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LA CASA DE ENFRENTE
Columna
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‘Boomers’ contra mileniales o el inmovilista debate generacional

El problema de la “sociología generacional” es que esconde una apuesta por el inmovilismo y no aspira a cambiar un sistema injusto

Boomers vs mileniales
Nuria Labari

Se ha vuelto a liar. Otra vez arde Twitter con el debate más reaccionario de la política española: la aburrida guerra de mileniales contra boomers (y viceversa). Esta vez la piedra la ha tirado la periodista Analía Plaza (milenial de 36) que acaba de publicar La vida cañón (Temas de hoy), donde critica la vidorra que se están pegando los boomers con sus buenos sueldos, mejores pensiones y casas pagadas frente a lo chungo que lo tienen sus legítimos herederos, los mileniales. Pues bien, inmediatamente ha sido respondida con iracundo fervor por boomers de todos los colores. En este periódico, la columna de la boomer Luz Sánchez Mellado suma más de 600 comentarios. Una cuestión, la intergeneracional que lo incendia todo a condición de que nada cambie y la injusticia siga igual.

Quien esto escribe es una Señora Equis, ya saben, esa generación de la que nadie habla ni existe. Quedamos fuera del casposo debate por nuestro año de nacimiento y quizá por eso tengamos más fácil alejarnos de la inmovilista sociología generacional para recuperar términos algo más sólidos (sociológica y éticamente) como la clase social o la justicia. Las generaciones son un término irregular e inestable, y cuando se ponen nostálgicas, analíticas o beligerantes, además de dar bastante vergüenza, retratan una sola cosa: el inmovilismo social al que nos condenan a todos. Al final, todo el reproche que los mileniales tienen contra los boomers es cómo viven (casa pagada, coche, hijos, viajes, pensiones), porque su forma de vida impide que ellos vivan de la misma manera. Es decir, lo único que quiere un milenial es convertirse en boomer. Y, claro, parece evidente que si pides lo mismo que aquel al que le reprochas lo que tiene, entonces eres como él. Es el problema de toda la “sociología generacional”: siempre esconde una apuesta por el inmovilismo. Explica la evidencia con estadísticas, recuerdos y fotos viejas sin exigir jamás un cambio profundo. Que si la abuela tuvo más, que si mamá menos, riñas materialistas y cariñosas entre un mismo y fallido grupo, el de la clase media española, que sigue garantizando la estabilidad de un sistema que debe cambiar, no solo porque es injusto sino porque cada día lo es más. Claro que ni boomers ni mileniales van a mover un dedo por mejorarlo. Porque, por mucha caña que le dé una milenial a su mami boomer nunca va a renunciar a cobrar la injusta herencia que la convertirá precisamente en eso que denuncia.

Por su parte algunos boomers no pueden resultarme más decepcionantes. Con lo idealistas que ellos han sido. Y ahora parece que además de con el dinero se quieren quedar con el legítimo campo de acción de los más jóvenes, que es el futuro. No es que quieran mantener sus buenos trabajos y posesiones, es que se aferran al poder, a la mesa y a sus ideas de siempre sin escuchar lo que otros más jóvenes tienen que decir. Prueba de ello es lo rápido que responden algunos al trabajo que supone escribir un libro. O bien leen rapidísimo (por aquello de que no están enganchados al móvil) o bien reaccionan sin tomarse la molestia de haber terminado la lectura. Y así vamos: unos preguntando qué hay de lo suyo, otros respondiendo que ni muertos comparten y mientras tanto nadie se cuestiona lo más importante: ¿qué hay de lo de todos?

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Sobre la firma

Nuria Labari
Es periodista y escritora. Ha trabajado en 'El Mundo', 'Marie Clarie' y el grupo Mediaset. Ha publicado 'Cosas que brillan cuando están rotas' (Círculo de Tiza), 'La mejor madre del mundo' y 'El último hombre blanco' (Literatura Random House). Con 'Los borrachos de mi vida' ganó el Premio de Narrativa de Caja Madrid en 2007.
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