Sharon promete a Abbas la devolución de dos ciudades cisjordanas si controla la violencia
Ambos lideres se reúnen en Jerusalén en el primer encuentro tras la cumbre de febrero en Egipto
El primer ministro israelí, Ariel Sharon, ha ofrecido al presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas, la entrega de dos ciudades palestinas en un plazo de dos semanas si su Gobierno controla la violencia, según han informado fuentes oficiales israelíes al término de la reunión que han mantenido esta tarde en Jerusalén. Se trata de las ciudades cisjordanas de Belén y Qalqilya. De momento, Israel no ha hecho valoraciones oficiales de la reunión, convocada para coordinar la retirada israelí de Gaza en menos de dos meses, pero el primer ministro palestino, Ahmed Qurei, ha señalado que ha sido "difícil" y que no ha cumplido las espectativas de la ANP. "En todos los asuntos básicos en los que esperábamos respuestas positivas, no las hubo", ha subrayado Qurei en Ramala.
El jefe del Gobierno israelí nunca permitió a Yasir Arafat pisar Jerusalén. Acusaba al ex presidente de incitar a la violencia en una ciudad que, según Sharon, será israelí "para la eternidad". Esta tarde, el primer ministro se ha reunido durante más de dos horas en la ciudad santa (santa para los judíos, pero también para cristianos y musulmanes) con Abbas (con el que ya mantuvo un encuentro en ese emplazamiento en 2003, cuando el ahora presidente era primer ministro palestino). De hecho, la cumbre ha tenido lugar en la residencia particular del dirigente israelí. La intención de Sharon era llegar a un acuerdo para asegurar que la retirada de la Franja de Gaza se produzca de forma pacífica.
Abbas llegó a Jerusalén (los palestinos aspiran a que la zona árabe, el este de la ciudad, tomada por Israel en 1967, sea la capital de su nuevo Estado) para recibir un encargo complicado de cumplir. El repliegue de las tropas israelíes y el abandono de las colonias en Gaza comenzará el 15 de agosto, pero desde la declaración de alto el fuego que siguió a la cumbre de Egipto de febrero, los encontronazos violentos no dejan de repetirse. Ayer, el Ejército israelí detuvo a 52 presuntos miembros de la organización radical Yihad Islámica, un gesto que demuestra su impaciencia ante lo que consideran escasos avances de Abbas en la lucha contra los sectores violentos de la sociedad palestina. Hoy, un avión israelí ha disparado tres misiles contra milicianos palestinos que lanzaban morteros en Gaza, sin que se hayan producido víctimas.
Acuerdo en torno a las 1.200 viviendas
Sharon quería asegurarse de que organizaciones terroristas como la Yihad o Hamás no intervengan durante la salida de los 8.000 colonos judíos de Gaza, que prevé ya de por sí complicada y tensa, y que en caso de que se produjeran ataques podría desembocar en un conflicto sangriento. Israelíes y palestinos han acordado destruir las 1.200 viviendas de los colonos (en su mayoría chalets) en los 21 asentamientos que serán evacuados en Gaza, según anunció el pasado lunes la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, tras entrevistarse con Sharon.
Israel no quería ver a los palestinos ocupar ANP no creía que estas viviendas fueran a servir para sus ciudadanos. El problema era que derribarlas (y sobre todo limpiar los cascotes) salía carísimo (4.000 millones de dólares, prácticamente el importe anual de la ayuda de Estados Unidos a Israel); según el acuerdo anunciado esta semana, los escombros servirán para sentar las bases del futuro puerto internacional de Gaza. El terreno que ocupaban esas casas servirá para construir las que alojarán a gran parte del millón y medio de habitantes de Gaza sin techo.
La reunión de hoy, la primera desde la cumbre de Sharm El Sheij, ha servido para cerrar los flecos de esta operación: finalmente, Israel se haga cargo del desmantelamiento de las 1.200 viviendas, la ANP evacuará los escombros, y la comunidad internacional financiará la operación. Sharon, además, quería asegurarse que los radicales no se aprovechen del vacío de poder que dejará la salida israelí. Por su parte, Abbas trata de arrancar más concesiones para asegurarse de que la retirada transcurra de forma pacífica. Además, Sharon se ha mostrado dispuesto a permitir el retorno a Cisjordania de algunos deportados y a estudiar la excarcelación de más prisioneros palestinos, todo ello a cambio de más esfuerzos para controlar a los extremistas.
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