“Traer causa”
A veces, algunos sesudos profesionales parecen adolescentes: necesitan su propio vocabulario
La locución “traer causa” empieza a aparecer con frecuencia en los preámbulos de las leyes, cada vez peor escritos.
Por ejemplo, el Real Decreto 424/2017 de 28 de abril señala en su primer párrafo que esa norma “trae causa de la propia Ley 27/2013, de 27 de diciembre”. Quienquiera que haya redactado eso difícilmente dirá en su casa “el que te hayas manchado los zapatos trae causa de que había barro”, pero sí acudirá quizás a esa expresión cuando necesite encampanarse para marcar su pertenencia profesional, o cuando espere que el pueblo al que van dirigidas las leyes se empequeñezca ante unos términos que le suenan tan ajenos.
A veces, algunos sesudos profesionales parecen adolescentes: necesitan su propio vocabulario. Cada generación de jóvenes crea un ramillete de palabras identitarias (a menudo opacas a la comprensión de los adultos) a fin de retratar su propio mundo. No sé si los redactores de leyes, resoluciones y sentencias imitan esa técnica para sentir así la eterna juventud.
La reciente reforma del Código Penal contra el maltrato de los animales (Ley Orgánica 3/2023, del 28 de marzo pasado) señala en su preámbulo: “El proyecto de ley del que trae causa la presente ley cumple con los principios de necesidad, eficacia, proporcionalidad, seguridad jurídica, transparencia, y eficiencia”. Bueno, a lo mejor cumple todo eso; pero su transparencia lingüística deja mucho que desear.
Por su parte, la resolución adoptada el 13 de abril por el Centro de Investigación Biomédica en Red señala en su cláusula primera que una convocatoria suya “trae causa” de la constitución de ese organismo. Reproduzco el párrafo con la previa sugerencia a los lectores de que respiren hondo antes de empezar:
“El objeto general del presente convenio es establecer el marco de colaboración científica dentro del cual se van a desarrollar las relaciones entre el CIBER y la Fundación Instituto de Investigación Marqués de Valdecilla, en concreto, a través del Grupo Enfermedades Esqueléticas, Metabólicas y Ambientales (iESQUEMA) perteneciente a dicha institución, para regular las relaciones jurídicas y la realización de cuantas actividades vinculadas a los programas científico-técnicos de las partes se consideren de interés mutuo, y afecten a objetivos a desarrollar conjuntamente por las instituciones firmantes, incluyendo derechos propiedad intelectual e industrial y difusión, entre otras y cuyo límite viene determinado por la convocatoria de la que trae causa la constitución del Consorcio, así como por lo establecido en los Estatutos del CIBER”.
Quisiera ofrecer una traducción de ese fárrago, pero necesitaría para ello haberlo entendido. (Después de todo, lo de “trae causa” no era lo peor).
La expresión “traer causa” es un calco del inglés to bring cause. La podemos hallar muy ocasionalmente en textos legales españoles desde el siglo XIX (el código civil de 1889 la recogía dos veces), conjugada siempre en presente. Pero su uso está aumentando ahora de forma exponencial en el lenguaje legislativo, y se introduce ya en el periodístico pese a ser ajena al español común y pese a no figurar por tanto en los diccionarios, incluidos los jurídicos que he consultado. Nuestro idioma ofrece alternativas más inteligibles como “a causa de”, “es causado por”, “se origina en”, “se deriva de”, “se basa en”, “proveniente de”, “como consecuencia de”, “se debe a” y similares. Así pues, encontraría opciones suficientes quien estuviese tentado de afirmar que esta locución la escriben algunos porque trae causa de su mala cabeza.
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