Amaia: “Hay gente que te quiere muchísimo y gente que te odia a muerte, y las dos cosas dan un poco de miedo”
Dice que su disco es “música pop de España”. El reto es gustar tanto a los que adoran ‘OT’ como a los que lo aborrecen
Leer el historial completo de tuits de Amaia Romero no lleva mucho tiempo. Desde que abrió una cuenta en octubre de 2017 ha tuiteado solo unas 20 veces. Sus últimas incursiones van al grano de la promoción, nada de alentar a sus amaiers ni meterse en charcos. Pero sus primeros tuits… ah, sus primeros tuits. Son un prodigio de economía verbal. Se nota a la legua (¡bendición!) que no intervino en ellos ningún experto en redes sociales y explican mejor que 200 artículos las cosas rarísimas que le estaban pasando entonces a una estudiante de piano de Pamplona, la tercera hija de una enfermera y el dueño de un taller mecánico.
Su séptimo tuit fue una encuesta que decía: “¿Os caemos bien?”. Tres opciones de respuesta: sí, no, regular. Ganó el sí con un 89%, que equivale a un 250% en la vida real. Si en aquellas fechas el barómetro del CIS hubiera preguntado por Amaia Romero (Pamplona, 1999), probablemente hubiera sacado un 14 sobre 10 en popularidad. El número 11 es una obra de arte que recuerda un poco a las cartas que escriben los secuestrados a sus familiares exigiendo el rescate. Una foto de ella con el pelo por la cara y una frase: “Peinándome (me está obligando a subir cosas)”. En diciembre del año pasado, cuando estaba a punto de lanzar Un nuevo lugar, escribió: “¡Hola! Vengo a promocionarme un poco”, seguido del emoji del sol. Casi 30.000 personas dieron al corazoncito.
"Es algo muy sencillo y muy bonito, música pop de España. Bastante accesible y fácil de escuchar", dice sobre su disco
Desde entonces, la cantante ha lanzado tres canciones más, con sus correspondientes vídeos. Las revistas publicaron fotos del minuto a minuto de su ruptura amorosa con Alfred García en un receso de la gala de los Ondas, ha cantado en varios festivales y se ha dejado ver, mucho más suelta y gamberrota, en los conciertos de su pareja, Diego Ibáñez, de Carolina Durante, y con otros amigos de la escena despeinada madrileña.
“Una vez me fotografiaron haciendo la compra y me hizo bastante gracia”, dice a dos días de su actuación en el festival H&M Future Beats, en Barcelona. La cantante ha acudido a la entrevista acompañada solo de su hermano y manager, Javier, con el que siempre ha compartido gustos musicales. Amaia mira constantemente hacia él mientras responde las preguntas, como asegurándose de que sus respuestas no van a meterle en líos.
Fue Javier quien, a los pocos meses de salir su hermana de la Academia de Operación Triunfo convertida en ídola nacional, le tuvo que decir que “estaba un poco gilipollas” y que se le había subido todo a la cabeza, según explicó ella hace unos meses en una entrevista en Jenesaispop. Ahora se cuida de dar este tipo de declaraciones. “Pero en este momento lo llevo superbien. Cuando salí de ahí, era como una locura increíble. No entendía nada. Pasas de cero a estar en un nivel de popularidad que no es normal. Yo estaba bastante perdida, pero poco a poco me he ido acostumbrando y ahora que el boom se ha ido desinflando, me noto más tranquila, más en mi sitio”, explica.
Esta semana ha salido su disco, Pero no pasa nada, que llega de entrada con unas expectativas imposibles. Tiene el reto de gustar a los fans de Aitana y de Silvia Pérez Cruz, de convencer a los que la conocieron en el horario de máxima audiencia de Televisión Española y a los que le sacan fotos en los conciertos del grupo indie Axolotes Mexicanos. A ella, cuadrar ese círculo no le parece tan complicado. “Es que no he hecho nada experimental. Es algo muy sencillo y muy bonito, música pop de España. Bastante accesible y fácil de escuchar. A mí me gustan muchos estilos de música diferentes. Ha salido esto, que me representa, pero podría haber salido otra cosa”.
De hecho, el disco fue mutando por el camino. Al principio, dice, hasta había una canción que sonaba a Kanye West. En mitad del proceso, se descolgó su primer productor, Raül Refree, por motivos que ninguno de los dos ha aclarado del todo. “Hubo un momento en que el disco estaba cogiendo otro camino y me fui con Santiago. Todo fue de una manera muy natural”, explica refiriéndose a Santiago Motorizado, de la banda argentina Él Mató A Un Policía Motorizado, con el que ha compuesto varios de los temas y con el que terminó de grabar el álbum entre Chile y Argentina.
Mientras lo hacía, se dedicaba también a terminar el grado de piano en el conservatorio del Liceu, porque Amaia es ante todo una buena chica de Pamplona y quien haya visto el vídeo de ella y su madre haciendo una maleta en YouTube entiende que dejar colgada la carrera no era una opción.
Se siente cómoda en Barcelona. “No sé por qué, en Madrid me paran mucho más. Y en Pamplona es bastante locura”. Tiene amigos nuevos, músicos y gente variopintamente creativa que ha colaborado con ella en los vídeos y la creatividad de su disco, y amigos de siempre, que estudian diseño o trabajo social. Otro síntoma de que todavía es refractaria a tener asesores que aleccionan cómo responder a la prensa es que no dice eso tan habitual de que no le preocupa nada lo que se escribe de ella. Al contrario: “Yo sí que entro en Twitter y leo lo que se dice de mí. No me afecta. Hay gente que te quiere muchísimo y gente que te odia a muerte, y las dos cosas dan un poco de miedo”.
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