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ENSAYOS DE PERSUASIÓN
Columna
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La regeneración democrática consiste en hacer de las conquistas sociales derechos fundamentales

Un grupo de académicos propone blindar las conquistas sociales como derechos fundamentales

Joaquín Estefanía
Diversas entidades en defensa de la sanidad pública se manifiestan en ocasión del Día Mundial de la Salud, en el centro de Barcelona, el 7 de abril de 2024.Gianluca Battista
Joaquín Estefanía

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, salió de su agujero espiritual de cinco días con una idea fuerza: la regeneración democrática. Pero desde entonces apenas ha desarrollado en qué consiste tal regeneración. En España los regeneracionistas eran, habitualmente, unos hombres barbados muy pesados, encabezados por el aragonés Joaquín Costa, que intentaban poner remedio a la decadencia de nuestro país, incluso exagerándola, tras el enorme impacto del “desastre del 98″. Desde entonces, el regeneracionismo ha sido transversal, habiendo tanto de cuño conservador como progresista.

Convertir las principales conquistas sociales de las últimas décadas en derechos fundamentales, blindándolos con mayores garantías ante cualquier intento de limitarlas o sajarlas es la tesis que propone un grupo de profesores coordinado por Diego López Garrido, en un muy interesante libro publicado por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (Los nuevos derechos sociales fundamentales. Una propuesta de reforma constitucional).

Se trata concretamente del derecho a la salud, medio ambiente, pensiones, vivienda y la protección a la privacidad. En la mayor parte de los casos son tratados en la Constitución española apenas como principios rectores que informan la práctica de los poderes públicos, y habría que dotarlos de mayor seguridad dado el papel central que han ocupado en España y en las naciones más avanzadas del planeta en las últimas décadas. Ello significaría cambiarlos de sitio en la Constitución y trasladarlos al lado del resto de los derechos fundamentales, en el capítulo II del título primero de la Constitución. Una idea utópica dada la actual correlación de fuerzas del Parlamento, pero que puede ir madurando con el tiempo si se la debate.

Esas conquistas sociales forman parte del concepto de ciudadanía instalado en nuestras sociedades: un ciudadano lo es si es triplemente ciudadano: el elemento civil, que se compone de los derechos necesarios para la libertad individual (libertad de expresión, de manifestación, de religión,…), el elemento político que es el derecho a participar en el ejercicio del poder político (libertad para elegir y ser elegido), y la pata social, que abarca desde el derecho a la seguridad y a un mínimo bienestar económico al de compartir plenamente la herencia social y vivir la vida de un ser civilizado conforme los estándares predominantes de la época. El siglo XVIII habría sido el de la gran batalla por la ciudadanía civil, en el siglo XIX se obtuvo, en general, el sufragio universal, y el siglo XX es el del Estado de bienestar. La propuesta de los profesores da un paso más allá y hace de los derechos sociales unos derechos fundamentales que no tienen posibilidad de marcha atrás porque estarían integrados en el primer nivel de la Constitución.

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Esta protección es necesaria dado que todos los movimientos progresistas en la historia han venido seguidos, con mayor o menor éxito, de movimientos ideológicos de sentido contrario. La onda larga que estamos viviendo parece concluir que estamos en uno de esos momentos históricos de retroceso. La pareja acción-reacción funciona a partir de la tercera ley del movimiento de Newton que dice que siempre que un objeto ejerce una presión sobre un segundo objeto, éste ejerce una fuerza de igual magnitud y duración sobre el primero, pero en sentido opuesto. Esta ley se utiliza también en las ciencias sociales, aunque es discutible si la reacción será de igual fuerza que la acción; si es superior, la contrarrevolución triunfará; si es menor persistirán las reformas y los avances.

El Estado de bienestar ha sido uno de esos progresos, que conviene blindar. La afirmación de que es una amenaza a la libertad, como defiende el exaltado presidente argentino Javier Milei, no era creíble ni en los años cuarenta del siglo pasado, cuando fue creado por la acción combinada de los socialdemócratas y los conservadores democratacristianos. Entonces era una inversión que fortalecía al capitalismo. Ahora se plantea en algunos sitios como una derrota del mismo.

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