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Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Nemat ‘Minouche’ Shafik, el desafío de la igualdad de oportunidades

La primera rectora de la Universidad de Columbia asume el cargo justo cuando el Supremo impugna la discriminación positiva en las aulas

María Antonia Sánchez-Vallejo
Nemat Shafik Luis Grañena
Luis Grañena

El teórico militar Carl von Clausewitz escribió a principios del siglo XIX que la guerra era la continuación de la política por otros medios. Hoy podría añadir que uno de los campos de batalla de esa contienda incruenta son los campus de EE UU: la universidad como escenario de guerras culturales, atrapada entre la promesa de Joe Biden de condonar parcialmente la deuda estudiantil, rechazada por el Tribunal Supremo, y el fin de la discriminación positiva también por decisión del alto tribunal. En ese contexto erizado aterriza, como 20º rector de Columbia -y primera al frente de la institución-, la economista de origen egipcio Nemat Minouche Shafik. Directora de la London School of Economics desde 2017, con una carrera que ha zigzagueado entre la docencia y la empresa, la británico-estadounidense Shafik (Alejandría, 60 años) deberá surfear un panorama de extremos, en el que las cancelaciones son moneda común y la movilización sindical que recorre el país prende también en las aulas.

Shafik ha tomado posesión oficialmente el 1 de julio, un día después de que el Supremo impugnara el sistema de admisión en las universidades de Harvard y Carolina del Norte. Su nombramiento es el último de una mujer al frente de importantes instituciones, como Harvard, Dartmouth, M.I.T., la Universidad de Pensilvania y la George Washington. Pero aterrizar en Columbia, que cuenta con ocho premios Nobel de Economía, como el profesor Joseph Stiglitz, reviste especial significado. Stiglitz ha saludado con entusiasmo su llegada: “Una de las cosas que siempre he admirado de Minouche [el apelativo francés por el que es conocida] es que ha mantenido su compromiso con el rigor intelectual, incluso mientras trabajaba en puestos de enorme responsabilidad”.

Entre esos puestos figuran altos cargos en las más importantes instituciones internacionales, del Banco Mundial o el Banco de Inglaterra al Fondo Monetario Internacional, donde fue subdirectora gerente. Durante su periodo como vicegobernadora del banco central británico, fue responsable de los planes de contingencia para el referéndum del Brexit, en 2016. También dirigió la agencia de Cooperación Internacional británica, donde forjó el compromiso de destinar el 0,7% del PIB a la ayuda al desarrollo. Como reconocimiento a su servicio público, fue nombrada baronesa por la reina Isabel II en 2015 y miembro de la Cámara de los Lores en 2020.

Cuando tenía cuatro años, la familia de Shafik, clase media ilustrada, huyó de Egipto por la inestabilidad política y económica de mediados de los sesenta. No resulta difícil reconstruir el contexto histórico y el duelo personal del exilio al hilo de la obra autobiográfica Lejos de Egipto, de André Aciman, otro alejandrino trasplantado a EE UU como ella. La burguesía de la ciudad mediterránea era el objetivo de un régimen nacionalista y cuando el Gobierno del presidente Gamal Abdel Nasser confiscó su casa y sus propiedades, los Shafik huyeron. Su padre, científico, encontró trabajo en EE UU, donde había hecho el doctorado. Minouche y su hermana asistieron a numerosos colegios en Florida, Georgia y Carolina del Norte. Tras pasar parte de su adolescencia en Egipto, la futura rectora de Columbia se licenció summa cum laude en Economía y Política por la Universidad de Massachusetts en 1983. Amplió estudios en la London School of Economics y en Oxford.

Al recordar su infancia, Shafik alude a la educación como el valor inquebrantable que le aportó firmeza y estímulos para seguir adelante. “Cuando mi familia abandonó Alejandría a principios de los años sesenta, mi padre me dijo: ‘Pueden quitarte todo menos tu educación”, explicó al ser nombrada rectora, en enero. De ahí su empeño en dirigirse también a los escépticos que dudan del valor de la educación. “Nos encontramos en un momento de la historia en el que las universidades deben ser a la vez académicas y relevantes”, añadió. Ella quiere que la educación superior interactúe con la res publica, que ambos mundos dejen de darse la espalda.

Profesora en Georgetown, autora de libros que abogan por un nuevo orden social actualizando los ideales rousseaunianos, se identifica como morena (brown) en los formularios que obligan a retratarse racialmente en EE UU. Por eso para Columbia fue el “candidato perfecto”, como “líder global brillante y capaz, economista preeminente que entiende la academia y el mundo más allá de sus respectivos límites”. Su experiencia internacional, escasa en el endogámico mundo universitario, le aporta visión panorámica. Y su defensa a ultranza de la diversidad y la inclusión, una baza ante el nuevo escenario abierto por la revocación por parte del Supremo de una doctrina que parecía asentada desde el fallo del caso Grutter contra Bollinger en 2003, que defendía la acción afirmativa, o discriminación positiva, en las admisiones.

El Bollinger que da nombre a aquella sentencia no es otro que Lee C. Bollinger, predecesor de Shafik en Columbia y hasta ahora el más veterano de los rectores de la Ivy League, quien advirtió de que un fallo negativo del Supremo reduciría drásticamente la diversidad racial y étnica en las aulas, privando de oportunidades a las minorías marginadas. Tras el varapalo del Supremo, la rectora Shafik, de origen árabe, morena y cosmopolita, se enfrentará al desafío de defender la igualdad de oportunidades en un país tan radicalmente desigual como EE UU. “Estoy convencida de que el talento está repartido uniformemente por el mundo, pero la oportunidad no”, ha señalado, recordando que, de haber nacido en otra familia, o en otro lugar como EE UU sin ir más lejos, no habría llegado ni remotamente a donde ha llegado.

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