirnos para prevenir el peligro de una guerra civil", ha proclamado.
Actos de venganza
Intereses chiíes son objeto casi constante de ataques, atribuidos por líderes políticos y religiosos de esa comunidad a grupos terroristas suníes. El último atentado contra chiíes fue cometido este martes en un barrio chií del sur de Bagdad, donde la explosión de un coche bomba segó la vida de más de 20 personas.
Esta vez, las reacciones no han tardado en llegar. Según ha informado el Partido Islámico Iraquí (PII), uno de los más importantes de los árabes suníes en Irak, al menos un total de 29 mezquitas (suníes) han sido incendiadas, atacadas y ocupadas. Además, tres clérigos suníes han sido asesinados. Uno de ellos, el jeque Jalil al-Dulaimi, entraba en la mezquita Al-Rashidi, del distrito bagdadí de Bub al-Sham, cuando recibió varios disparos que acabaron con su vida. Según fuentes del ministerio iraquí del Interior, han sido atacadas 15 mezquitas suníes en la ciudad de Bagdad, tres de ellas incendiadas, y las demás han sufrido desperfectos. A fin de evitar nuevos ataques contra las mezquitas suníes en la capital, las autoridades han intensificado la presencia de fuerzas del Ejército y de la policía en torno a ellas.
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