La agonía de Arafat desata la tensión entre israelíes y palestinos
El Gobierno de Sharon asegura que no permitirá el entierro en Jerusalén del líder palestino
La vida del presidente palestino, Yasir Arafat, de 75 años, se consume en París, en estado de coma profundo en el hospital donde permanece ingresado. Tras una jornada de informaciones contradictorias -el presidente de Luxemburgo llegó a anunciar su muerte-, los médicos aseguran que sigue con vida, aunque todas las fuentes oficiosas confirman que no hay esperanza alguna de recuperación. Tanto Israel como la Autoridad Nacional Palestina están en alerta ante la posibilidad de disturbios cuando se confirme la muerte. Ahora queda por decidir cómo será el proceso de transición hasta designar a un sucesor y dónde será enterrado el rais, una decisión que enfrenta aún más a israelíes y palestinos.
La situación de Arafat, un hombre que simboliza la lucha palestina contra la ocupación israelí, ha desatado más tensión entre el gobierno de Israel y los responsables palestinos, enfrentados por el último destino del líder. El Gobierno de Ariel Sharon ya ha anunciado su negativa a que el entierro sea en Jerusalén, como desea el enfermo, y propone como alternativa Gaza: "Mientras yo sea jefe de Gobierno, Arafat no será enterrado en Jerusalén", declaró ayer Sharon. Al menos, Francia ha logrado el compromiso israelí de que se permitirá el regreso del rais a los territorios ocupados. Pero la Autoridad palestina quiere que las exequias sean en la Explanada de las Mezquitas, el tercer lugar santo del islam tras las ciudades de La Meca y Medina, en Arabia Saudí.
El entierro de Arafat en la Explanada sería un espaldarazo a las reivindicaciones musulmanas sobre este lugar santo en detrimento de los judíos, que lo consideran un enclave de su herencia religiosa porque se encuentran los cimientos del Templo de Salomón. El último gran entierro en la Explanada de las Mezquitas, en mayo de 2001, fue el de Faisal el Husein, un colaborador del líder palestino.
Arafat fue trasladado en la noche del miércoles 3 de noviembre a la unidad de cuidados intensivos del hospital militar Percy, a las afueras de París. Las autoridades palestinas aseguraron entonces que su vida no corría "peligro inmediato". La televisión israelí afirmó ayer por la tarde que estaba clínicamente muerto, pero un portavoz del centro hospitalario desmintió esta información poco después ante una legión de periodistas a los que no permitió pregunta alguna. Decenas de personas se han concentrado esta madrugada ante el hospital, en señal de duelo y recogimiento, con banderas palestinas y retratos de Arafat, una escena que se ha repetido en Ramala y Gaza.
De todas formas, tanto palestinos como israelíes han empezado a organizarse para preparar el futuro. El ministro de Defensa de Israel, Saul Mofaz, ha situado al Ejército en situación de alerta, en previsión de que se produzcan manifestaciones y disturbios en contra de la decisión de Sharon. Esta operación de seguridad contempla la posibilidad de blindar Jerusalén e irrumpir la capital de Ramala. Sin embargo, el general Yosef Kuperwasser, responsable de los servicios secretos israelíes, descarta que se produzcan disturbios o una guerra civil entre palestinos, según un informe confidencial entregado a la Comisión de Seguridad y exterior del Parlamento.
Entre tanto, la población palestina, resignada a que en cualquier momento llegue la noticia de la muerte de su líder, permanece atenta a las noticias que ofrecen la televisión nacional y la qatarí Al Yazira, y las calles de los barrios árabes de Ramala o Nablús permanecen desiertas.
Bush dio el pésame por la muerte de Arafat
La diplomacia europea considera que la inminente desaparición de Arafat debe servir al menos para impulsar el agonizante proceso de paz, la Hoja de Ruta, con la definitiva creación de dos Estados independientes. Los Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea se reúnen hoy en Bruselas, donde se prevé que preparen una resolución en la que harán un llamamiento al "liderazgo" palestino para que "garantice el funcionamiento de las instituciones" en estos momentos de incertidumbre.
Mientras que el reelegido presidente estadounidense, George W. Bush, quien llegó ayer a dar el pésame por la anunciada muerte de Arafat, insistió en que seguirá "trabajando por un Estado palestino libre y en paz con Israel". Para Bush, que no ha ocultado su rechazo al rais por considerarlo muy condescendiente con los terroristas, la paz en Oriente Próximo es "muy importante para un mundo pacífico".
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