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LA TRANSICIÓN EN IRAK | Las armas de destrucción masiva

Straw admite ante los Comunes que los informes sobre las armas de Irak contenían "errores"

El ministro de Asuntos Exteriores británico respalda a Blair y asegura que la amenaza de Sadam siempre fue "seria" y "real"

La investigación que ha puesto en marcha la Comisión de Exteriores de la Cámara de los Comunes para dilucidar si el Gobierno de Tony Blair manipuló la información de los servicios secretos para justificar la guerra en Irak ha contado hoy con un importante testimonio, el del ministro de Asuntos Exteriores, Jack Straw. En su comparecencia, el jefe de la diplomacia británica ha admitido que los informes del armamento prohibido del régimen de Sadam contenían "errores" aunque ha insistido en que la amenaza para la comunidad internacional siempre ha sido "seria".

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Straw es el primer responsable del Gobierno de Tony Blair en pasar por la comisión parlamentaria que investiga la presunta "fabricación" de pruebas contra Irak. Con anterioridad, prestaron testimonio los ex ministros Robin Cook y Clare Short, quienes dimitieron por sus profundos desacuerdos con el Gobierno en este tema. Ambos acusaron al primer ministro de decir "medias verdades" sobre la supuesta amenaza para el mundo del régimen de Sadam Husein.

La Comisión pretende arrojar luz sobre dos informes en los que se basó el Gabiente de Tony Blair para entrar en la guerra. El primer dossier, divulgado en septiembre, argumentaba que el régimen de Sadam Husein podría lanzar un ataque letal en 45 minutos y el segundo, publicado en febrero, incluía como pruebas información de una tesis realizada hace 12 años por un estudiante.

Hoy, Straw se ha disculpado por ese segundo informe, conocido por los medios de comunicación como "el dossier dudoso". El ministro de Asuntos Exteriores ha reconocido que contenía "un error considerable" por no atribuir "correctamente" la fuente de la información y que "ha abochornado al Gobierno". De ello "hay una serie de lecciones que aprender", ha afirmado el jefe de la diplomacia británica, casi siempre a la defensiva.

"Amenaza seria y real"

El ministro ha asegurado que el Gobierno británico nunca habló de que fuera a producirse un ataque "inminente" de Irak, sino de que la amenaza era "seria" y "real", y ha intentado restar importancia a la aseveración de que Sadam podría lanzar un ataque en 45 minutos.

Según ha indicado, "nunca utilizamos las palabras 'inminente' o 'inmediato'" porque "las pruebas no lo justificaban, pero sí afirmamos que había una amenaza actual y seria, y eso lo sigo manteniendo por completo".

Al testimonio de Straw seguirá mañana, miércoles, la comparecencia de Alastair Campbell, principal portavoz del primer ministro y responsable de coordinar los polémicos informes sobre las supuestas armas de Irak que le han provocado constantes quebraderos de cabeza al Gobierno.

Según una encuesta publicada hoy por el diario The Guardian, la ventaja del Ejecutivo sobre los conservadores se ha reducido a apenas cuatro puntos y la popularidad de Tony Blair se encuentra en unos alarmantes números rojos.

Un documento estudiantil sobre el armamento de 1990

El documento al que se refiere Jack Straw cuando habla de "errores" consta de 19 páginas bajo el título Irak: su infraestructura de encubrimiento, mentira e intimidación. Fue divulgado por el Gobierno británico, que dijo entonces que se basaba en "material de los servicios secretos". Sin embargo, varios expertos señalaron que al menos diez páginas del documento fueron copiadas de varios escritos académicos, entre ellos un artículo del estudiante postgraduado Ibrahim al-Marashi, de California.

El trabajo de Al-Marashi, de 29 años e hijo de padres iraquíes, fue publicado en septiembre de 2002 en la revista Middle East Review of International Affairs y no analizaba la crisis que desembocó en la invasión de Irak, sino su rearme previo a la guerra del Golfo (1990). "Incluso los errores gramaticales siguen ahí. Eso invalida el resto del documento", comentó el universitario al diario The Daily Telegraph.

Dan Plesch, experto en defensa del Royal United Services Institute, calificó el plagio de "escandaloso", pues el dossier "claramente se presenta al público británico como un producto basado en los servicios secretos de este país y éste no es el caso". El documento, según Plesch, "parece un análisis obsoleto maquillado como si fuera lo mejor que puede producir el MI6 (servicio británico de espionaje en el exterior) y nuestros colegas internacionales sobre Sadam".

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