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Reportaje:

"Grité a los barcos que pasaban, pero ninguno paró"

Un joven indonesio sobrevive al 'tsunami' tras pasar 15 días en alta mar en una improvisada cabaña flotante

Durante quince días el joven indonesio Ari Afrizal, de 21 años, flotó a la deriva en una cabaña de bambú que el tsunami desgajó de la isla de Sumatra sin más alimento que la pulpa de algunos cocos ni más horizonte que el Océano Índico. Varios barcos pasaron junto a su improvisada balsa pero ninguno hizo caso de sus llamadas de socorro. Ayer, finalmente, el milagro se produjo y Afrizal fue rescatado por el carguero liberiano Al Yammamah. La furia del mar lo había arrastrado casi 200 millas (más de 350 kilómetros) de su casa.

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"Pensé que había muy pocas posibilidades de hallar a nadie con vida dos semanas después de que se produjera el maremoto", ha afirmado el neozelandés John Kennedy, comandante de la nave, que decidió por casualidad tocar la sirena cuando divisó la cabaña flotante. "Pero para nuestra sorpresa, un hombre apareció entre los bambúes y nos saludó", ha contado a su llegada al puerto malaisio de Klang, donde desembarcó al rescatado y donde éste ha podido relatar su increíble historia.

En el momento en que el maremoto golpeó las costas de Indonesia, el 26 de diciembre, Afrizal trabajaba con unos compañeros en las construcción de una casa cerca de Banda Aceh, la zona más afectada por el seísmo. La ola primero lo arrojó contra la costa y luego lo arrastró hacia mar adentro. "Comencé a correr hacia una colina", ha relatado, "no podía creer lo que estaba viendo, la ola arrasaba todo a su paso, en pocos segundos me atrapó".

Alimentado de cocos

Vio morir a cuatro de sus compañeros pero logró sobrevivir las primeras 24 horas en el mar agarrado a un tronco. Dos días después, pese las heridas que sufría en piernas y brazos, consiguió aferrarse a una balsa de madera. Finalmente, tras pasar cinco días sólo a base de agua de lluvia, Afrizal, divisió la pequeña cabaña flotante. En su interior halló tres litros de agua potable en un pequeño depósito, lámparas y una veintena de litros de queroseno, y algunas ropas. Un verdadero hotel comparado con las condiciones en que hasta ese momento se encontraba.

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Alimentado de los cocos que flotaban a su alrededor, el joven indonesio recuperó la esperanza de ser rescatado, aunque varias embarcaciones que pasaron muy cerca hicieron caso omiso de sus peticiones de auxilio. Finalmente, el día 10 de enero, décimoquinto de su odisea, el milagro se produjo. "El comandante [Kennedy] es como un padre para mí y el resto de la tripulación son mis hermanos. Ahora rezo para que mi familia en Aceh haya tenido la misma suerte que yo", ha declarado Afrizal desde el hospital de Klang, en Kuala Lumpur, donde se recupera de su odisea.

Otros dos indonesios sobrevivieron a la catástrofe en condiciones similares a las de Afrizal, aunque ninguno pasó tantos día en el mar a la deriva . Riza Shahputra, de 20 años, y Malawati Daud, de 23, fueron rescatados la semana pasada tras pasar ocho y cinco días respectivamente agarrados a sendos troncos de árbol.

Imagen de la cabaña flotante de Ari Afrizal tomada desde el carguero Al Yamamah.
Imagen de la cabaña flotante de Ari Afrizal tomada desde el carguero Al Yamamah.AP

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