El hombre que ha diseñado un esmoquin para escalar: “Los hay sin sentido del humor, ¡estamos hablando de moda!”
La montaña es mucho más divertida desde que Spencer Phipps la viste y la mezcla con ropa de calle y falta de complejos. Ahora colabora con BOSS en una colección con humor y con conciencia
Una de las prendas estrella de BOSS X Phipps, la colección que el estadounidense Spencer Phipps (San Francisco, 36 años) ha diseñado junto a Boss, es un esmoquin de terciopelo. “Imagínate que te casas y quieres escalar en tu boda”, propone entre risas el diseñador californiano cuando le preguntamos por un posible escenario de uso para este “esmoquin de aventura” que ha incluido en la colección cápsula que sale a la venta el 19 de este mes.
Todo se aclara, sin embargo, cuando acudimos a la génesis de esta pieza, surgida durante el proceso creativo al alimón entre Phipps y Marco Falcioni, responsable creativo de BOSS. “La verdad es que ha sido muy divertido trabajar con Marco, porque sabe muchísimo de ropa, de confección y de moda, y le interesaba mucho mi marca, así que vio la posibilidad de colaborar en una colección a partir de tejidos y prendas sobrantes de sus propios almacenes”, explica. “Como íbamos a trabajar con materiales preexistentes, no me apetecía llevar un guion previo, así que llegué a la sede de Boss en Alemania dispuesto a ver qué me encontraba. Encontramos una tirada de chaquetas de terciopelo, y pensamos en convertirlas en algo Phipps”. No era el primer contacto entre ambos: este mismo año, Phipps participó en el podcast Behind the BOSS, presentado por Raven Smith, donde abordó con humor y anécdotas su experiencia en la moda.
El estilo propio al que se refiere es una heterodoxa mezcla de influencias que cristalizó en la fundación de su marca, en 2018. El punto de partida fue la ropa técnica y de aventura, para escalar o hacer senderismo, pero menos árida y más colorida de lo habitual. “Me interesa hacer cosas muy prácticas con un diseño interesante, y también grandes gestos de moda que puedan resultar útiles. La clave es que todo sea sencillo y divertido, que hable de distintas subculturas y que sirva para introducir nuevas voces en el terreno de la ropa de aventura, que suele ser bastante monocorde”, explica.
“La industria de la ropa de aventura, hasta hace unos años, era muy blanca, muy normcore, como de gente que come muesli”, bromea. “Y es una pena, porque en el mundo de los deportes de aventura hay mucha más diversidad en términos de color, sexualidad o identidad de género”.
Phipps siempre quiso dedicarse a la moda –”bueno, de pequeño quería trabajar en Disneylandia, me parecía el mejor empleo del mundo”–, y antes de fundar su propia marca trabajó en París con leyendas de la talla de Marc Jacobs –”tiene mucha intuición para los looks, piensa en imágenes”– y Dries Van Noten –”mucho más enigmático, pero también muy centrado en el negocio, en lo que quieren los clientes”–. Fundó su marca en París pero este año se ha mudado a Los Ángeles, el hogar natural de colecciones que se inspiran en su pasión por la naturaleza y por un imaginario a medio camino “entre una película de Robert Redford y Máximo Riesgo”, define.
El resultado de esta experiencia es una firma recorrida por un sentido de lo jocoso que quita gravedad a la épica habitual en el mundo de la ropa deportiva. “Hay gente sin sentido del humor, y lo siento por ellos, pero a fin de cuentas estamos hablando de ropa. La ropa técnica suele ser demasiado seria, que es algo lógico en firmas de alto rendimiento que diseñan prendas para expediciones. Cuando tu vida depende de lo que llevas puesto, no hay lugar para risas. Pero yo prefiero la diversión. Vestirse es divertido. Hay prendas un poco absurdas pero que te hacen sentir feliz. Y la felicidad es importante”.
Entre los valores fundacionales de Phipps está el cuidado del planeta, aunque Phipps prefiere hablar de responsabilidad que de sostenibilidad, un término viciado por el greenwashing y la grandilocuencia habital en la industria. “La sostenibilidad no es algo que podamos alcanzar de forma absoluta. Nunca vamos a llegar al impacto cero. Prefiero ser responsable y hacer las cosas del mejor modo posible con la información y los medios que tengo en un momento determinado”, sentencia.
De ahí que su colaboración con Boss se centre en materiales responsables o directamente reciclados. El último término de la ecuación es el primero para los muchos fans de la marca: el propio Phipps, que empezó a ejercer como modelo de su marca de forma accidental, lo cual tiene cierto sentido, porque confiesa diseñar pensando en sí mismo. “Fue durante el covid. Necesitábamos a un modelo que hablara inglés con acento americano para un vídeo, pero estaba encerrado y rodeado de franceses. Así que pensé: ‘Yo estoy disponible’. ¡Fue cuestión de presupuesto! Pero a la gente le hizo gracia, así que seguimos”.
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