Más de 400 muertos en los enfrentamientos entre musulmanes e hindúes
La violencia se extiende a las zonas rurales del estado de Gujarat
El grave estallido de violencia interreligiosa en el estado indio de Gujarat ha continuado hoy a pesar del despliegue de miles de tropas del Ejército, y son ya más de 400 los muertos de los últimos cuatro días en los choques entre hindúes y musulmanes, según fuentes oficiales.
Mientras el primer ministro indio, Atal Bihari Vajpayee, hacía un llamamiento a la paz y a la contención, representantes de la minoría musulmana acusaban a las fuerzas de seguridad de haber dejado a esta comunidad abandonada a su suerte ante los ataques de los grupos de extremistas hindúes.
La violencia ha decrecido algo hoy en Ahmadabad, la capital comercial de Gujarat, donde muchos hoteles, tiendas y restaurantes están destruidos, pero se ha extendido a las zonas rurales, a pesar de que se ha impuesto el toque de queda en decenas de localidades del estado.
Un total de 35 personas, miembros de la minoría musulmana, han sido quemadas vivas por nacionalistas hindúes en dos incidentes separados.
En un pueblo de mayoría musulmana, 27 personas, en su mayoría mujeres y niños, han sido quemadas vivas por una turba de hindúes, y otras ocho han muerto del mismo modo cuando una muchedumbre de hindúes ha prendido fuego a una panadería.
"Cualquiera que sea la provocación, la gente debe mantener la paz y ejercer la contención", ha afirmado el primer ministro indio en un llamamiento por la televisión estatal.
"Han quemado vivos a la gente, a mujeres y niños, desde Godhra a Ahmedabad y en otros lugares, y esto es una mancha en la imagen del país", ha subrayado.
El origen del estallido de violencia
La violencia sectaria de esta semana, la peor ocurrida en el país en la última década, estalló el miércoles pasado cuando una muchedumbre de musulmanes asaltó y prendió fuego a un tren que trasladaba a hindúes de regreso de la ciudad norteña de Ayodhya.
Allí se planea construir un templo en honor al dios Rama en el lugar donde se alzaba una mezquita del siglo XVI que fue incendiada y destruida por hindúes en 1992, un acto que provocó entonces la gravísima oleada de violencia que se extendió por todo el país y causó casi 3.000 muertos.
Un total de 58 personas, entre ellas muchos niños, murieron abrasados cuando el tren fue incendiado al parar en la ciudad de Godhra, al sur de Ahmadabad, lo que provocó una cadena de venganzas y represalias de nacionalistas hindúes contra musulmanes.
Desde Islamabad, el presidente paquistaní, Pervez Musharraf, ha expresado hoy su conmoción por la sangrienta ola de violencia sectaria y pidió mayor protección para la minoría musulmana de la India, que constituye un 12 por ciento de los mil millones de habitantes del país.
"El ataque contra el tren el 27 de febrero que provocó la pérdida de más de 50 vidas fue deplorable, pero ello no puede justificar las brutalidades y la violencia contra la comunidad musulmana, que ha causado cientos de muertos, la destrucción de propiedades y la profanación de lugares sagrados musulmanes", dijo Musharraf a la prensa.
"Las medidas adoptadas por el Gobierno de la India para proteger a la minoría musulmana, que es el blanco del extremismo y el terrorismo hindúes, deben ser reforzadas. La matanza debe cesar y todos los culpables de la violencia deben ser detenidos y castigados", ha agregado.
A pesar de ser un país laico oficialmente, las tensiones religiosas afloran constantemente en la India y también dominan las difíciles relaciones con su vecino Pakistán, de mayoría musulmana.
Ambos países han librado dos guerras por el control del estado fronterizo de Cachemira y en los últimos meses viven un incremento de la tensión en la línea de separación después de un atentado de extremistas islámicos contra el Parlamento de Nueva Delhi.
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