¿Le llegó su hora al perreo?
La corriente urbana cede espacio a unas canciones populares que hoy se escuchan mejor en una reunión de seis en una casa que en un corro de siete en la pista de una discoteca
“Se acabó el perreo”, soltó Alizzz, el productor que ha firmado junto a C Tangana algunos de los mayores éxitos de lo que se ha llamado música urbana (”de alguna manera nos tenemos que entender”), en la presentación de su carrera en solitario el pasado septiembre. Cristian Quirante, como se llama este ingeniero de Castelldefels, le puso fecha de defunción a una época que él había arrancado hace cuatro años y medio con el lanzamiento de Antes de morirme, con C Tangana y Rosalía. Han pasado muchas cosas y muy buenas en este lustro. Las más novedosas son que el entonces rapero madrileño se ha convertido en El Madrileño para batir récords en Spotify y conquistar una de las pocas emisoras que le quedaba, Radio Olé. Y la que fuera estudiante de flamenco se ha llevado para su casa de Miami tres Grammy Latinos este 2020. Alizzz se ha sumado con el sencillo Todo me sabe a poco a ese pop que se hace más para adentro que para afuera.
Hay ocasiones en que esta época de reclusión se adapta de forma natural a algunas propuestas y no al revés. El toque de queda le ha venido bien a Alizzz, ahora cantante y guitarrista. Sus dos temas nuevos, uno de ellos al alimón con Amaia, se escuchan mejor una tarde de sábado jugando al Party en casa de unos amigos que en un cumpleaños en diciembre de 2019, en esa zona que se habilita si se pega la mesa del comedor a la pared en un piso pequeño de una ciudad grande. El perreo descansa mientras el ocio nocturno duerme.
Alizzz, que ha producido las reguetoneras Booty (2018) y No te debí besar (2019) o la más reciente Demasiadas mujeres, ya quería parar antes de que fuera obligatorio. Frenar y cambiar de registro. Su nueva música trae además una mutación en la estética. “Estoy cansado de las pintas”, afirmaba. Alizzz se presentó con una guerrera gris, vaquero recto negro y los Clarks Wallabee de bota, justo cuando más complicado resulta ir a comer a casa de los padres de tu pareja. La única concesión a todo lo anterior era una cadena de oro discreta. Esa apariencia de camello millonario en la sala vip de un aeropuerto o de estrella de Hollywood comprando en una gasolinera vuelve a pertenecer en exclusiva a estos tres colectivos. Bastantes equivocaciones ha habido ya.
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