La policía británica eleva a 52 el número de muertos en los atentados
Los forenses indentifican a las primeras víctimas
La policía británica ha elevado a 52 el número de muertos en los atentados de Londres, mientras los forenses prosiguen las labores de identificación de los cadáveres rescatados de la red de metro y el autobús objeto de los ataques. La única víctima anunciada oficialmente ha sido Susan Levy, de 53 años y procedente de Hertfordshire, al norte de la capital. La segunda se llamaba Gladys Wundowa, de 50 años, que era limpiadora del University College de Londres, que hoy ha comunicado su fallecimiento. Mientras, el Parlamento se prepara para la primera comparecencia de Tony Blair, prevista para primera hora de esta tarde.
De los 52 fallecidos reconocidos oficialmente, 21 corresponden a la bomba que estalló en el metro de la línea de Piccadilly que circulaba entre las estaciones de King's Cross y Russell Square. Las fuerzas de seguridad aceptan que puede haber todavía otros muertos no contabilizados en este túnel, aunque se niegan a especular con ninguna cifra. Desde el principio han seguido la regla de dar sólo información completamente verificada, sin importarles que les acusen de lentitud, y seis horas después de los atentados la cifra oficial de víctimas mortales seguía siendo de dos personas cuando era evidente que los muertos eran muchos más.
"Los trabajos de rescate son una tarea concienzuda y metódica debido a las condiciones del lugar", explicó ayer el sargento Locker, que lleva 27 años de servicio y ha participado en tareas de rescate de su cuerpo policial en el tsunami que azotó el sureste asiático la pasada Navidad, en accidentes ferroviarios como el ocurrido entre las estaciones de Ladbroke Grove y Paddington en Londres, en 1999, o el de Selby (North Yorkshire), así como accidentes de aviones pequeños.
"Es un trabajo bastante peligroso. Tenemos que cumplir toda una serie de normas de seguridad. Es todo bastante surreal allá abajo", dice. Locker explicó que los equipos de rescate están formados por voluntarios que trabajan en parejas. Suelen estar unas dos horas trabajando y una hora descansando. Acceden al lugar del accidente a través de vagonetas motorizadas desde la estación de Russell Square, más conveniente que la de King's Cross, porque tiene ascensores por los que se transporta con más facilidad el material utilizado y se facilita también la evacuación de los cadáveres.
Los equipos de rescate van equipados con vestimenta especial: botas, guantes, trajes de turbex, máscaras y cascos. Deben protegerse sobre todo de la contaminación de asbestos y otras materias que flotan en el ambiente. Al salir han de pasar un metódico proceso de lavado y descontaminación. "La seguridad es una prioridad absoluta porque, de lo contrario, no podrían cumplir el objetivo de su tarea: recuperar los cadáveres y restos mortales con la mayor dignidad posible y hacer acopio de todas las pruebas forenses que hay en el lugar", explicó.
Identificadas dos víctimas
Susan Levy, madre de dos hijos, era residente en Cuffley, en Hertfordshire (sureste de Inglaterra), indicó la Policía. La mujer viajaba en un tren de la línea Piccadilly del metro cuando estalló una bomba en el primer vagón, en el túnel entre las estaciones de King's Cross y Russell Square. Su esposo, Harry, un taxista londinense, y su hijo James habían denunciado su desaparición a la Policía y habían emprendido una búsqueda por todos los hospitales de la capital para tratar de localizarla.
Gladys Wundowa empezaba su trabajo a las cinco de la mañana. Limpiaba en el University College, una de las universidades de la ciudad, que tiene su sede en Gower Street. Su marido la buscaba desde el jueves, sabía que el primer estallido ocurrió cuando Gladys todavía estaba en el trabajo, pero temía que hubiera tomado el autobús. En efecto, Gladys había tomado el número 30, seguramente por encontrar cerrado el metro.
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