Gaza, el lugar donde Europa debería haber dicho “no” hace ya muchos meses
La parálisis de la UE respecto a la Franja (y la progresiva ocupación de Cisjordania) es probablemente la peor noticia que podía golpear a los europeos


La escritora y profesora albanesa Lea Ypi se asombraba hace poco en las páginas de The Guardian de la riqueza que están ofreciendo hoy día la literatura y el mundo académico, frente a la simpleza y los tópicos en los que se mueve la política en todas partes. Es posible que esa indigencia de pensamiento en el mundo político se deba a lo que la exsecretaria de Estado de EE UU, Condoleezza Rice, explicó al poco de comenzar la invasión rusa en Ucrania: “Luchar por territorio, pensar en términos étnicos, usar recursos para librar guerras. Creí que habíamos superado eso. Esto se suponía que no debía suceder. Creíamos que la linealidad del progreso humano debería haber dejado todo esto atrás”.
No ha sido así. La idea de la linealidad del progreso humano se fue al garete hace muchos años. La realidad fue que poco a poco se fueron acumulando los problemas que las democracias liberales parecían incapaces de resolver (sobre todo a raíz de la crisis de 2008 y del aplastante poder del dinero y de las grandes empresas tecnológicas), al mismo tiempo que la opinión pública parecía hacerse más tolerante con quienes proponían conseguir resultados rápidos, saltándose las regulaciones legales y, por supuesto, ignorando los daños colaterales que se producirían. Pero, como dice William Galston, exasesor del presidente Clinton, cuando el Estado de derecho retrocede, lo hace a expensas de la libertad y el avance de la arbitrariedad. Y eso es exactamente lo que viene ocurriendo. La política ha empezado a llenarse de tópicos, simplicidades, muy bien acogidas por una parte importante de la población, harta de ver cómo se acumulan los problemas sin que las democracias liberales parezcan encontrar soluciones.
Para evitar que ese Estado de derecho siga retrocediendo sería fundamental que Europa apoyara con todas sus fuerzas a Naciones Unidas, una organización que debe sobrevivir porque sigue siendo el único lugar donde se traduce la idea de la multilateralidad, de los derechos humanos y del derecho internacional. Defender Naciones Unidas significa no ignorarla. Y eso es lo que ha venido haciendo la UE. No es posible que la ONU declare formalmente que existe una hambruna en Gaza, provocada por la negativa de Israel a permitir la entrada de suficiente ayuda humanitaria, y que Europa no tome represalias. Es verdad que esta semana la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha anunciado la suspensión de parte del acuerdo comercial con Israel, pero todo llega tarde y parece insuficiente.
La parálisis de la UE respecto a Gaza (y la progresiva ocupación de Cisjordania) es probablemente la peor noticia que podía golpear a los europeos, aún peor que la tan llevada y traída guerra de aranceles. Gaza ha sido y sigue siendo el lugar donde Europa debería haber dicho “no” hace ya muchos meses. La actual alta representante, Kaja Kallas, asegura que su antecesor no consiguió nada expresando sus críticas, pero al menos Borrell mantuvo vivo el espíritu de la UE, mientras que Kallas no consigue, que se sepa, ni una cosa ni la otra.
Gaza debería ser el lugar donde demostrar que el Estado de derecho y las normas de derecho internacional, sobre las que se basó la democracia liberal, seguían siendo puntos neurálgicos de la Unión Europea, puntos que no se abandonarían y que merecían provocar el más duro de los enfrentamientos diplomáticos posible.
No ha sido así, y hay muchas razones que lo explican, pero esas explicaciones no harán desaparecer la profunda sima que se ha abierto respecto al papel de Europa en el mundo. Si la Unión Europea, sus instituciones, no se recompone como defensora de las características básicas de la democracia liberal, será difícil que conserve algún papel internacional.
Seguramente, los altos ejecutivos de la Comisión y de la Unión están más preocupados por el enfrentamiento de modelos económicos que representan Ursula von der Leyen y Mario Draghi, enfrentamiento reabierto este mes de agosto por las intervenciones de ambos políticos en distintos foros: Draghi ha dejado claro que la única solución es echar abajo todas las barreras aduaneras que aún siguen existiendo en la UE y reunir fondos europeos para levantar nuevas capacidades tecnológicas e industriales. Europa se adaptará rápido o no lo hará. Von der Leyen va mucho más despacio: completar, sí, el mercado único, fomentar acuerdos comerciales con terceros países, incrementar la productividad… Pero no hay tiempo, insiste Draghi. No hay tiempo, insiste António Guterres, lanzando voces de socorro desde la ONU.
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