Álex Pastrana: “Pensaba que uno era actor como por arte de magia, por eso me hice ingeniero”
El actor de ‘Élite’, que terminó la carrera de ingeniería y descubrió que tenía alma de ‘showman’, es el rostro elegido por Carolina Herrera para encarnar su Bad Boy Cobalt Elixir
Un poco de ingeniería es la receta del actor Álex Pastrana (Caracas, Venezuela, 32 años) frente a las adversidades. Al intérprete, que antes de entrar en la sexta temporada de Élite en 2018 se graduó como ingeniero industrial, le sale solo. “Con lo que he visto estoy tranquilo... si cogen las fotos que quiero”, dice, aún sin camiseta, nada más acabar la sesión que acompaña este texto. Al cabo de un minuto, regresa con camiseta pero aún descalzo y se sienta frente al portátil del fotógrafo. “Si quieres, para quedarnos más tranquilos, te marco yo algunas que me gustan seguro”. Se justifica: “Por mi constitución, a la mínima que tense el cuerpo ya me sale una imagen de tipo cachas y fuerte, y no es lo que más me gusta. Intento no apretar los músculos cuando hago una foto y buscar una energía más relajada”.
El actor, que colabora con la colección Bad Boy de Carolina Herrera, pasó el primer año de su vida en Venezuela, antes de mudarse a Barcelona. Ahí estuvo hasta los ocho, cuando su familia hizo las maletas para instalarse en Madrid. Tiene claro dónde y cuándo nació su vocación: en las vacaciones que pasaba con sus padres y sus dos hermanos, a los que saca cinco y diez años.
“Mi madre es muy artista, y a mi padre le interesa la tecnología. Un poco por unión de las dos cosas empezamos a grabar pelis caseras. Al principio eran de echarse a llorar, luego creo que fuimos mejorando un poco”, ríe. ”Pero pensaba que uno era actor como por arte de magia, por eso me fui por ingeniería, como mi padre”. Se metió en industriales en la Universidad Politécnica de Madrid, que ahora mismo tiene un 13,2 de nota de corte. En cinco años se sacó la carrera. Nada más terminar, una amiga suya le dio la noticia que cambió su vida: “Álex, las escuelas de interpretación existen”.
Con su título, se presentó a las pruebas del Estudio Corazza, alma mater de Javier Bardem, Elena Anaya o Silvia Abascal. Fue un flechazo. “Había algo latente, burbujeante, que me encantaba del ser showman. Sigo considerando mis días en la escuela los más felices, por haber encontrado mi lugar”. ¿Ayuda tener mentalidad de ingeniero? “Me perjudica porque en escena uno se tiene que soltar, estar en el momento. Soy muy cuadriculado, pero el actor tiene que ganar en vulnerabilidad. Por otro lado, ser ingeniero me ha ayudado a buscar el camino con más posibilidades de éxito”.
Uno de los pasos que Pastrana marcó en su hoja de ruta llevaba por nombre Élite. “He visto la serie desde la primera temporada, porque me gusta y porque quería estar al día”. Antes actuó en el Teatro Lara, en Donde mueren las palabras, y consiguió un papel en la serie Bienvenidos a Edén, de Netflix. Después de haber intentado presentarse a las pruebas de la cuarta y quinta temporada de Élite, le llegó su oportunidad en la sexta. “Hice las pruebas para dos personajes opuestos, uno bueno y otro malo. Llegué a la audición final en los dos, y el malo lo bordé. No suelo creérmelo, pero al terminar dije a mi agente: nos cogen”.
El malo era Raúl, influencer que triunfa en redes por las dinámicas comunicativas que crea con su novia. Un envoltorio que encubre maltrato y posesividad. “Lo abordé desde sus miedos e inseguridades. Trabajé con mi coach de Corazza porque yo no me identificaba con esta violencia, no la tengo en mis registros”. Además de enfrentarse a los temores propios del personaje, Pastrana tuvo que lidiar con las dudas sobre la imagen que transmitiría. “Me preocupaba que la gente me conociera por semejante hijo de puta”, admite. “Pero la respuesta ha sido increíble. Estoy muy impresionado con el cariño que tiene el fandom de esta serie”. Ahora le gustaría actuar en un biopic musical o deportivo. “Dos películas que me ponen mucho son Whiplash y Cisne negro, con personajes con muchas capas”. Y ambos obsesivos y determinados a conseguir un objetivo. “Pues es verdad. No lo había pensado”.
COMO UN RAYO
Bad Boy Cobalt Elixir es la versión más intensa de la última declinación del masculino de Carolina Herrera: un fougère contemporáneo, ambarado y aromático, con atípicos acordes de trufa blanca, salvia y madera resinosa encapsulados en un frasco en forma de relámpago en degradado azul y negro.
Fotografía: Adrián Cuerdo. Realización: Jorge Ariza. Maquillaje y peluquería: Adrián Rux (Cool Producciones). Asistente de fotografía: Blanca Buisán. Asistente de estilismo: Adrián Guillén.
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