La otra guerra de Bush
El presidente estadounidense renuncia a asistir a los funerales de los caídos en Irak y evita ofrecer cada día el parte de bajas
Durante la guerra de Vietnam, el presidente estadounidense Lyndon B. Johnson comparecía cada día ante los medios para dar el parte de bajas. Ahora, mientras los soldados mueren en Irak, el presidente Bush dedica sus comparecencias a hablar del estado de la economía y de los fuegos que asolan California.
Los ataques a objetivos militares estadounidenses se han cobrado cerca de 120 víctimas mortales durante la posguerra en Irak. Sin embargo, George W. Bush no ha acudido a ninguno de los funerales celebrados tras la repatriación de los cadáveres a EE UU ni ha comparecido en público después de cada ataque.
El director de comunicación de la Casa Blanca, Dan Bartlett, ha declarado al diario The New York Times que la intención del presidente es tratar por igual a todas las víctimas, por eso Bush, en sus comparecencias públicas, muestra su apoyo a los caídos en combate en general, pero no hace referencia a casos particulares.
El mismo periódico asegura, citando a fuentes de la Casa Blanca y del partido republicano, que el presidente no quiere atarse a un recuento diario de víctimas, tal y como hizo Johnson, ya que los titulares de prensa de todos y cada uno de los ataques ensombrecería el resto de sus mensajes. Así que Bush envía cartas personales a los familiares de las víctimas y llega a reunirse con algunos de ellos en bases militares pero no hace referencias públicas a la tragedia.
Lo que sí admiten algunos responsables republicanos es que esta estrategia de comunicación expone a Bush a las críticas de los demócratas, que aseguran que el presidente trata de disimular el dolor que causa una guerra. La semana pasada, el senador demócrata Tom Daschle, de Dakota del Sur, aseguró que el presidente debería de tener alguna deferencia con "aquellos muertos y heridos que vuelven a casa".
Pero las críticas no llegan sólo de la arena política. Algunos familiares de soldados muertos en Irak ya han manifestado su desacuerdo con la postura de Bush. Thomas Wilson, tío de un sargento fallecido durante el ataque a un helicóptero la semana pasada, ha asegurado a The New York Times que Bush y su familia necesitan saber lo que supone estar en Irak. "Entonces se darán cuenta de lo que está pasando. Como ellos no están allí, no les importa", explica Wilson.
La decisión de Bush de no acudir a los funerales de los caídos y limitarse a solidarizarse con ellos y con sus familias de un modo genérico contrasta con la de sus antecesores. En el año 2000, Clinton acudió en Norfolk a una ceremonia de homenaje a los 17 soldados fallecidos en el ataque al destructor USS Cole, Ronald Reagan también asistió en 1983 a un acto en recuerdo de los 241 marines muertos en Beirutesta, y Jimmy Carter participó en los funerales de los soldados muertos durante la fallida operación de rescate a los secuestrados en Irán.
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