Andreas Angelidakis, el artista que mezcla ruinas, sexo, pop y pisos turísticos: “No intento ser comprendido, más bien confundir”
La iniciativa Audemars Piguet Contemporary cumple diez años y lo celebró en París con la obra definitiva del artista griego, un comentario sobre cómo hemos convertido ciudades enteras en un ‘souvenir’
De pequeño, antes de estudiar Arquitectura y mucho antes de decidir ser artista, Andeas Angelidakis leyó un artículo que le dejó alucinado: trataba sobe la discoteca Palladium, en Nueva York, un espectacular templo de la vida nocturna diseñado en 1985 por el japonés Arata Isozaki. “Era una mezcla de arquitectura posmoderna y elementos callejeros”, dice ahora Angelidakis (Grecia, 54), que terminó diseñando bares y discotecas en su Atenas natal.
Algo de todo aquello se podía encontrar en Center for the Critical Appreciation of Antiquity, la primera muestra individual del artista griego en París, que se pudo ver en el Centro Niemeyer el pasado mes de octubre: una cúpula subterránea llena de libros y fragmentos de ruinas de gomaespuma, luces de discoteca y una pantalla que mostraba columnas de colores y emitía en bucle una versión operística de I Feel Love, el éxito disco de Donna Summer, interpretada por Klaus Nomi.
Esta especie de guardería neoclásica y neokitsch es también el fruto de diez años de trabajo de Audemars Piguet Contemporary, la iniciativa artística con la que la relojera – célebre por su deseado modelo Royal Oak– apoya a artistas de vanguardia. Un proyecto único porque, a través de sus comisarios, la casa suiza encarga una obra, la muestra a un público más amplio del que el autor alcanzaría por sí mismo y, una vez terminado el ciclo, la obra no pasa a ser propiedad de la empresa sino del artista.
Center for the Critical Appreciation of Antiquity tiene diversas lecturas. Por un lado es un comentario sobre cómo Atenas ha hecho de sus ruinas una marca y cómo hemos convertido la arqueología en puro souvenir. “Estoy reexcavando el pasado para reorganizarlo: puedes colocar las ruinas blandas como quieras, no responden a una idea lineal del pasado. Es una manera de apreciación crítica de la historia”.
Por otro lado, la pieza cita fenómenos más recientes como el efecto de los pisos turísticos: un contenedor colocado en el centro de la pieza simboliza este particular. “En la pandemia, las únicas obras que había eran las de renovación de los pisos turísticos, y la ciudad estaba jalonada de contenedores para los escombros”, explica Angelidakis.
Uno de los libros blandos trata sobre ser un ciudadano ateniense: “Trata sobre mí y cómo, creciendo en Atenas, me di cuenta de que por las noches el Templo de Zeus era un lugar de cruising. Entonces pensé: ‘Esta no es la misma ciudad de mis padres”. Todo está escondido a simple vista, aunque el griego afirma no intentar “ser comprendido. Más bien intento confundir. Casi siempre planteo preguntas a las que no suelo dar respuestas”.
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