Hallan vivo a un joven bajo los escombros del edificio que se derrumbó el lunes en Turquía
Se llama Mohammet Kalem y se encuentra bien, a pesar de haber pasado más de 130 horas enterrado sin comida ni agua.- Los muertos aumentan a 67 tras el rescate de más cadáveres
Más de cinco días y medio después del derrumbe de un edificio de 11 plantas la noche del pasado lunes en la localidad de Konya, en el centro de Turquía, los servicios de rescate han localizado vivo esta mañana a un joven de 16 años bajo los escombros, según han informado los medios de comunicación locales. Los médicos que le han prestado los primeros auxilios han indicado a la agencia semioficial Anatolia que el joven se llama Mohammet Kalem y que se encuentra consciente y en buen estado de salud, a pesar de haber pasado más de 130 horas enterrado sin comida ni agua. Además, el muchacho ha dado información sobre dónde pueden encontrarse otras personas desaparecidas.
Mohammet, que responde a las preguntas correctamente y que ha sido ingresado en el Hospital Numune de Konya, ha explicado a los médicos que sobrevivió durmiendo la mayor parte del tiempo. "En lugar de resistir, Mohammet durmió mientras estaba bajo los escombros, lo que le ayudó a sobrevivir porque su cuerpo no consumió mucha energía", ha indicado Riza Saribabci, médico jefe del hospital Numune. "Normalmente, una persona puede sobrevivir cuatro días sin agua. Lo de Muhammet ha sido un milagro", ha reconocido Saribabci, que no ha podido precisar cuándo podrán darle el alta. Por su parte, los servicios de rescate han explicado que el muchacho, que se hallaba en la planta baja del edificio, pudo salvar la vida gracias a una "bolsa de aire" creada por bloques de cemento del propio edificio, construido en 1998 y que se vino abajo por defectos en su construcción.
En sus primeras declaraciones, sorprende la sangre fría de Mohammet: "No estaba desesperado. Me decía todo el tiempo que iban a venir a rescatarme. Grité sin cesar y me di cuenta de que se acercaban poco a poco porque escuchaba su voz cada vez más cerca". Mientras era trasladado al hospital, el joven ha añadido a la agencia Anatolia: "No bebí nada ni comí nada. No sé cuántos días he pasado bajo el edificio". El milagro, celebrado con gritos de entusiasmo por los socorristas, ha devuelto la alegría al padre del menor, Ahmet Kalem, que escapó nada más venirse abajo el edificio. Sin embargo, su mujer y otro hijo continúan en la fosa colectiva en la que se convirtió su casa. "A Dios gracias, Mohammet ha vuelto. Había perdido toda esperanza. Incluso llegué a hacer que cavaran una tumba para mi familia, pero él me ha dicho que puede haber otros sobrevivientes. Puede que mi hijo mayor y mi mujer sigan vivos en alguna parte", ha indicado el hombre.
El contratista, en prisión
Este rescate, que se suma a las otras 27 personas halladas con vida hasta el momento, ha aumentado la moral de las decenas de socorristas, pero el balance todavía provisional del drama ha aumentado hoy a 67 muertos, después del hallazgo de nuevos cadáveres, el último esta misma mañana. El anterior balance, ofrecido por la misma fuente, era de 62 muertos. Las autoridades cifraron en unos 60 el número de personas que permanecían atrapados bajo los escombros del bloque. Los trabajos de los servicios de rescate continúan hoy, aunque las posibilidades de encontrar a más supervivientes son, a medida que pasan las horas, cada vez más remotas. Los esfuerzos se centran especialmente en las cercanías del ascensor del edificio, que quedó reducido a una pila de escombros de cinco metros de alto.
El lujoso bloque, situado en la avenida Kirkuk y que se vino abajo el pasado lunes a las 20.30 hora local, estaba formado por 36 apartamentos -cuatro por planta- con 144 residentes registrados, aunque había muchas más personas en el edificio en el momento de la tragedia, ya que se produjo el segundo día de la importante fiesta musulmana de Eid Al Adha, caracterizado por las visitas de familiares y amigos. Mientras tanto, el contratista que construyó el edificio y uno de sus socios han ingresado en prisión, tras ser inculpados el pasado viernes por un tribunal de Konya -ciudad situada a 250 kilómetros al sur de la capital, Ankara- por haber "ocasionado pérdidas en vidas humanas por negligencia e imprudencia", según Anatolia.
El sector de la construcción en Turquía es conocido por su bajo nivel de exigencia y por la corrupción. Sin ir más lejos, dos días antes de la catástrofe de Konya, una casa de madera se desplomó en el centro de Estabul, capital económica del país. En el siniestro murieron seis personas. Además, en junio murieron 10 estudiantes tras derrumbarse un colegio musulmán. En 2001, un pequeño hotel de Estambul también se derrumbó a causa de las vibraciones provocadas por las obras del metro: dos personas murieron y unas 20 resultaron heridas. También las deficientes construcciones, en las que se usan materiales endebles, están detrás de alto número de víctimas que provocan los terremotos en esta zona de alta actividad sísmica.
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