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La carne
Columna
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“¿Y cuándo se va a desnudar una mujer en los Oscar?” Lo hacen todos los años

Solo dos hombres han aparecido sin ropa en el escenario de los premios de la Academia de Hollywood: uno hace 50 años y otro anoche. Ambos, a su manera, venían a dejar un mensaje incómodo

John Cena Oscars
John Cena, el segundo hombre que se desnuda sobre el escenario en los Oscar.Stewart Cook (DISNEY via Getty Images)
Guillermo Alonso

¡Un hombre desnudo en los Oscar! Era John Cena, luchador y actor conocido por sus películas de acción desacomplejada. Y no todo el mundo estaba contento. En los comentarios de ciertos perfiles de ideología conservadora, tanto en Twitter como en Instagram, se repitieron dos preguntas, casi siempre firmadas por hombres. La primera: ¿¡qué pasaría si hiciera esto una mujer!? Y la segunda: ¿¡cuándo va a hacer esto una mujer!? Como si se oliese esas preguntas antes de que nadie las teclease, la periodista Rhonda Garelick las respondía desde un artículo de The New York Times poco después de que ocurriese: ver a una mujer desnuda en los Oscar, explicó, “es, simplemente, la norma, ya sea por sus reveladores vestidos en la alfombra roja o por sus desnudos en las películas que protagonizan”.

Hemos visto a mujeres paseando literalmente su desnudez en decenas de alfombras rojas. La desnudez que deja entrever un atuendo de corte milimétrico que tapa muy poco de sus cuerpos o, en algunos casos, la desnudez bajo un tejido transparente que deja ver sus pechos y sus traseros. Suele ocurrir, todo sea dicho, en otras alfombras rojas menos solemnes que la de los Oscar, como la de premios musicales o eventos más relajados como los Globos de Oro. Kendall Jenner, Olivia Wilde, Emily Ratajkowski, Florence Pugh, Beyoncé, Zoe Kravitz, Megan Fox, Rihanna, Miley Cyrus o Kim Kardashian son ejemplos, solo de años recientes, de mujeres que han paseado, en la práctica, tan desnudas o más que John Cena lo hizo anoche en el escenario del Kodak Theatre de Los Ángeles. Y lleva ocurriendo décadas: en los años setenta Cher ya lucía vestidos de Bob Mackie que apenas dejaban nada a la imaginación. Algunos de los atuendos más recordados de la historia de las alfombras rojas (el Versace verde de Jennifer López en los Grammy en el año 2000 o el vestido de rejilla de Maja Hanson que llevó Rose McGowan a los MTV Video Music Awards de 1998) lo son, sobre todo, por lo que revelan.

Si lo de John Cena despertó hilaridad fue porque era un hombre haciendo lo que habitualmente hace una mujer. En la inversión de los papeles estaba la broma. En la misma gala, anoche, muchas mujeres lucieron centímetros y centímetros de piel, pero nadie se reía. Al lado de un Chris Hemsworth vestidísimo, una Elsa Pataky con escote generoso. Como el de Camila Alves al lado de Matthew McCounaghey. O Becky G, luciendo un corsé transparente y una falda con apertura que dejaba de ver sus piernas. O el escote de vértigo de Laverne Cox. Eso sí, el escote y la vestimenta osada ya no son exclusivamente femeninos. Ellos también empiezan a enseñar piernas, brazos y pechos en la alfombra roja. Pero la proporción es todavía ridícula: la norma es que ellos vayan de traje y ellas con unos vestidos que no solo dejan ver muchísima más piel, sino que casi siempre son muchísimo más incómodos de llevar. Otro buen número cómico hubiese sido que a John Cena le pusiesen algo parecido al Giambattista Valli que llevaba anoche Ariana Grande, un voluminoso vestido rosa que probablemente pesaba más que ella y con el que era evidente que le costaba caminar por la alfombra roja. Esa sería la broma, el chiste incómodo: ¿por qué se pondría un hombre un traje que apenas le permite caminar o sentarse?

John Cena antes de acceder al escenario del Kodak Theatre. No estaba completamente denudo: vestía ropa interior color piel.
John Cena antes de acceder al escenario del Kodak Theatre. No estaba completamente denudo: vestía ropa interior color piel.Handout (Getty Images)

En 2013, hace solo 11 años, tuvo lugar uno de los momentos más vergonzosos que se recuerdan de los Oscar, uno que no es que envejeciese mal, sino que nació clínicamente muerto. Y también tenía que ver con la desnudez, pero la de las mujeres. Seth MacFarlane, creador de series irreverentes como Padre de familia, abrió la gala con un número musical titulado We saw your boobs (Os vimos las tetas) donde cantaba sobre cómo había visto los pechos de actrices, algunas presentes esa noche, en diferentes películas de sus carreras. “Meryl Streep, te vimos las tetas en Silkwood, Naomi Watts, te vimos las tetas en Mulholland Drive, Angelina Jolie, te vimos las tetas en Gia, Anne Hathaway, te vimos las tetas en Brokeback Mountain, Halle Berry, te vimos las tetas en Monster’s Ball, Nicole Kidman te vimos las tetas en Eyes Wide Shut”, decía la letra, que seguía con otros nombres como Kristen Stewart, Charlize Theron o Helen Hunt. Muchas de ellas, además, enseñaban los pechos en partes de sus películas que escenificaban una violación. La línea de peor gusto fue, tal vez, “Scarlett Johansson, te vimos las tetas en nuestros móviles”, en relación a la filtración de unas fotos privadas de la actriz dos años antes, en 2011. Es probable que no resultase gracioso ni aunque la canción hubiera sido, por aquello de igualar, sobre actores que han enseñado el pene. Es probable también que esa canción hubiera durado unos ocho o 10 segundos.

El desnudo de John Cena, con un cuerpo esculpido por años de lucha libre profesional y de ejercer el papel héroe en películas de acción de videoclub, era estético, bello, no podía incomodar a nadie. En ese sentido estaba dejando también un discurso, pretendido o no, sobre quién puede y no puede enseñar piel en una alfombra roja: los cuerpos normativos, perfectos, como los de todas las mujeres nombradas en el segundo párrafo de este artículo. En el caso de ellos (repetimos, todavía tímido), también se da: han sido Manu Ríos, Harry Styles, Jon Kortajarena o Timothee Chalamet los que han aparecido con atuendos más arriesgados en las alfombras rojas o los escenarios. La cantante Lizzo, estrella musical que reivindica la talla XL, ha sido a menudo una avanzadilla en ese sentido al lucir transparencias o vestidos con escote en las alfombras rojas, al dejar claro que aunque su cuerpo no se parezca al de una modelo no tiene por qué taparlo.

Robert Opel, el hombre que en 1974 cruzó desnudo el escenario de los Oscar.
Robert Opel, el hombre que en 1974 cruzó desnudo el escenario de los Oscar.Bettmann (Bettmann Archive)

La aparición de Cena sin ropa homenajeaba a cuando hace 50 años otro hombre atravesó desnudo el escenario de los Oscar, pero aquello no estaba planeado (aunque no todo el mundo lo piensa) y tampoco obedecía a los estándares de belleza que exige el cine. Mientras el actor David Niven estaba presentando a Elizabeth Taylor para que ella entregase el Oscar a mejor película, un hombre llamado Robert Opel cruzó el escenario desnudo, mostrando un símbolo de la paz. En aquel momento las risas entre el público fueron nerviosas, pero cuando lo hizo Cena, sin reivindicación alguna y con un cuerpo de revista, fueron cómplices, amables. En un momento del diálogo con el presentador Jimmy Kimmel, John Cena le dice: “¡El desnudo masculino no es una broma!”. Pero los Oscars no parecen pensar lo mismo. Si bien Kate Winslet, Charlize Theron o Halle Berry se han llevado la estatuilla por papeles dramáticos en los que mostraban su cuerpo desnudo, nunca lo ha hecho un actor por un papel que incluyese un desnudo frontal (Benedict Cumberbatch por El poder del perro, en 2022, o Viggo Mortensen por Promesas del Este, en 2007, han sido de los pocos que han sido al menos nominados por un papel en el que mostraban su pene). Otros papeles universalmente aplaudidos como los de Harvey Keitel en Teniente Corrupto o El Piano, Mark Wahlberg en Boogie Nights, Michael Fassbender en Shame o Simon Rex en Red Rocket, todos ellos con desnudos integrales, fueron ignorados. Tal vez cuando John Cena dejaba claro que la desnudez masculina no es una broma estaba hablando por la Academia.

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Sobre la firma

Guillermo Alonso
Editor web de ICON. Ha trabajado en Vanity Fair y Telecinco. Ha publicado las novelas ‘Vivan los hombres cabales’ y ‘Muestras privadas de afecto’, el libro de relatos ‘La lengua entre los dientes’ y el ensayo ‘Michael Jackson. Música de luz, vida de sombras’. Su podcast ‘Arsénico Caviar’ ganó el Ondas Global del Podcast 2023 a mejor conversacional.
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