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Trabajar cansa
Columna
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¿Puede haber un guantazo bien dado?

El vacío de las religiones ha dejado mucho aficionado a la metafísica, que extrae profundos significados de la realidad

Will Smith abofeteó al también actor Chris Rock en la ceremonia de los Oscars el 27 de marzo pasado, en Hollywood, California.
Will Smith abofeteó al también actor Chris Rock en la ceremonia de los Oscars el 27 de marzo pasado, en Hollywood, California.ROBYN BECK (AFP)
Íñigo Domínguez

Confieso que no sabía qué pensar tras la bofetada de Will Smith, pero es cosa mía, que soy un simple. Para mí con estas cosas te ríes, alucinas, lo comentas y ya, a otra cosa. Pero el vacío de las religiones ha dejado mucho aficionado a la metafísica, que extrae profundos significados de la realidad. Además no siendo yo actor, ni negro, ni gracioso como Will Smith, no creo que esté capacitado para opinar. También soy un tío, y mi propia condición me invalida para valorar adecuadamente el machismo. No sé si este chico, Smith, es machista, no le conozco. A lo mejor solo es imbécil, o maleducado. Pero no hay que dejarse engañar, aunque ya hay bastante machismo a simple vista, todo puede serlo si lo examinas con atención. Menos mal que siempre hay catequistas de guardia que nos explican todo lo que lo es y nos llevan por la recta vía. Aprendes mucho y te quitas un montón de problemas. Qué claro lo tienen todo, qué manera de sentar cátedra, cómo colocan cualquier cosita en su cuadrícula. El otro día lo eché en falta para interpretar bien el dato de la inflación y andaba un poco perdido, no sabía qué pensar. Porque no siempre está todo claro.

Vamos a ver. Will Smith tuvo suerte de ser negro, porque si fuera blanco y el otro, negro, ya habría sido su ruina, además de machista habría sido racista, en eso estamos todos de acuerdo. Pero compliquemos la cosa. Si hubiera sido Jada Pinkett, su mujer, la que hubiera sacudido, perfecto, estaría superempoderada, y hasta una bofetada hubiera parecido poco. ¿Está un guantazo bien dado en alguna situación? Yo recuerdo unas cuantas donde hubiera estado bien. Pero si ella hubiera agredido a una presentadora, mal otra vez, se habría fastidiado la sororidad. Y si la agresora es blanca y la presentadora negra, saltan otra vez las alarmas. O si fuera trans, ya fatal. O si quien zurra tiene un tatarabuelo esclavista. Es lo divertido de esto, se barajan las categorías y cambia cada vez quién tiene más puntos.

También terrible si fueran a repartir Smith o Pinkett, ya es indiferente, y el presentador fuera, por ejemplo, un pato. Pero si el agresor también es un pato se trataría de una pelea de patos, igualada. Salvo que uno sea pata y otro pato. Sin olvidar que las peleas de patos son ilegales, pero solo si son organizadas, con intervención humana, no si son espontáneas, naturales. Aunque el problema es que la naturaleza es machista, lo habrán notado. Los documentales de animales son de juzgado de guardia.

En fin, ¿cómo estaría una bofetada bien dada? Yo creo que si el presentador es un hombre blanco votante de Trump y quien va a sacudirle es una mujer esquimal en silla de ruedas, pelirroja, disléxica y del Levante (último clasificado de la Liga) ahí va blindada, no hay quien le tosa. Podría pegarle dos tiros en la Quinta Avenida y nadie diría nada. Solo podrían opinar con autoridad esa estricta comunidad humana de semejantes (esquimal, pelirroja, etcétera). Cada vez se reduce más el círculo de los legitimados para hablar con propiedad, solo quedan algunas subespecies de protozoos, de silencio inmutable. Si decidieran pronunciarse quizá dijeran: “¡Callaos todos vuestra puta boca!”. Había pensado en hacerme pasar por un paramecio y firmar con seudónimo. Opiniones de un paramecio me parecía un título gracioso e inofensivo. Pero sería buscarles problemas a los pobres paramecios, que no tienen culpa de nada y como colectivo es muy simpático, todavía.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.

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