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Cordones sanitarios para evitar males mayores

Triunfos como el de Le Pen en Francia cuestionan la eficacia de las estrategias para bloquear el ascenso al poder de los ultras

Cordones sanitarios
El partido político Vlaams Blok, el primer conjunto político al que se le ha aplicado un cordón sanitario, en Bruselas en 1998.ATTILA SEREN (BELGA/AFP/Getty Images)
Diego Stacey

El triunfo de Reagrupamiento Nacional en la primera vuelta de las elecciones legislativas en Francia ha supuesto el hito más grande de la extrema derecha en Europa en los últimos 70 años. Además de enviar un claro mensaje a los partidos díscolos de los países vecinos (su paciencia puede ser recompensada), pone de manifiesto el fracaso del llamado cordón sanitario, la estrategia con la que se ha intentado, en los últimos tiempos, evitar males mayores, es decir, impedir que formaciones incompatibles con los principios democráticos tomen el poder.

Aún no está claro si el partido ultra accederá al Gobierno francés, pero una posible victoria hoy domingo en la segunda ronda pondría en duda la estrategia del cordón. Es el método al que han recurrido a última hora el centro y la izquierda francesa para intentar impedir la escalada ultra al poder. Dos décadas atrás, funcionó para mantener fuera del Elíseo a Jean-Marie Le Pen. Pero ahora, su hija y sucesora, Marine, se perfila con fuerza para las presidenciales de 2027. ¿Estamos acaso asistiendo al ocaso de esta estrategia en Europa?

Para Roger Griffin, experto en fascismo y catedrático en la Universidad Oxford Brookes, la popularidad de los ultras surge del descuido de los partidos tradicionales: “No han abordado las preocupaciones existenciales sobre el cambio cultural, el desempleo y, por supuesto, el tema identitario”. Esa desatención es terreno fértil para las formaciones de extrema derecha, a la que la sociedad ya le ha perdido el miedo, según sugiere el experto, autor de Fascismo (Alianza Editorial, 2019). “El lema tras el final de la Segunda Guerra Mundial era ‘Nunca más’. Pero ahora, con las posturas divididas sobre la guerra de Ucrania y en un contexto de crisis económica y migratoria, el populismo de derechas ya no se percibe como algo extraño, sino como una reacción natural”, apunta Griffin.

Lejos han quedado los días del acuerdo de cordón sanitario en Bélgica a finales de los años ochenta —uno de los primeros acuerdos que se han dado en este sentido en Europa— en contra del nacionalista Vlaams Blok, al no cumplir este partido con los valores democráticos. O de cuando los jefes de Estado de la UE advirtieron a Austria en 2000 de que suspenderían las relaciones con ese país si el euroescéptico Partido de la Libertad (FPÖ) entraba en la coalición gubernamental.

Guillermo Fernández-Vázquez, autor de Qué hacer con la extrema derecha en Europa. El caso del Frente Nacional (Lengua de Trapo, 2019), señala que “los partidos ultras han pasado en 10 años de impulsar un Brexit en sus propios países a proponer cambios desde dentro de la UE”. “Ya no se consideran euroescépticos, sino eurocríticos”, afirma.

La resistencia del cordón sanitario ha aguantado mejor en unos países que en otros. En Alemania demostró ser clave cuando en 2020 los conservadores prefirieron aceptar un Gobierno de izquierdas antes que apoyar junto con los ultraderechistas de Alternativa para Alemania (AfD) a un candidato liberal en Turingia. Sin embargo, tras los buenos resultados el 9-J, AfD se pone ahora como objetivo “derribar” estas barreras “inconstitucionales”. Al otro lado del espectro se encuentra España, en donde no se ha planteado un cordón sanitario alrededor de Vox. Esta formación cogobierna con el PP en cinco comunidades autónomas. Además, los ultras ya forman parte de seis gobiernos de la UE, y sostienen a otros dos (Países Bajos y Suecia).

Para Fernández-Vázquez, el clásico cordón sanitario ya no funciona. En buena parte porque la nueva estrategia de la derecha tradicional es la de adoptar los postulados extremistas en temas como la inmigración o el liberalismo económico para frenar la fuga de votos a los ultras. “Figuras como Isabel Díaz Ayuso o Boris Johnson se parecen tanto a la extrema derecha que la acaban sustituyendo”, ejemplifica. ¿Y qué nombre tiene esa estrategia? “Es el anticordón sanitario por excelencia”.

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Sobre la firma

Diego Stacey
Periodista de la sección Internacional. Anteriormente trabajó en 'El Tiempo', en Colombia. Es licenciado en Comunicación Social por la Universidad Javeriana de Bogotá y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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