EE UU endurece las medidas contra Castro y crea una comisión para "acelerar" la transición

"Está claro que el régimen de Fidel Castro no va a cambiar por voluntad propia. Pero Cuba debe cambiar". El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, quiere ver aires nuevos en el país vecino, así que hoy ha anunciado un paquete de medidas para forzarlos. Las intenciones estadounidenses pasan por dificultar los viajes del continente a la isla, y al mismo tiempo tender un puente de plata para que los disidentes puedan escapar de la nación caribeña.

Este giro político, después de años con la mano más abierta en los que miles de estadounidenses han viajado a Cuba como turistas y Washington se ha convertido en el principal exportador de bienes de consumo al régimen de Castro, tiene también una lectura interna nada desdeñable: a menos de un año para las elecciones generales, Bush quiere meterse en el bolsillo al exilio cubano en Florida, Estado que le alzó al poder en 2000 por apenas un puñado de votos.

Acelerar la transición

Bush anunció en mayo de 2002 que suavizaría las sanciones estadounidenses contra el régimen comunista si Castro comenzaba a caminar hacia la democracia organizando, por ejemplo, unas "elecciones justas y libres", o abriendo su economía al exterior. Hoy ha hecho pública su conclusión a esta maniobra de aproximación: "Castro ha respondido desafiante con una nueva ronda de opresión brutal".

Así, el Gobierno estadounidense aplicará con toda la dureza posible las medidas para evitar que "el turismo ilegal perpetúe la represión", y mejorará el proceso de identificación de los refugiados que huyen de la isla para asegurarles una entrada al país "segura y legal". Además, Bush ha encomendado al departamento de Estado la creación de una Comisión de Ayuda a una Cuba Libre con el objeto de planear la transición hacia una sociedad libre, y acelerarla en la medida de lo posible.