Bagels: máximo sabor, mínima complicación
Imagina un comodín delicioso que combine con todo tipo de sabores y solucione en un plis el desayuno, un almuerzo ligero o una cena informal. Tierno, crujiente, apetitoso, cosmopolita… Aquí tienes fórmulas facilísimas para disfrutar de tus Bimbo Bagels hasta el infinito y más allá
Nueva York los puso de moda. Como tantas otras tendencias, la fiebre por el bagel nació y se contagió desde las calles, los coffee shops, las películas –qué no podrá lograr el cine– y los puestos de comida callejera de la Gran Manzana, sobre todo de Manhattan y del barrio de Brooklyn. Desde primera hora de la mañana, hasta el último deli de la esquina exhibe fotogénicas bandejas llenas de estos icónicos panecillos con forma de rosquilla, perfectamente alineados por gamas de sabores y toppings: al natural, con sésamo, semillas de amapola, queso, ajo, jengibre, cebolla, pasas, canela…
Aunque no es un concepto nuevo, su popularidad más allá de las fronteras de los países anglosajones ha seguido un curso tímido. Tal vez por eso resultan tan exóticos. La receta es original de Cracovia, y fueron los polacos exiliados a los países anglosajones a mediados del siglo XX quienes la llevaron consigo. El humilde bagel vivió su particular sueño americano gracias a su versatilidad, que en seguida le ayudó a abrirse un hueco a cualquier hora del día y relleno casi de cualquier cosa imaginable en una cultura –la anglosajona– en la que comer on the go es un ejercicio cotidiano que todo el mundo practica. Y en eso, en su carácter de bocado nómada, súper práctico y sus combinatoria infinita de rellenos, los Bimbo Bagels no tienen rival.
Es más consistente que el pan de molde, tiene más carácter que el de hamburguesa y al cabo de las horas ‘envejece’ mejor que un pan convencional (pensemos en la baguette, la chapata o el candeal), manteniendo su miga esponjosa durante más tiempo gracias a su elaboración en dos pasos: primero va cocido en agua hirviendo y después horneado. Puede tomarse frío o templado, recién tostado. En el desayuno, para un almuerzo rápido, para merendar, en esos días de ‘aquí te pillo, aquí te mato’ a la hora de la cena… Cerrado (en plan bocata) o abierto (en plan tostada). Relleno de dulce, salado e incluso de encurtidos. Su corteza crujiente aguanta muy bien el salseo sin reblandecerse (haz la prueba con queso de untar, mayonesa, mermelada, mostaza…). Pega tanto acompañado de una cerveza como de una taza de café caliente. Y brinda posibilidades desde el top de lo saludable hasta esos momentos de autoindulgencia en los que el cuerpo pide marcha sin remordimientos (¿alguien ha dicho crema de cacao y avellanas?). Todo un bocado por explorar.
Para demostrarlo, aquí cinco sencillas recetas de lo más heterogéneo que demuestran las posibilidades ilimitadas del panecillo más camaleónico del universo gastro. Si no podemos ir a Nueva York, que Nueva York venga a nosotros. Al menos sus Bimbo Bagels.
Al estilo Elvis, bocados de rock’n’roll
Dicen las malas lenguas que, en sus últimos años de carrera, Elvis Presley hizo monodieta. En concreto, se alimentaba de un bocado tan icónico que incluso hoy se puede probar al visitar la mansión de Graceland (Memphis) en la que vivió el rey del rock. El sándwich que le hacía perder la cabeza llevaba plátano y mantequilla de cacahuete en dos rebanadas de pan de molde. Podemos emular –solo de vez en cuando, claro– al intérprete de Jailhouse Rock con nuestra versión de este placer culpable. Solo hay que tostar uno de tus Bimbo Bagels durante dos minutos en tostadora, untar en la cara interior de ambas rebanadas una cantidad generosa de peanut butter y disponer sobre ellas un plátano de Canarias cortado en rodajas. Para darle un toque crunchy basta con coronar esta rockanrollera combinación con cacahuetes troceados en pedacitos pequeños. Cerramos cuidadosamente y… ¡Ohhhh, mamma!
Con mantequilla (con IGP) y mermelada (de kilómetro 0)
Hay mezclas que funcionan SIEMPRE. Da igual que no sean las más novedosas ni las que estén más en auge. De hecho, sobreviven a las modas pasajeras de manera envidiable. Un claro ejemplo es el archiconocido combo de mantequilla y mermelada que, además, no tiene por qué ser aburrido. Podemos darle nuestro toque personal para crear uno de tus Bimbo Bagels con esta fórmula, pero de autor. ¿Cómo? Empleando ingredientes que hablan a las claras del territorio donde se producen. Por ejemplo, mantequilla de Soria, amparada por el sello de calidad de la Indicación Geográfica Protegida, y con un puntito de sal. Por el otro lado, mermelada de tomate hecha en Menorca. Tuesta las dos rebanadas del bagel y extiende la mantequilla mientras aún está atemperado para que se funda con la miga. A continuación, unta la mermelada. Orgía de sabores especiado-salado-ácido-dulce tremebundo.
Con hummus, rúcola y granada, la opción saludable
Si estás cansado de que el insulso y poco tentador queso para untar bajo en calorías de siempre sea la única opción que se te viene a la cabeza cuando te planteas un relleno saludable, cambia de crema. Una opción fantástica es el hummus, que se puede elaborar triturando un bote de garbanzos junto con una cucharada de pasta de sésamo, otra de las propias semillas de sésamo tostado, un chorrito de aceite de oliva, sal, unas gotas de zumo de limón y una pizca de pimentón. El resultado es una base sana, con los hidratos de carbono, proteínas de alto valor biológico, vitaminas, minerales y fibra que aportan los garbanzos. Redondea tus Bimbo Bagels con unos granos de granada para aportar un mordisco con efecto ‘wow’ y un poco de rúcula para refrescarlo. Sano y delicioso.
Con queso bajo en grasa, para consumir sin moderación
Los Bimbo Bagels se llevan de perlas con algunos de los quesos frescos más premium de la despensa gourmet, desde la torta de Las Garmillas cántabra hasta la burrata italiana. La textura a la vez tierna y crujiente del bagel y el hecho de que un golpe de tostadora amplifique sus matices organolépticos son cualidades muy interesantes de cara a las armonías con elaboraciones lácteas untuosas. Para un total disfrute de la combinación, elige un queso tierno bajo en materia grasa, córtalo en finas lonchas y disponlas sobre el bagel abierto en dos. Añade unos tomatitos cherry maduros que aportarán un toque dulce y ácido a la vez. Cierra el bagel y tuéstalo en sandwichera durante dos minutos. El calor, desde fuera hacia adentro, hará que la corteza quede súper crujiente y dorada y que el queso se temple en el interior, adhiriéndose a la miga. Hasta nunca, queso de untar.
La versión sin bol del bol de yogur, muesli y frutos rojos
Si crees que lo máximo de un desayuno foodie o un brunch cosmopolita es un bol de yogur cremoso con frutos rojos y muesli es porque aún no has probado esa combinación en un bagel. Elige tu yogur favorito –el griego es una gran opción por su densidad y sabor con carácter– y úntalo en las dos rebanadas del bagel previamente tostado. Incorpora toppings de arándanos, frambuesas o fresas laminadas. Finalmente, espolvorea con granola o frutos secos machacados para aportar ese punto de textura crunchy tan satisfactorio. No cierres el bagel, esta vez zámpatelo en rebanadas. Puro ASMR que se convertirá en tu placer culpable favorito para desayunar, merendar o darte un caprichazo entre horas.
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