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La punta de la lengua
Columna
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Talibanes y talibanas

El idioma de millones de afganos y de iraníes carece de distinción morfológica de géneros y es, por tanto, igualitario

Álex Grijelmo
Un luchador talibán en Kabul, el pasado 31 de agosto.
Un luchador talibán en Kabul, el pasado 31 de agosto.HOSHANG HASHIMI (AFP)

Los talibanes han amargado el verano a los demócratas del mundo al sembrar de nuevo el horror en Afganistán. Su reconquista del país los ha devuelto a la actualidad con la misma fuerza que ya conocimos en 1996, cuando derrocaron al Gobierno establecido entonces. Y con ellos regresa una palabra que, de haber transcurrido la historia por otros derroteros, habría desaparecido de nuestro vocabulario, igual que a finales del XIX se esfumaron los bóers tras su guerra sudafricana. Sin embargo, la presencia recurrente del movimiento talibán en los medios durante estos años, ahora intensificada, ha dado para crear incluso un sentido figurado de ese término. Talibán: persona intransigente, fanática.

“Talibán” es en realidad un plural en árabe. El persa (lengua de Irán) tomó de ese idioma la palabra, para prestársela luego al pastún, dialecto iranio que emplean 13,5 millones de afganos y 20 millones de paquistaníes, la mayoría de ellos analfabetos (Breve historia de las lenguas del mundo, Rafael del Moral, 2014). El pastún o pasto es lengua cooficial en Afganistán desde 1936 junto con el dari o farsi o persa. El singular de talibán en esos tres sistemas es tálib. Por tanto, al decir “los talibanes” se está incurriendo en un doble plural. Pasaría lo mismo si a un supuesto grupo terrorista internacional al que por la juventud de sus integrantes se le denominara The Children (los niños) lo llamáramos en español “los chíldrenes”.

Cualquiera que empezase a decir “los chíldrenes” sería señalado por algunos de los que saben inglés; pero la veneración de ciertas minorías ante esa lengua no se ha dado con el italiano o el árabe. Así, decimos los dobles plurales “espaguetis”, “raviolis”, “paparazzis”…, formados con los plurales spaghetti, ravioli y paparazzi, que tienen sus singulares en spaghetto, raviolo y paparazzo. Y también “muyahidines”, “fedayines”, “serafines”, términos que proceden de los plurales árabes formados a partir de muyahid, fiday y serafim.

En unos medios se habla estos días de “los talibán”; en otros, de “los talibanes”; y en otros, a veces de “los talibán” y a veces de “los talibanes”, dos formas diferentes que se pueden oír en un mismo minuto de radio. Quien dice “los talibán” está respetando el plural original. Y quien prefiere “los talibanes” está formando ese plural a partir de la integración de “talibán” en el español como singular, opción incluida por el Diccionario académico desde 2001 y por el Libro de estilo de EL PAÍS desde 2002. Lo que ya no tiene sentido, como señalaba en una carta a la directora el académico Pedro Álvarez de Miranda el 21 de agosto, es mantener el masculino “talibán” para concordancias en femenino: “delegación talibán”, “estrategia talibán”, “autoría talibán”. Tálib significa “estudiante”; y en el contexto afgano, “estudiante del Corán”, por antonomasia; ese movimiento nació precisamente en las escuelas coránicas de Pakistán, y de ahí que a sus miembros se les llamara “los estudiantes”.

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Nuestro desdoble “un talibán / una talibana” no es posible en farsi o persa. El idioma mayoritario en Irán y que usan más de 8 millones de afganos (Lenguas del mundo, Rafael del Moral, 2002) carece de distinción morfológica de géneros, como pasa en el inglés, lo cual implica la ausencia del mal llamado “masculino genérico” (debería denominarse solamente “genérico”). Atroz paradoja la que se da en Irán y Afganistán, donde reina el machismo y se habla una lengua que, con arreglo a ciertos criterios actuales, sería “inclusiva” o “igualitaria”; y que se puede usar, por la ausencia del femenino, para la invisibilización de la mujer.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

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