Tiago Majuelos: “La gente cree que esto de ganarse la vida dibujando es cosa de bohemios”
El ilustrador ha colaborado con Mango para lanzar una colección de camisetas y sudaderas de algodón sostenible con dibujos inspirados en el estilo de vida mediterráneo
Tiago Majuelos (Barcelona, 38 años) lleva toda su vida dibujando, pero no fue hasta hace siete años cuando empezó a dedicarse a ello profesionalmente. “Habérmelo tomado en serio es lo que me ha hecho cambiar la percepción que tenía de que esto solo era un hobby”, cuenta. Desde entonces, ha trabajado para reconocidas marcas de moda como Nike, Urban Outfitters o Pull & Bear y para cabeceras internacionales como The New York Times. Su obra –optimista, colorida y con numerosas referencias a la cultura grecorromana– protagoniza la nueva colección de Mango: una línea de camisetas y sudaderas de edición limitada fabricadas con algodón sostenible.
Cuando su hobby se convierte en su profesión, ¿sigue siendo su hobby? Lo sigue siendo, pero a medias. Cuando tienes encargos no siempre puedes hacer lo que quieres. Pero quiero pensar que sí, que lo sigue siendo. Sigo disfrutando del dibujo como cuando no me dedicaba a esto profesionalmente.
¿Qué pensaría su yo del pasado si le dijera que iba a conseguir trabajar de ello? ¡Se me ponen los pelos de punta solo de pensarlo! Nunca habría imaginado que acabaría trabajando de lo que me gustaba, de dibujar, lo veía inviable. Sobre todo, le diría que tenga paciencia porque, poco a poco, con empeño y dedicación, las cosas salen. Y también que dejara a un lado los prejuicios y las opiniones de terceras personas.
¿Qué opinaba la gente de su alrededor? Qué opinaba y qué opina. La gente cree que esto de ganarse la vida dibujando es una bohemiada, cosas de bohemios. “¿No pretenderás ganarte la vida haciendo dibujitos?”. He escuchado muchas cosas.
¿Cómo empezó? Por aquel entonces, compaginaba dos trabajos, uno por la mañana y otro por la tarde, y apenas tenía tiempo para dibujar. Así que empecé a aprovechar los trayectos en metro para hacerlo. Eran dibujos muy sencillos, sin grandes pretensiones. Empecé a subirlos a Instagram y poco a poco fueron llegando encargos. Fue muy progresivo. Iba haciendo cosas para prensa, alguna marca, encargos personales… El primero que recuerdo con especial cariño fue el que hice para The New York Times. Que así, de repente, te escriba un medio como ese y te pida que hagas una ilustración para un artículo suyo es muy motivador.
Sus diseños tienen muchas referencias a la pintura clásica. La cultura romana tiene mucho peso en mis dibujos. Fue a raíz de un viaje que hice a Roma. Nunca había estado allí. No conocía la mitología griega y romana y me quedé fascinado. Aquello fue como un despertar para mí. Me hizo crecer mucho como artista.
El concepto de su colaboración con Mango gira en torno a la cultura y el estilo de vida mediterráneo. ¿Cómo fue el proceso creativo? Cada ilustración tiene su historia. En una de ellas, por ejemplo, hay tres flores y pone “All different and all the same”. Es una manera de hablar de igualdad. Todos somos diferentes, sí. Pero también somos todos iguales. Esas flores son diferentes, pero todas salen de la misma planta.
Ha colaborado con numerosas marcas de moda. ¿Era un sector que le interesaba cuando empezó? Siempre me ha interesado la moda como producto. Son objetos muy útiles que todos necesitamos en nuestro día a día. A mí, personalmente, me gusta comprar básicos de calidad. Y esa es una de las cosas que más me gusta de esta colección de Mango. Las calidades son muy buenas y, además, está fabricada con algodón sostenible y no se emplea plástico en el embalaje. Cuando la recibí, era mejor incluso de lo que me esperaba.
¿Qué le inspira? Me gusta la autenticidad de lo clásico. Yo voy a un museo y me inspiro mucho más que en las redes sociales. Abrir Pinterest para inspirarte en lo que están haciendo los demás es acudir a lo simple, a lo que sabes que está funcionando ahora mismo. A mí me gusta ir un poco más allá. Pero eso requiere tiempo. Tiempo de calidad para investigar y descubrir cosas. Gracias a ese tiempo conseguí encontrar mi estilo.
Una década. La época de los 60 es clave en mis diseños. La utilización del color plano y el trazo negro que empleo viene de esa década. Ahí también nació el grafiti, que me ha acompañado durante una parte de mi vida.
¿Qué le aportó el grafiti a nivel artístico? Aprendí a usar bien los colores y el trazo negro. Y a soltar la mano. Hay mucha gente que dice que no sabe dibujar. Les pones un papel y les aterroriza soltarse, dejarse llevar y ver qué pasa. El grafiti ayuda mucho a perderle el miedo.
Ha pasado de ser señalado como vandalismo a considerarse arte. Totalmente. Todo lo desconocido crea un poco de rechazo al principio. Pero las nuevas generaciones han crecido con ello y lo entienden más. Además, es de lo más altruista que hay. No se busca ganar dinero ni ser profesional. Actualmente, forma parte de la cultura. El propio Virgil Abloh pintaba y sacaba colecciones con grafitis.
Algo que le gustaría hacer. Un gran mural. Sé que lo haré, pero necesito encontrar el tiempo para hacerlo por mi cuenta o que alguien me lo proponga. Otra cosa que me interesa mucho es el tema de la realidad virtual. Hace tiempo que no paramos de oír hablar de los NFT y el metaverso. Tengo un amigo que me está instruyendo sobre ese mundo. Me abrió lo ojos hacia ese futuro hace un tiempo y es alucinante que esté pasando tan rápido.
¿Qué opina sobre todo lo que se está diciendo del metaverso? Asusta un poco. Parece que vamos hacia un punto en el que lo digital y lo real se van a mezclar, pero no sabemos cuando ni a qué nivel. Me gusta vivir experiencias reales pero, a la vez, me interesa esto que está pasando. Todavía no he hecho ningún trabajo de realidad virtual, aunque tengo algún proyecto apalabrado.
¿Qué le diría a esas personas que se pasan horas y horas dibujando y sueñan con poder dedicarse a ello? Que no dejen de hacerlo, que no tengan prisa por ser profesionales y que no se comparen. Que observen y sean curiosos. Que busquen inspiración más allá de lo que ven a su alrededor. Que las cosas buenas llevan su tiempo. Como se dice en catalán: a poc a poc i bona lletra.
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