_
_
_
_
Trabajar cansa
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La pandemia de los líos

Venden ya un test que no solo te dice si lo tienes o no, es que entras en un sorteo en el que el ganador consigue hablar con su centro de salud

Iñigo Domínguez covid
Antonio Ángel Alfaro (46 años) utiliza un kit de autotest de COVID-19 antes de la celebración de la cena de Nochebuena en Ronda.JON NAZCA (REUTERS)
Íñigo Domínguez

Viendo una película antigua sientes aprensión cuando se abrazan, o comen alegremente en un restaurante abarrotado, y esto ya lo había sentido, pero el otro día fue nuevo el pánico que me invadió cuando los personajes cogían el teléfono, así sin más, tan despreocupadamente. Eso de no de saber quién es para nosotros ya es intolerable, pero además no tenían el menor temor al responder, descolgaban con una gran inocencia. Y eso que estaba viendo una de los hermanos Marx, pero hasta el gran Groucho se habría visto superado estos días por los acontecimientos. Yo el otro día respondí a cuatro números no fichados y los cuatro eran de una compañía para venderme algo. Es como si con la pandemia hubieran enloquecido. Mi tesis es que aprovecharon que todos en Madrid estamos esperando que te llame el centro de salud después de pedir cita, que a veces incluso te hacen una perdida, te salta el turno y tienes que volver a llamar.

Ya, existe la llamada lista Robinson, donde te apuntas para que no te llamen por publicidad, pero tendría que ser al revés: se deberían inscribir quienes deseen ser molestados, que es lo realmente raro. Estarían junto a quienes les gusta que les pillen las pelotas con la tapa de un piano y gente así. Pero al teléfono también se tienen estos días conversaciones surrealistas con un mismo patrón. 1. Saludos y felicitaciones. 2. Relato de la experiencia vivida en la familia. 3. Intercambio de anécdotas increíbles, con un pique por ver quién tiene la más delirante. Del tipo: “… y estábamos en la cena ocho personas, dio positivo una y nadie más, y ni su marido ni sus hijos, al final solo se había contagiado el salmón ahumado y el vecino del cuarto, con el que no se hablan desde hace cuatro años y que lleva dos sin salir de casa”.

Conocidos que no solo perdieron el olfato, sino que vieron alteradas sus convicciones políticas: uno empezó a temer por la unidad de España y encargó un arma por internet; otro comenzó a sentir una aflicción insuperable por los seres sintientes y le puso un piso a un galgo. Edificios donde solo se salva del contagio el único vecino negacionista, ya es casualidad, y ahora no hay quien lo aguante. Sale todo chulo sin mascarilla, va por ahí con un canario, como los mineros, y si el pajarito empieza a dar volatines él se toma un kilo de petazetas. Hay un video italiano, se lo juro, en el que insertan el palito del test de antígenos a un kiwi y da positivo allí mismo, el kiwi. A mí, francamente, me basta con la familia, que el otro día en la farmacia me gasté más de 100 euros en test, mascarillas y paracetamol. Si empezara a hacer test a los espárragos o a los filetes rusos se me iría de presupuesto. Venden ya un test que no solo te dice si lo tienes o no, es que entras en un sorteo en el que el ganador consigue hablar con su centro de salud, y de segundo premio, un viaje a Canarias.

Una de mis anécdotas favoritas es la historia de una mujer que llamó al número de la Comunidad de Madrid para informar del positivo de su hijo y el suyo, y le dijeron que le apuntaban uno, pero tenía que volver a llamar, porque solo cogen uno por llamada. Después de media hora esperando. Corre la leyenda de uno que consiguió hacerse una PCR por lo público y lo estoy buscando para entrevistarlo. Lo que vivimos desde hace dos años es trágico y terrible, pero dada nuestra naturaleza en algún momento nos reiremos, y desde luego ese momento, a pesar de nuestra tristeza y nuestro hartazgo, y gracias a nuestra irresistible propensión al absurdo como seres racionales, se va acercando a pasos agigantados.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Corresponsal en Roma desde 2024. Antes lo fue de 2001 a 2015, año en que se trasladó a Madrid y comenzó a trabajar en EL PAÍS. Es autor de cuatro libros sobre la mafia, viajes y reportajes.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_