El jardín de Sadam Husein

De dictador a prisionero en sólo un año. La vida de Sadam Husein, el hombre que rigió los destinos de los iraquíes durante varias décadas, ha cambiado mucho en muy poco tiempo. Tras ser encontrado por marines de Estados Unidos, escondido en un minúsculo agujero, Husein engorda. Mientras, lee el Corán y se dedica a la jardinería.

"Uno de sus poemas habla de George Bush, pero no he tenido tiempo de leerlo". Con estas palabras certifica Bajtiar Amin, el secretario de Estado iraquí para Derechos Humanos, que Sadam se encuentra bien, y que dedica su tiempo libre a relajarse, escribir y meditar.

Había perdido cinco kilos tras imponerse una severa dieta, cero por ciento de materia grasa. Pero cambió de opinión y ha decidido cuidarse de verdad: "Le gustan sobre todo las magdalenas y las galletas", detalla impúdico Amin, tras su visita, el sábado pasado.

Las declaraciones de Batjar Amin al diario británico The Guardian no dejan detalle sin mostrar de la vida de un ex dictador en la cárcel. Gracias a él los lectores se enteran de que, cuando sale de la celda, Husein ayuda con la jardinería.

"Se ocupa de algunos setos y arbustos, y ha rodeado una palmerita con un muro de piedras blancas". Pocas pretensiones para una tierra seca y yerma, pero jardinería al fin y al cabo.

El resto del tiempo, Husein se queda en su celda, seguramente más fresca, de unos cuatro metros de largo por tres de ancho. Allí lee el Corán y medita.

Reflexionará, es de suponer, sobre los crímenes de lesa humanidad que el Tribunal Especial le imputa, junto a otros 11 gerifaltes de su régimen, y por los que podría ser condenado a muerte. Como antes, pero al revés.