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Perla: “Siempre que salgo a la calle recibo una mirada de alguien que me odia y que quiere transmitírmelo”

La Dj, poeta y videoartista forma parte de una nueva generación de creativos que, a través del amplio espectro del colectivo LGTBQ+, inspiran orgullosos la lucha por una mayor diversidad, representación e igualdad. Una demanda compartida por Calvin Klein, una firma sin miedo al presente

La artista Perla.
La artista Perla.Gorka Postigo (ICON)

A Perla Zúñiga le aburre pensar en esa “construcción rarísima” llamada futuro. “Porque tenemos la sensación de que en el futuro siempre vamos a estar mejor, nunca nos imaginamos, por ejemplo, sufriendo una enfermedad. A mí eso se me rompió con 19 años”, explica esta Dj, poeta, videoartista y promotora de fiestas, que vio cómo el diagnóstico de un cáncer en su primer año en la carrera de Bellas Artes suponía la “muerte de su anterior ‘yo”, Rubén, y el principio de algo nuevo. “Si bíblicamente la mujer nace de la costilla de un hombre, yo nazco de una costilla de titanio hecha por una impresora 3D”, confiesa la madrileña, evocando el mito de Adán y Eva para explicar cómo la pérdida del cabello o la ingesta de químicos provocaron que se convirtiera en una persona completamente desconocida. “Me aproveché de lo que me pasó y empecé a experimentar artísticamente buscando nuevas narrativas sobre el cáncer”, añade.

A los 23 años, Perla, cuyo nombre procede de su pasión por los turbantes y la analogía con los lucidos por la joven retratada por Vermeer, ha centrado el grueso de su trabajo fuera de los dominios de lo racional. Zonas alejadas de lo normativo, del capitalismo y del tiempo lineal, que juegan con el lenguaje y desconciertan al espectador. Una obra que, asegura, se desliga de una mera lectura activista y que es fruto de su convivencia diaria con la ira intolerante. “Siempre que salgo a la calle recibo una mirada de alguien que me odia y que quiere transmitírmelo. Por eso concebí esos refugios nocturnos, porque no nos han permitido estar a plena luz del día”. Califica de cliché el nacimiento de una vocación artística producto de su refugio en el baile, la acrobacia o la gimnasia como forma de expresión en un entorno hostil para ella. “Convivimos con el odio desde que nacemos. También en el colegio, e incluso con el profesorado, pero en esas disciplinas encontré un sitio”, revela.

Aunque confirma notar un avance en lo que a la igualdad y la inclusión del colectivo LGTBQ+ se refiere, sostiene que el trabajo pendiente va mucho más allá de la visibilidad mediática de las modelos de Victoria’s Secret, los actores de Hollywood o las estrellas de la música. “Quiero ver la diversidad en profesores, abogados, enfermeras o fotógrafas, no solo en Internet y en artistas millonarios. Que no sean siempre solo el objeto”, ratifica, apuntando a su vez una de las cuentas pendientes que seguimos teniendo como sociedad: “Noto que no queremos revisarnos, como si todo hubiera cambiado ya… Pero revisar nuestra posición de privilegio es un trabajo, como yo la de ser una persona blanca”.

Al mismo tiempo que presenta Poem Room, un ciclo de lecturas performativas en el madrileño Centro de Cultura Contemporánea Condeduque, Perla sigue preparando música y escribiendo, decidida a condensar en un proyecto artístico su experiencia con el cáncer. Con lo ya aprendido, y al contrario del hastío que le produce pensar en el futuro, la artista tiene claro qué se diría a sí misma si tuviera la ocasión de poder viajar al pasado: “Escúchate y quiérete, porque no te van a escuchar y va a costar que te quieran. Busca tu propio amor, que es lo importante”.

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