Cómo Linda Blair sobrevivió al papel más controvertido del siglo y está dispuesta a volver a él
Solo tenía 14 años cuando se convirtió en un fenómeno sociológico y en carne de la prensa amarillista tras protagonizar ‘El exorcista’. 50 años después del estreno de la película que le dio la fama volverá a retomar su papel en una nueva entrega
“¿Sabes lo que tiene que hacer tu personaje? Sí, cosas malas. ¿Qué cosas malas? Bueno... Empuja a un hombre por la ventana de su dormitorio y golpea a su madre en la cara y se masturba con un crucifijo. Miré a su madre. Parecía darse cuenta de que su hija era especial. Linda no se molestó. ¿Sabes lo que eso significa? Le pregunté. Sí, hacerse pajas, ella respondió sin dudarlo, riendo un poco. Volví a mirar a su madre. ¿Alguna vez has hecho eso? Le pregunté a Linda. Claro, ¿tú, no? He encontrado a Regan”.
Esta conversación que el director William Friedkin (Chicago, 87 años) plasma en en sus memorias The Friedkin Connection, y que hoy sería inimaginable, detalla el momento exacto en el que Linda Blair (San Luis, Misuri, 64 años), se hizo con el papel de Regan McNeil o, como realmente es conocida por todo el mundo, la niña de El exorcista.
Por aquel casting habían pasado más de mil adolescentes. La imposibilidad de encontrar a una niña capaz de cargar con el peso de la trama había sido el motivo por el que Mike Nichols había abandonado el proyecto. Friedkin estaba a punto de seguir sus pasos, cuando se obró el milagro. Jamie Lee Curtis había sido la primera opción, pero su madre, la actriz Janet Leigh, se opuso rotundamente.
La dureza del guion no era ningún secreto. Estaba basado en una historia real, una supuesta posesión acaecida a finales de los años cuarenta que el escritor William Peter Blatty había convertido en un superventas que superaba los 10 millones de ejemplares. Blair carecía de experiencia, había posado como modelo, su verdadera pasión era la equitación y ni su propia agencia confiaba en ella, pero Friedkin no dudó: “Era una niña de 12 años normal y feliz”, dijo. Aquella película supondría el primer paso para dejar de serlo.
El exorcista es un clásico en las conversaciones sobre “películas malditas”. Un incendio asoló parte de los decorados, varios familiares de miembros del equipo (se dice que nueve) fallecieron durante el rodaje, y hubo un sinfín de accidentes que provocaron que, tal vez como maniobra publicitaria, el director solicitase al cura que ejercía como asesor que bendijese el plató. Una bendición que no sirvió para evitar los graves fallos de seguridad que provocaron que tanto Blair como la actriz que daba vida a su madre, Ellen Burstyn, sufran hoy secuelas por los golpes recibidos durante algunas escenas.
El rodaje fue infernal, las sesiones de maquillaje de Blair duraban cuatro horas diarias y el estudio permanecía a temperaturas bajo cero para lograr el vaho que salía de la boca de los actores durante el exorcismo. Fueron siete meses extenuantes, pero lo verdaderamente truculento para Blair llegaría tras el último golpe de claqueta. A pesar de que la película fue aprobada por la Iglesia católica, su impactó suscitó interés por la figura del maligno y el célebre evangelista Billy Graham, líder de la ultraderecha religiosa en EE UU, proclamó: “El diablo está en cada fotograma de la película”. Blair fue acusada por sus adeptos de “glorificar a Satanás” y recibió amenazas de muerte. La productora Warner Bros contrató guardaespaldas para protegerla 24 horas al día durante seis meses y su familia se vio obligada a cambiar varias veces de casa.
Háblame de la fe, niña
Criada en un entorno libre de religiosidad, Blair no sentía que la película tuviese ninguna connotación espiritual: para ella era la historia de una madre soltera capaz de cualquier cosa por su hija. Muchos espectadores y periodistas no lo interpretaron así y se acercaron a ella en busca de respuestas que iban más allá de su faceta de actriz. “Para mí El exorcista era una obra de ficción. No me di cuenta entonces de que se trataba de algo real, y cuando la prensa me preguntaba acerca de todas las cosas del demonio sentía una presión insoportable”, declaró años después a la web especializada en cine de terror Dread Central.
El exorcista recaudó más de 400 millones de dólares y se convirtió no solo en un éxito de taquilla, sino en un fenómeno social. Logró 10 nominaciones a los Oscar, incluida la de mejor película (algo inédito para una cinta de terror). Entre ellas, la de mejor actriz secundaria para Linda Blair.
Tras haber ganado el Globo de Oro era la favorita de la categoría, hasta que una revelación inesperada acabó con sus posibilidades. La cavernosa voz de Regan, uno de los elementos más aterradores de la película, pertenecía realmente a Mercedes McCambridge, célebre secundaria de los años cincuenta que en Johnny Guitar interpretaba a la enemiga de Joan Crawford. Ella era quien realmente gritaba frases perturbadoras como “¿Has visto lo que ha hecho la cochina de tu hija?” o “Tu madre chupa pollas en el infierno”.
Friedkin recurrió a McCambridge tras comprobar que ningún efecto de sonido aplicado a la voz de Blair infundía el miedo necesario. La intérprete se tomó muy en serio el encargo y preparó su voz fumando y bebiendo ingentes cantidades de whisky a pesar de ser una alcohólica en rehabilitación. Incluso se anudó un lazo al cuello para forzar aún más su garganta durante las grabaciones. Sus revelaciones fueron un mazazo para la candidatura de Blair. “No tengo nada en contra de la niña, ni siquiera la conozco, pero si la gente la hubiera escuchado decir algunas de esas obscenidades, se habrían reído”, reveló una enfadadísima McCambridge a The New York Times, harta de que “hasta el tipo que cedió las joyas” hubiese sido acreditado en la película, pero su trabajo se mantuviera sin reconocer.
La explicación parecía ser que, en un principio, la actriz, devota cristiana, había preferido mantenerse en el anonimato, pero tras el éxito de la película sintió que era una nueva oportunidad para su carrera.
Años después se desveló asimismo que secuencias como la masturbación con el crucifijo habían sido realizadas por la actriz Eileen Dietz. “Estaban buscando a alguien que fuera pequeño pero también muy fuerte”, declaró a The New Statesman. “Tienes que recordar que Linda Blair solo tenía 12 años, por lo que no era posible que filmara cosas como la escena de masturbación del crucifijo o la pelea a puñetazos con el padre Karras. Ahí es donde entré. Si ves a Regan vomitando, esa soy yo, pero si la ves después de los vómitos, entonces es Linda”.
Al final la estatuilla recayó en otra niña cuya carrera, y vida, resultaría tan errática como la de Blair, Tatum O’Neal.
La vida después del demonio
Tras El exorcista llegó la adaptación televisiva de otro libro superventas, Nacida inocente, una de esas novelas que durante los ochenta y merced al Círculo de Lectores se podían encontrar en cualquier casa española. En la portada aparecía el rostro de una sufriente Linda Blair en el papel de Christine Parker, adolescente maltratada por sus padres que acababa recluida en un terrorífico reformatorio en el que sufría toda clase de abusos. Fue la película televisiva más vista en Estados Unidos.
Fuera de la pantalla, la vida de Linda empezaba a parecerse peligrosamente a sus últimos guiones. Mientras rodaba El exorcista II: El hereje (1977), la esperada secuela de la película que la encumbró y que fue despedazada por la crítica, inició un romance con el cantante Rick Springfield. Él tenía 25 años, ella solo 15. El cantante lo contó con todo detalle en su autobiografía, Late, Late at Night. “Soy su primer amante y ella es una aprendiz entusiasta. Compartimos el amor por los perros y el sexo, por separado, no en combinación. La mayoría de las veces no salimos del apartamento. Ella está invitada a estrenos y fiestas de Hollywood y vamos juntos, los medios nos masacran. Estamos impactados por los artículos indignados que se escriben sobre nuestra relación”. Aún hoy son íntimos y comparten su devoción por los animales participando juntos en eventos solidarios, como Blair deja claro en redes sociales.
Tras la ruptura, y aún siendo menor de edad, empezó a salir con Rick James, conocido por su éxito Super freak y autodenominado “icono de las drogas y del erotismo”. La prensa insinuó que fue James quien la había introducido en el mundo de las drogas. Después otro de sus novios, Glenn Hughes, bajista de Deep Purple y Black Sabbath, afirmó que habían roto porque la consideraba muy salvaje (“tomaba demasiada cocaína”).
A los 18 años fue detenida tras una redada policial y acusada de posesión de anfetaminas y cocaína. Pasó tres años en libertad condicional y tuvo que protagonizar 12 apariciones públicas concienciando sobre el peligro del abuso de sustancias. Se libró de entrar en prisión, pero no del juicio mediático. Su carrera empezaba a ser un pálido recuerdo cuando tomó otra decisión errónea: posar para Playboy. Lo único que consiguió fue sufrir el furibundo aliento de la gordofobia y un certificado de defunción oficial de su carrera.
Adiós, Lassie
Su vida fuera de la pantalla tenía poco que ver con la imágen seráfica que había proyectado en Aeropuerto 75 (1974), en la que interpretaba a una niña que espera un trasplante de riñón (más famosa que el original es la parodia que realizó Aterriza como puedas, en la que la monja que ameniza el viaje a la enferma va cortando a golpe de guitarra los cables que la mantienen con vida). La niña que soñaba con ser amazona, que quería “ser una princesa de las películas de Disney”, que quería estar en Lassie o en Flipper, en sus propias palabras, que “no quería ser un monstruo”, acabó protagonizando producciones de serie B de chicas en cárceles como Rejas ardientes (1983), un erotismo chusco de los primeros ochenta, y en varios subproductos de terror.
Demostrando un gran sentido del humor protagonizó la parodia de su película más célebre, Reposeída (1990), donde compartía protagonismo con Leslie Nielsen. También sintió destellos de la antigua gloria: a finales de los noventa interpretó a Rizzo en el montaje de Broadway de Grease y Wes Craven le dio un pequeño papel, apenas un cameo, en Scream (1996), la revitalización definitiva del slasher.
Consciente del escaso vuelo de su carrera se centró en su gran pasión: los animales. Invirtió los ahorros de su vida en la Linda Blair World Heart, organización sin fines de lucro dedicada a ayudar y rehabilitar a los animales maltratados. Tras el Katrina rescató a más de 50 animales en Nueva Orleans. Es también una firme luchadora en favor de los perros de raza pitbull, con los que, como explicó en un especial televisivo de Oprah Winfrey, siente una profunda conexión. ”Un gran pitbull me siguió una vez y, como los medios de comunicación insistían en que era un perro asesino, corrí a casa”, explicó Blair, que no sabía nada acerca de la raza excepto lo que había escuchado en las noticias. “Entonces me di cuenta de que este perro no me estaba atacando, estaba pidiendo ayuda”, matizó Blair. “Le traje un poco de agua y su comportamiento me mostró que él era el ángel que ahora sé que me había sido enviado”. Como víctima de la especulación y las mentiras de los medios sabe lo que es la estigmatización (y como protagonista de El exorcista es una experta en estigmas).
Plenamente recuperada de los problemas de salud mental que la llevaron a recluirse en una institución, y reconciliada también con su pasado, está preparada para volver a la primera fila. Hace unas semanas se anunció que tanto ella como Ellen Burstyn participarán en una nueva entrega de El exorcista, 50 años después de convertirse en una promesa de Hollywood que no se cumplió. Se convirtió en algo mejor: en una leyenda contemporánea.
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