Andrea Iannone: “Nunca he dejado de sentirme piloto aunque mi vida diera un vuelco”
En 2020 lo dieron por acabado tras ser descalificado por dopaje, pero el piloto de motociclismo ha vuelto a las pistas en 2024 para demostrar que el parón solo le sirvió para tomar impulso
Noviembre de 2020: Andrea Iannone (Italia, 35 años) es descalificado por dopaje. Es sentenciado a cuatro años fuera de la competición, pese a que él defiende que los resultados de la analítica fueron culpa de una contaminación alimentaria en Malasia. Muchos, prácticamente todos, decretaron el amargo final de una carrera que ya iba por los 17 años, los últimos siete en la gloriosa MotoGP. Pero se equivocaban: hace un año, el 18 de octubre, el piloto anunció su regreso a las pistas en 2024. Decidió correr para el equipo privado piamontés Go Eleven en el WorldSBK, un espectacular Campeonato del Mundo en el que compiten las motos derivadas de las de serie (es decir, modelos a la venta).
El motociclismo es un deporte exigente que requiere la preparación de un atleta profesional y cuatro años de parón deportivo son una eternidad, pero el piloto italiano se muestra inmune: “Cumplí los 35 en agosto y físicamente me siento muy bien, como si me hubiera detenido a los 28: para confirmarlo no hay más que comprobar los tiempos que hago con mi moto [una Ducati Panigale V4 R amarilla]. Podría ser gracias precisamente a la pausa forzada. Me ha permitido recuperar el aliento, sin duda, porque llevaba corriendo sin parar desde que era un niño. Además, desde el punto de vista de la madurez, he mejorado”.
La edad ayuda, pero fue sobre todo la descalificación lo que le aportó sensatez, conciencia y equilibrio. The Maniac, como le llaman por su obsesión por los detalles, es un hombre nuevo comparado con el que conocimos durante sus años en la categoria reina. Sorprende la serenidad: “Corría de la mañana a la noche todos los días, pero me las arreglé incluso sin carreras y aprendí a no dar nada por hecho. Soy feliz en la moto, pero también soy feliz por la mañana cuando me despierto. Abro la ventana y me doy cuenta del valor de la vida cotidiana. El parón forzado ha sido una lección: me ha permitido crecer, me ha enseñado que las cosas cambian en un momento. Ahora sé reconocer la parte positiva en los momentos negativos y me considero muy afortunado. He vuelto al motociclismo en un campeonato de muy alto nivel, y debutar en Australia con el tercer puesto ha sido una gran satisfacción”, explica.
Aunque el piloto sigue sin aclarar nada respecto al futuro inminente, “el mercado está en ebullición y estoy barajando diferentes opciones”, avisa. Sobre el pasado reciente se expresa sin dudar: “He sufrido mucho, pero la paciencia, las ganas de volver y de mirar hacia adelante me han hecho ver más allá de los problemas. He salido de la oscuridad hacia la luz pensando en renacer, y he encontrado mucha fuerza en el dolor. Porque es imposible evitar el dolor, hay que atravesarlo para superarlo”, dice, filosófico. ¿Alguna vez se ha planteado colgar el casco? “No, por la sencilla razón de que nunca he dejado de sentirme piloto, a pesar de que mi vida diera un vuelco en un suspiro. No haber perdido la lucidez ha sido decisivo en el proceso de reconstrucción”.
Iannone ha aprovechado la lejanía del paddock para dedicar más energía a su actividad de empresario: además de ser propietario de locales en Vasto, su ciudad natal, se ha convertido en accionista del Grupo Sounds, dueño de lujosos locales nocturnos como el Fitz, en Madrid, que ahora acaba de abrir sede en Marbella. “Amo a España y a su gente, que no tiene prejuicios. En todas partes se respira un aire de libertad. Y tengo recuerdos fantásticos de diferentes circuitos, desde la victoria en Montmeló en mi última temporada en 125 hasta la de Aragón en mi debut en Moto2″, recuerda el piloto.
Iannone disfruta con la moda y, aunque es un apasionado de los relojes, admite estar en una fase tranquila: “Tengo el tiempo muy presente, al fin y al cabo siempre he luchado contra el cronómetro. Pero ya no compro tantos relojes valiosos cada año, porque estaba realmente obsesionado”, reconoce. La colección de la que el piloto se ha sentido más orgulloso últimamente es la de las muestras de cariño que recibe en persona o a través de las redes sociales, que llegan en cantidades industriales: el italiano tiene 1,5 millones de seguidores solo en Instagram. “Muchos aseguran que soy un ejemplo de resiliencia, fuerza y tenacidad. Ser un estímulo para no rendirse me llena de orgullo”, dice.
Iannone intenta usar su capacidad de influencia para fomentar la concienciación sobre temas de corte social. Incluso a través de sus tatuajes, como el de Cleopatra —”pionera en la lucha por la independencia de las mujeres”—, que se hizo en un brazo. O con un casco especial: “En la ronda de Misano, en junio, me puse un Nolan arcoíris con el símbolo de la paz y las palabras Only race, human race [una sola raza, la raza humana]”, inspiradas en la frase que Albert Einstein pronunció en 1933 a su llegada a Estados Unidos, obligado a abandonar Alemania debido a la persecución nazi. Iannone aprovecha para subrayar este mensaje y conectarlo con la autoestima que supo conservar durante su año en el dique seco: “Es importante, porque en este período histórico que estamos atravesando, devastado por conflictos de todo tipo, hay una falta de respeto, de solidaridad y de igualdad universal. Cuanto más amor nos demos a nosotros mismos, más daremos a los demás”.
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