Cientos de refugiados afganos cruzan a la fuerza la frontera con Pakistán
Miles de personas se agolpan frente al paso fronterizo de Chaman después de éste fuera cerrado sin previo aviso
Al menos 750 refugiados afganos han forzado hoy su entrada en la frontera con Pakistán tras un enfrentamiento en el que han lanzado piedras contra la policía.
Los incidentes se han producido en dos lugares próximos a Chaman, a unos cien kilómetros al norte de la ciudad paquistaní de Quetta.
Los refugiados han lanzado piedras contra los agentes antes de derribar las alambradas. Finalmente, los vigilantes de la frontera se han visto desbordados por la multitud y han tenido que dejar pasar a los refugiados que se agolpaban al otro lado de la frontera.
La tensión en este punto de la frontera afgano-paquistaní se ha visto incrementada en los últimos días después de que los miembros de la fuerza paramilitar que la custodia cerraran el paso de Chaman sin previo aviso.
Varios miles de personas, que, exhaustas y hambrientas, huían de los bombardeos contra Afganistán vieron así esfumarse sus esperanzas de cruzar al vecino Pakistán.
Las autoridades paquistaníes calculan que entre 10.000 y 15.000 afganos, en su mayoría mujeres y niños, se han concentrado al otro lado del paso de Chaman, por el que oficialmente sólo permiten cruzar a los heridos graves, a los que disponen de documentos de identidad y a los que pagan sobornos a los guardas de la frontera.
Aunque la frontera está oficialmente cerrada por orden del Gobierno paquistaní, muchos miles de afganos han logrado cruzarla la pasada semana, tanto por Chaman como por otros pasos, o por los senderos que transcurren entre las montañas.
Negocio para los contrabandistas
En esos remotos senderos es donde hacen un negocio redondo los contrabandistas que exigen a los afganos 2.000 rupias paquistaníes (unos 40 dólares) por cabeza -una cantidad astronómica en un país azotado por la miseria- por guiarles.
El flujo de personas en dirección a Chaman es resultado de la combinación de los insistentes bombardeos, la falta de alimentos y la creciente anarquía que surge en Afganistán.
Las organizaciones internacionales humanitarias han denunciado saqueos y ataques a sus oficinas en Afganistán, a cargo de los empleados locales desde que los extranjeros salieron del país.
La Alta Comisaría de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR)solicitó al Gobierno de Islamabad que permita instalar campos en territorio paquistaní de forma temporal para asistir a los afganos.
Sin embargo, sobre la árida tierra donde se concentran los refugiados hay sólo de momento un dispensario atendido por enfermeros de una organización humanitaria.
Entre dos fuegos
La mayor parte de los afganos que se concentran al otro lado del paso de Chaman proceden de Kandahar, el baluarte del régimen talibán situado a unos 200 kilómetros de la frontera y una de las ciudades bombardeadas con mayor insistencia por la aviación estadounidense desde que el pasado 7 de octubre comenzaron los ataques.
Los organismos internacionales de ayuda humanitaria pintan un destino muy negro para los miles de afganos atrapados al otro lado de la frontera, entre dos fuegos, el de Pakistán, que los rechaza, y el que cae sobre su propio país.
Muchos de los afganos que logran cruzar la frontera cuentan que en las aldeas no hay comida, que las ciudades se vacían de gente y que el viaje hasta Pakistán es interminable.
El Gobierno de Islamabad calcula que unos 50.000 afganos han cruzado a Pakistán desde que comenzó la crisis, mientras que las Naciones Unidas aseguran que en las próximas semanas otros 300.000 desplazados tratarán de sortear los obstáculos para buscar refugio en suelo paquistaní.
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