"Auschwitz es el mayor cementerio del mundo. Los muertos están allí, en todas partes"
Líderes mundiales conmemoran en Cracovia el 60º aniversario de la liberación del campo de exterminio
Un silbido de tren ha resonado hoy de nuevo en las puertas del infierno, en la torreta de madera elevada sobre la empalizada del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. Por debajo entraban los vagones de mercancías cargados de seres humanos camino de la muerte. Supervivientes, libertadores y hasta medio centenar de mandatarios de todo el mundo se han reunido hoy en Cracovia, a pocos kilómetros del campo, para conmemorar los 60 años de su liberación.
El 27 de enero de 1945 el Ejército soviético traspasó las puertas de una de las principales fábricas de muerte ideadas y construidas por los nazis para llevar a cabo la Solución Final, el exterminio sistemático de una raza. Cerca de un millón y medio de hombres, mujeres y niños perdieron la vida dentro en las empalizadas enrejadas de Auschwitz. Los soldados soviéticos encontraron a 7.500 supervivientes; en los almacenes del campo —hoy convertido en museo del horror— hallaron 350.000 prendas de ropa masculina, 837.000 vestidos de mujer y 7,7 toneladas de cabello humano.
Fijar cifras exactas sobre el número de víctimas de esta labor de exterminio es una tarea difícil para los historiadores, pues entre el 70% y el 75% de las personas que llegaban al campo en trenes eran enviadas enseguida a las cámaras de gas y no hay, por tanto, documentación alguna sobre ellas. La mayoría pereció en las cámaras de gas entre febrero de 1942 y noviembre de 1944, envenenadas por el gas que desprendían al contacto con el aire las cápsulas de Zyklon B, un insecticida de uso común en aquel entonces.
Las víctimas fueron en su mayoría judíos, pero también polacos, gitanos, homosexuales, prisioneros de guerra soviéticos, testigos de Jehová o minusválidos. En total, entre 1933 y 1945 el régimen de Adolf Hitler asesinó a unos seis millones de personas. El führer planeaba matar a hasta 11 millones, según se desprende de las actas de la Conferencia de Wannsee (1942), en la que los nazis decidieron poner en práctica la "solución final" del "problema judío".
El silbido del tren ha resonado en las vías de Birkenau, la zona del campo en la que los presos que por sus precarias condiciones físicas no podían ser usados como esclavos eran trasladados directamente a las cámaras de gas. Cerca de 10.000 personas lo han escuchado allí reunidos: 1.700 periodistas; medio centenar de jefes de Estados y de Gobierno, miembros de la realeza o presidentes de Parlamentos de medio mundo; y un millar de supervivientes.
Por la mañana, en una ceremonia en el Teatro Nacional de Cracovia, el vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, ha encauzado el recuerdo histórico con una palabra muy presente en el discurso actual de su país, el "mal", que según ha dicho "es real, hay que llamarlo por su nombre y enfrentarse a él". Y ha añadido: "Auschwitz, aunque sin tumbas, es el mayor cementerio del mundo. Los muertos están allí, en todas partes".
En su intervención, el presidente de Israel, Moshe Katzav, ha recordado a los Aliados su responsabilidad por no frenar la matanza: "No hicieron nada para evitar la masacre. Hubiese bastado con bombardear las vías ferroviarias que unían a Auschwitz con Birkenbau para contener la matanza". "Nos es muy difícil entender por qué en el siglo XX, el mundo guardó silencio ante la tragedia de los judíos, por qué Palestina se mantuvo cerrada a los judíos que querían huir de Europa", ha añadido. Por su parte, el comandante del Ejército soviético, Anatoli Shapiro, ha explicado: "A todos los que liberamos les vimos en las caras que los habíamos sacado del infierno".
A los actos de esta tarde han asistido, entre otros, los presidentes de Israel, Moshe Katsav; de Alemania, Horst Koehler; de Rusia, Vladímir Putin; de Ucrania, Víktor Yúshenko —cuyo padre fue preso en Auschwitz—; de Francia, Jacques Chirac, y de Polonia, Aleksander Kwasniewski. Estados Unidos está representado por Dick Cheney, y la Unión Europea por el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, y por el del Parlamento Europeo, Josep Borrell. La representación española corre a cargo del presidente del Senado, Javier Rojo, y, en nombre de la Iglesia católica, está el cardenal Jean-Marie Lustiger —judío de nacimiento y que se convirtió tras ser salvado del Holocausto por religiosos católicos—. Participan, asimismo, el rey de Bélgica Alberto II; la reina Beatriz de Holanda; el Gran Duque de Luxemburgo Enrique y representantes de las casas reales de Dinamarca, Noruega, Suecia y el Reino Unido.
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