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Malbert: “La polémica engancha porque es un reflejo de la sociedad real, la que se enfada, la que mete la pata, la que discute”

Con su humor controvertido y sus críticas despiadadas, el creador de contenido más visceral estrena la tercera temporada de ‘Querido Hater’ en Podimo, el programa de entrevistas que siempre quiso ver, en el que enfrenta a sus invitados a sus propias polémicas.

O lo amas o lo odias. Como creador de contenido, Malbert (Barcelona, 1994) posee una capacidad única para despertar sentimientos viscerales. “Licenciado en sacar de quicio”, como se define en redes sociales, este diseñador gráfico, reconvertido en comunicador, ha hecho del lenguaje viperino, el humor ácido y la crítica descarnada, su sello de identidad —o, al menos, de su identidad digital—. Le gusta “servir conflicto”, algo que hace como un verdadero profesional en sus libros —No insultes, gilipollas y Puto amor, repletos de “historias llenas de ansiedad, dolor y secretos, esa cara oculta que hay detrás de las redes sociales de alguien a quien señalan constantemente”—, y, especialmente, en el podcast Querido Hater, que acaba de arrancar tercera temporada en Podimo.

Para Malbert, este proyecto es el programa de entrevistas que siempre quiso ver y nunca encontró. Crítico con la corrección y amabilidad de la televisión actual, en Querido Hater coloca a los influencers ante sus propios privilegios y profundiza en las aristas y polémicas de cada uno de sus entrevistados. “Amo criticar por el show, pero evidentemente siempre hay una injusticia o una incoherencia que me mueve a crear la crítica”, asegura. Desde la actriz Abril Zamora al rapero Arcano, pasando por rostros televisivos como Victor Sandoval o Maite Galdeano, nadie se escapa a sus comprometidas preguntas.

Querido Hater estrena tercera temporada en Podimo, ¿podemos confirmar que el odio tira más que el amor?

¿El amor? ¡Qué pesadez por Dios! Igual hablo desde la envidia, pero soy de esos que ve una pareja enamorada por la calle y le apetece empujarlos a ver si se rompen un diente, verás como no se quieren igual. Yo no sé si tira más el odio o el amor, lo que sí sé es que se necesita en este mundo es más pureza y más realidad.

Tu pódcast nació como respuesta a un tipo de contenido que no encontrabas. ¿Crees que el audiovisual peca de amabilidad?

¡Uf! Solo hay que ver como está la televisión actualmente, que van de finos y educados cuando luego estos son los peores. El entretenimiento debe ser real, si no haz una ficción, una serie, una peli… ¿Pero los programas? ¡Qué aburrimiento! Siempre queriendo contentar a los invitados, sin posicionarse y hablando del tiempo. Chica, prefiero meterme una escobilla por el culo, al menos me produce algún tipo de sentimiento. Si la gente no se atreve a enfrentarse a todo tipo de temas es por dos motivos, porque eres tonto o porque tienes miedo a que se vea la realidad tras las mil máscaras que muchos se ponen.

Como “licenciado en sacar de quicio”, ¿un día sin causar revuelo, es un día perdido? ¿Por qué engancha tanto la polémica?

¡Ay! Es que yo amo tocar las pelotas. Es mi personalidad, no la finjo para crear contenido (ojalá todos los influencers pudiesen decir lo mismo). Amo provocar el caos en una discusión entre amigas de quién debe pagar la cena, amo discutir sin sentido inventándome las cosas solo para hacer rabiar a alguien, es que es maravilloso. La polémica engancha porque las historias enganchan. Porque es un reflejo de la sociedad real, la que se enfada, la que mete la pata, la que discute, la que llora y la ríe. Las cosas lineales no son reales, lo lineal aburre.

A veces nos escudamos en la honestidad para justificar salidas de tono o comentarios negativos. ¿Dónde está la línea entre ser sincero y ser cruel? ¿Te impones algún tipo de límite a la hora de lanzar tus dardos?

Imagino que eso lo marca el contexto en el que se dé y con quién se dé. Es cierto que cuando das una crítica eres fundamentalmente responsable de cómo se toma, pero el receptor también debe ser responsable, que si el contexto da pie a eso debe saber que eso le puede afectar y ser consecuente. Siempre pienso que tras mis dardos hay un discurso, una verdad o una crítica. El problema viene cuando el afectado no le interesa ver esa crítica porque le posiciona en un mal lugar y entonces se escudan en que eso es “hate”. No, amor, dejemos de banalizar temas tan importantes como la salud mental, el bullying o el hate simplemente porque tenemos la edad mental de un chimpancé de tres años y somos incapaces de aceptar críticas que no sean lamidas de culo. Basta ya.

¿Te has arrepentido o pedido perdón tras algún comentario?

Sí, claro. La he cagado muchas veces y espero seguir cagándola, señal que estoy aprendiendo y evolucionando. Aunque por mi belleza lo aparente, no soy perfecto. He pedido perdón cuando la crítica no ha sido recibida con la intención que se ha hecho. Ahí entonces hago un poco de introspección, escucho a la otra persona y actúo.

Malbert junto a la drag queen y humorista Samantha Ballentines, invitada en el tercer episodio de 'Querido Hater'.
Malbert junto a la drag queen y humorista Samantha Ballentines, invitada en el tercer episodio de 'Querido Hater'.

Tú mismo despiertas amor y odio a partes iguales. ¿Se está preparado para ser el centro de los ataques? ¿No se resiente la salud mental?

Sé a lo que me dedico y cómo me dedico. ¿No sería incoherente hacerme la víctima porque alguien me dice algo cuando yo, y solo yo, he elegido exponerme públicamente? La gente es muy poco consecuente. Si no estás capacitado para ser un personaje público y exponerte a la crítica, vete a casa y dedícate a los otros mil trabajos que existen. Aquí nadie opina gratuitamente, tú cobras por exponer tu vida, tu trabajo o tu imagen. Si luego no eres capaz de afrontar las críticas, te equivocaste de profesión. ¿Mi salud mental? Pues como todo, a épocas. Por suerte tengo el privilegio de poder pagarme un psicólogo, ya que es muy necesario con la profesión que yo he elegido.

¿Por qué crees que tus invitados aceptan ir al programa? ¿Ha cambiado tu opinión sobre alguno de ellos tras grabar el pódcast o solo acuden los que te caen bien?

Porque o les caigo bien y entienden mi humor o porque necesitan un minuto de fama para alimentar su ego. Si solo viniesen los que me caen bien, no hubiese venido Luc Loren o no hubiese invitado a Pelayo Díaz. No le tengo miedo a nadie, ni a la muerte; miedo a ser uno de ellos, eso sí. Y de momento no, ninguno me ha cambiado mi percepción sobre ellos. Tampoco he hecho el esfuerzo. Intento no hacer amigos en esta profesión porque así luego les puedo criticas tranquilamente.

Si tuvieras que elegir entre dos personas, una que admires y otra que odies, ¿a quién querrías tener delante de los micrófonos de Querido Hater?

A la que odio. Enfrentar dos personalidades opuestas es una fantasía. Reírte y llevarte bien está guay, pero es que discutir es lo más. Poner los sentimientos en escena y llevarlos al límite es maravilloso.

La falta de talento es una denuncia constante en tu programa. ¿Qué es para ti el talento y cuál sería el tuyo?

Pregunta complicada. Es cierto que yo muchas veces digo eso, creyéndome juez de Got Talent; pero realmente me la suda si tienen talento o no. Lo que me gusta es ver a alguien con un ego por las nubes cómo alguien en su cara le dice: “Amor, no te flipes que el talento ni lo conoces”. Que a veces es verdad, pero otras es simplemente bajarle los humitos al que tengo delante y decirle lo que nadie le diría a la cara. Ver cómo se quedan es absolutamente espectacular. Disfruto. Hay mucha gente que no ha trabajado en su vida y creen que la realidad es esa burbuja de privilegio, colaboración y vidas idílicas en las que viven. Y no, eso no es la realidad, no saben lo que es la precariedad laboral, no aprecian la importancia de forjar vínculos (ya que los suyos se basan en seguidores de Instagram), no conocen lo que es recibir doscientos “no”, y creo que ahí reside parte de mi talento: el saber que esto algún día se acabará, que esto no es la realidad, la realidad es otra y es dura, yo soy un privilegiado y es por eso que, día a día, intento currármelo más para mantenerlo lo más que pueda.

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