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Columna
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Si las cosas le salen mal al Gobierno de Draghi, Italia podría pagar un alto precio

Italia ha pasado del euroescepticismo a abrazar a Europa. Pero el cambio gubernamental de Italia está desprovisto de legitimidad electoral

Mario Draghi
El entonces presidente del Banco Central Europeo en junio de 2019 en Sintra, Portugal.Horacio Villalobos/Corbis/Getty Images (EL PAÍS)

En las elecciones políticas italianas de 2018 se afianzaron dos partidos euroescépticos, el Movimiento 5 Estrellas y la Liga, que gobernaron juntos hasta el verano de 2019. Esa misma legislatura da vida ahora a un Gabinete encabezado por Mario Draghi, el expresidente del Banco Central Eu­ropeo. La legislatura más euroescéptica de la historia de Italia desemboca en el Gobierno más europeísta. ¿Cómo ha podido producirse semejante transformación? Para entenderlo, primero debemos comprender el resultado de las elecciones de 2018.

Desde finales de los setenta, Italia ha estado luchando con el problema de la compatibilidad entre la política nacional y las obligaciones eu­ropeas, especialmente las económicas. El no haber resuelto ese problema fue uno de los motivos del derrumbe del sistema “histórico” de partidos a principios de la década de 1990 y la principal causa del colapso del sistema político bipolar nacido sobre los escombros de ese derrumbamiento, colapso que se produjo en 2011 a raíz de la crisis de la deuda soberana. La explosión del euroescepticismo en 2012, en un momento en que Italia estaba liderada por el Gobierno técnico y europeísta de Mario Monti, se puede considerar una reacción de exasperación hacia una Europa que se percibía como un obs­táculo insuperable para el desarrollo y el bienestar de la población del país. Ojo: Italia, por tradición, es europeísta, aunque solo sea porque la opinión pública siempre ha sido “italoescéptica”: no confía en la clase dirigente nacional. En aquel momento, la hostilidad hacia la UE dependía a menudo de la decepción con un proyecto esperado y en el que se había creído, pero que estaba resultando diferente de lo que había prometido ser. La hostilidad de un amante despechado.

La reacción a la crisis de la deuda soberana de 2011, la austeridad y el Gobierno de Monti llevaron al gran éxito electoral del Movimiento 5 Estrellas en 2013. Contra todo pronóstico, logró sobrevivir a la oposición durante toda la legislatura 2013-2018. En esos años, aprovechando la crisis migratoria, también empezó a acaparar votos la Liga, que Matteo Salvini estaba transformando en partido nacional y soberano. Finalmente, en 2016, el intento de Matteo Renzi de reformar el sistema político italiano fracasó con un referéndum. Renzi quería dar una salida constructiva a la protesta de los italianos, pero, debido a sus muchos errores, esa protesta se volvió en su contra. Así, en las elecciones políticas de 2018, el Movimiento y la Liga lograron reunir una mayoría absoluta y dar vida a un Gobierno de coalición. Sin embargo, con las elecciones europeas de 2019 entraron en juego tres factores que explican cómo pasamos del Gobierno más euroescéptico al más europeísta. En primer lugar, ambos partidos son profundamente diferentes: Salvini transformó la Liga en un partido de derechas centrado en la defensa del interés nacional; el Movimiento siempre ha tenido una identidad política mucho más débil y algunos de sus temas originales pertenecen a la izquierda “alternativa”. En segundo lugar, tras la formación de la Comisión presidida por Ursula von der Leyen, los partidos europeístas y la clase dominante, aprovechando una oportunidad inesperada que les brindó Salvini y beneficiándose de la profunda crisis de identidad del Movimiento 5 Estrellas, cerraron el experimento populista y dieron vida a un nuevo Gobierno más acorde con el equilibrio político continental. Por último, estalló la pandemia, que llevó a la UE a cambiar su estrategia, transformándose, al menos temporalmente, de la Europa de la austeridad a la del gasto público. Este cambio de clima explica por qué ambas fuerzas están dispuestas a apoyar a Draghi.

La operación que se está llevando a cabo estos días tiene un límite fundamental: se ha realizado en el interior de los palacios del poder y está desprovista de legitimidad electoral. Si las cosas salen mal, si el Gobierno de Draghi resulta ser menos eficiente de lo que se espera, si la financiación que llega de Europa tiene un impacto menor del esperado y si el país sale de la pandemia muy enfadado, entonces Italia podría encontrarse pagando un precio alto por este momento de suspensión de la política.

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Giovanni Orsina es politólogo y profesor de Sistemas Políticos de la Universidad LUISS.

Traducción de News Clips.

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