Del Rubius a Mick Jagger y de Andorra a la Costa Azul: los rockeros de los setenta ya hacían ventajosas mudanzas
Los ‘youtubers’ no lo inventaron. La práctica de irse a vivir a lugares donde un millonario paga menos impuestos ya la conocían grupos que, sobre el escenario, seguían rompiendo guitarras
Es otra señal de que, al fin, podemos dar por terminado el siglo XX. Los youtubers que se han mudado a Andorra para esquivar a la Agencia Tributaria han protagonizado decenas de debates políticos y virtuales y nadie ha mencionado Taxman, el tema de los Beatles. Pero las estrellas británicas de los años sesenta y setenta, con sus extravagancias y sus infinitos tropiezos, son todavía el mejor ejemplo de los problemas que surgen cuando alguien inexperto gestiona enormes cantidades de fama y dinero, obtenidas en muy poco tiempo y de un modo que los adultos de su época tampoco terminaban de explicarse. Todo lo que le pueda ocurrir a un ídolo actual ya les habrá pasado varias veces a Mick Jagger o a Keith Richards.
En 1966, los contables de los Beatles les avisaron de que, a pesar de su éxito, estaban al borde de la bancarrota. George Harrison atribuyó su precaria situación económica a la “supertax” introducida por el gobierno laborista de Harold Wilson (primer ministro entre 1964 y 1970 y, más tarde, entre 1974 y 1976). La “supertax”, aprobada en un momento muy delicado para la economía británica, fue un tipo impositivo que grababa al 95% los ingresos por encima de cierta cantidad que muy pocos contribuyentes –entre ellos, algunos jóvenes músicos– alcanzaban. Con el verso “there’s one for you, nineteen for me” (“una para ti, diecinueve para mí”) comenzaron los conflictos entre los rockeros y el departamento de Rentas y Aduanas de Su Majestad.
Como siempre, fueron los Rolling Stones los que convirtieron la irritación en escándalo. El documental Stones in Exile (2010) lo recoge todo: en 1971, la paz y el amor ya no estaban de moda y flotaba en el ambiente la idea de que el sistema no funcionaba y era necesario destruirlo o escapar de él. Los Stones tenían graves problemas financieros y apenas podían pagar los impuestos que debían tras años de mala gestión. Tenían que elegir entre abandonar Inglaterra y convertirse en exiliados fiscales o renunciar a buena parte de sus lujos. En abril de aquel año, un séquito de limusinas trasladaba a los miembros del grupo desde el Aeropuerto de Niza (al que habían llegado en avión privado) hasta sus respectivas mansiones por toda la Costa Azul.
Richards (que actualmente vive en Estados Unidos) sigue defendiendo que “fueron expulsados de su propio país” y Jagger (que todavía evita pagar impuestos en Reino Unido) entonces se declaró “sexualmente satisfecho, filosóficamente confuso y financieramente insatisfecho”. Para Bill Wyman, que importaba bolsas de té y otros productos para el desayuno, la vida a orillas del Mediterráneo era un tormento, y según contó en artículos enviados a la prensa británica como My problem with taxes (Mi problema con los impuestos) se sentía luchando contra el mundo.
Sin embargo, Keith, que había viajado junto a su pareja, la modelo Anita Pallenberg y su hijo, se adaptó enseguida. El guitarrista alquiló Villa Nellcôte, un palacio de estilo neoclásico sobre un acantilado. La casa, con más de 15 habitaciones y amplios jardines, se convirtió en el centro de operaciones de la banda, que instaló un estudio en el sótano; y sirvió como patio de recreo para muchos artistas, contrabandistas, camellos y aristócratas. En palabras de Robert Frank, fotógrafo que acudió a pasar la tarde y se quedó allí seis meses: “Éramos como una tribu, también había niños correteando por todas partes”.
La aventura francesa de los Stones terminó cuando los excesos (sobre todo la heroína) hicieron imposible acabar el álbum al que su contrato (un lanzamiento cada año y medio) obligaba. Terminaron de grabar Exile On Main St. en Los Ángeles y sus meses en Francia se convirtieron en otra de sus leyendas.
Cuando Elton llamó a Rod “¡traidor!” por irse para no pagar impuestos
Rod Stewart se marchó en 1974 y causó un revuelo similar. “No estoy dispuesto a pagar estos impuestos durante toda mi vida”, declaró antes de instalarse en California, donde vivió durante casi cuarenta años hasta que regresó a Essex “para dar una educación británica a mis hijos”. El más grosero fue Robert Plant, que durante los conciertos de Led Zeppelin abroncaba a sus seguidores por haber votado a los laboristas sin pensar en los impuestos que iban a tener que pagar cantantes como él.
“Se pasó gran parte del concierto de Led Zeppelin en Earls Court en 1975 quejándose de que todo el mundo estaba yéndose del país por culpa de las políticas fiscales”, escribió Alexis Petridis en The Guardian en 2014, “y abroncando al público –entonces en medio de una crisis económica– por votar a los laboristas sin considerar, primero, los efectos que sus planes fiscales traerían a los músicos multimillonarios”.
Otros casos sonados fueron los de Cat Stevens (tributó en Brasil), David Bowie (en Suiza) o Pink Floyd (varios años viajando por el mundo). No obstante, no todas las estrellas abandonaron Reino Unido en aquellos años. Algunos, como Ian Anderson, de Jethro Tull, no estaban dispuestos a pasar la mayor parte del año lejos de casa y otros, como Elton John siempre se mostraron a favor de pagar tantos impuestos como exigiera la ley. Rod Stewart cuenta en sus memorias que cuando le comunicó a su amigo el motivo por el que abandonaba Inglaterra, este le gritó “¡traidor!” y le retiró la palabra durante años.
La siguiente generación de músicos lo tuvo incluso más fácil. En 1977, Chris Blackwell, fundador de Island Records, inauguró en Bahamas los Compass Point Studios. Estos estudios de grabación ofrecían unas instalaciones del mejor nivel, un paisaje espectacular y, además, se situaban en un paraíso fiscal. Fueron los favoritos de quienes debían pasar largas temporadas —más de lo que se tarda en grabar un álbum— en el territorio en el que hubieran elegido tributar (o no hacerlo: en Bahamas no existe impuesto sobre la renta pero sí secreto bancario). Nunca sabremos si por motivos artísticos o económicos, grupos como U2, The Cure, Talking Heads o AC/DC (para grabar el superventas Back in Black) pasaron por allí. También solistas como Julio Iglesias o Serge Gainsbourg, que en 1984 quemó un billete de 500 francos —algo ilegal— en la televisión francesa para protestar contra el tipo impositivo del 74% que debía asumir.
¿Qué pasa en España?
En España, donde hemos asistido a escándalos como el de Shakira, acusada de defraudar 14,5 millones de euros a Hacienda, la tributación de los artistas es también una cuestión compleja. César Estabiel, asesor fiscal y periodista musical, indica que “existen asesorías especializadas en temas de artistas, ya que tocan aspectos no muy comunes en otros ámbitos: derechos de imagen, rentas obtenidas fuera del territorio nacional... Pocos profesionales están dispuestos a asumir riesgos con el Fisco. Es lo primero que te intentará inculcar un buen asesor. Por un lado, está el aspecto ético y por otro, que los instrumentos de control de la Agencia Tributaria cada vez son más eficientes.”
En cuanto a la posibilidad de tributar en el extranjero, Javier Pajares, Inspector de Hacienda, recuerda que “de acuerdo con nuestras leyes, no solo las fiscales, cada cual puede irse a vivir donde quiera y le dejen; pero lo que no se puede —y la Ley fiscal española trata de impedir— es hacer trampas. Esto es: si el artista se va, tiene que irse de manera real y efectiva. Por ejemplo, en el IRPF, se entiende que el contribuyente tiene su residencia habitual en territorio español cuando permanezca en él más de 183 días; o también cuando radique en España el núcleo principal de sus actividades, de forma directa o indirecta.”
Si bien hasta hace poco no se hablaba con frecuencia de exiliados fiscales, sí que estamos acostumbrados a leer noticias sobre “sociedades interpuestas”. En estos casos y otros similares lo que se cuestiona es la forma jurídica adoptada por los músicos para tributar.
“Cualquier operador económico puede organizarse como mejor considere para que sus relaciones con el Fisco sean lo menos gravosas para él —explica Pajares—, es el concepto denominado economía de opción”. Según el especialista, esto supone que un músico puede tributar “como persona física, como comunidad de bienes o como sociedad mercantil por acciones”. En los dos primeros casos se tributa igual que otros profesionales (abogados, economistas, escritores....) profesionales en el IRPF. La diferencia, según Pajares, radica en la tercera opción: “Si se constituyen como sociedad mercantil, esta tributará por el Impuesto sobre Sociedades por los beneficios que obtenga. Y la diferencia es radical entre una situación u otra, pues mientras que el IRPF es un impuesto progresivo, el Impuesto Sobre Sociedades es un impuesto proporcional.”
La progresividad (esa misma de la que huían los músicos británicos) consiste en que “a mayor renta le corresponde un mayor tipo impositivo efectivo”. Este varía: en 2021 y para rentas superiores a 300.000 euros, entre el 45,5 y el 50% según comunidad autónoma. Pero el Impuesto Sobre Sociedades tiene un tipo general del 25%. Por eso, apunta Estabiel, “montar una S.L. era algo común entre los artistas, ya sean modelos, cantantes o periodistas de la prensa rosa. Tendemos a pensar en ello como un fraude, pero es una manera de simplificar el problema que no nos ayuda a entenderlo. Pondré un ejemplo. La norma te facilita el instrumento de la S.L. cuando vas a montar una empresa. Pero, ¿qué es una empresa? Pues la suma de recursos para la consecución de un fin. Esto te lo permite la ley. Entonces, el artista puede contratar un ayudante y eso ya podría ser una empresa.”
“Es la Inspección de Hacienda —sigue Pajares— quien debe discernir si estamos ante una economía de opción o bien ante una simulación. A mi juicio, no es lo mismo un tenista, persona física que desarrolla una actividad unipersonal, que los Rolling Stones o Los Angeles Lakers, que son auténticas factorías, con sus asesores, managers, fisioterapeutas, nutricionistas, transportistas, infraestructura informática, inmuebles... Es decir, que hay actividades que, por su dimensión económica y naturaleza, requieren una organización más o menos compleja y unas aportaciones importantes de capital que legitimarían la creación de sociedades mercantiles, y otras que no; pero hay que ir caso por caso.”
No obstante, en España casi nadie alcanza rentas tan altas y mueve una infraestructura tan compleja como para tener que elegir. La inmensa mayoría de los músicos están dados de alta en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos, y, últimamente, con la industria prácticamente paralizada, probablemente están deseando tributar todo lo posible, porque eso será la señal de que los conciertos y festivales han podido reanudarse. Mientras tanto, en Reino Unido, nunca faltan nuevas estrellas dispuestas a seguir la tradición: en 2014 los Arctic Monkeys fueron descubiertos ocultando su dinero en Jersey y Adele confesó en 2011 a la revista Q que, tras liquidar sus impuestos, le “entraban ganas de comprar una pistola y abrir fuego”.
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