Dan y Dean Caten, los gemelos al frente de Dsquared2: “Somos un monstruo de cuatro piernas y dos cabezas con fuego en el corazón”
Este otoño la firma celebra su 25º cumpleaños con una colección que es mucho más que nostalgia. La fotografiamos y dejamos que sean sus fundadores quienes nos expliquen cómo han llegado hasta aquí
El pasado mes de enero la firma Dsquared2 celebró su 25º aniversario con un pantagruélico desfile en Milán. “Lo hicimos a tiempo, porque justo después el mundo se volvió loco. No sabemos cuándo volverán los desfiles, así que nos alegramos de que el último haya sido así”. Los diseñadores (y hermanos gemelos) Dean y Dan Caten evocan con estas palabras esta mascletà fashion que sucedió solo un mes antes de que el mundo se detuviese y que, paradójicamente, celebraba una trayectoria que se parece más a una carrera de fondo que a un espectáculo de fuegos artificiales.
“Estamos orgullosos de llevar 25 años siendo los dueños de nuestra marca, que es algo que no muchos diseñadores pueden decir”, explica Dean en las oficinas de la marca, en Milán. “El aniversario nos ha dado energía positiva. Esto no ha hecho más que empezar. ¿Eso no suena un poco Karen Carpenter?”. En el verbo rápido, saltarín y polifónico de los Caten –hablan a la vez y es habitual que uno concluya las frases del otro– las letras de canciones se convierten en citas autobiográficas. La última vez que este redactor los entrevistó los hermanos acabaron una frase tarareando a Adele. Y no es extraño hallar este metalenguaje pop en una marca en cuyo estilo hay himnos de estadio –siluetas de vértigo, logos reconocibles– , trallazos nostálgicos –vaqueros sexis, camisetas serigrafiadas–, destellos de vanguardia –prendas deconstruidas, juegos de significado– y finales de fiesta con focos a toda mecha, máquinas de humo y estrellas. Esto último no es metafórico, sino literal: su desfile de enero concluyó con las Sister Sledge cantando en el escenario We are family, una canción que, de nuevo, describe con bastante precisión el modo en que los Caten entienden su marca. “Hemos sembrado, el árbol ha crecido y seguimos cuidándolo”, apunta Dan. “Nuestra marca es como nuestro hijo. Y ahora nuestro hijo está teniendo hijos. Hay un cambio de generación. Tenemos clientes muy fieles. Lo que importa es durar, no llegar a la cumbre demasiado pronto. Es como un caballo de carreras. Si lo pones a correr demasiado joven, se tropieza. Si te prestan demasiada atención de repente no dura para siempre. Spice Girls versus Madonna. Llevamos 25 años en el ring”.
Nacidos en Toronto en 1964 en una familia de ascendencia italiana, los Caten crecieron demostrando que los gemelos idénticos a veces también tienen sueños idénticos. “Nuestro ídolo era Azzedine Alaïa”, cuenta Dean, y sorprende escuchar a este gurú del éxito comercial confesar su admiración por un modisto minoritario y exquisitamente artesanal que “creó sus propias reglas, solo desfilaba cuando estaba listo, conocía su oficio y era un auténtico genio”. Los hermanos Caten soñaban con la moda a pesar de la oposición de su padre, que prefería para ellos un trabajo más convencional, un sueldo estable y “una pensión a los 65”, recuerda Dean. “Un día le dijimos: ‘Papá, eso no va a pasar’. Pero nos dio un buen consejo. Nos dijo que, hiciéramos lo que hiciéramos, la clave era que pareciera fácil. Y creo que acertó, porque tenemos el talento de hacer cosas que parecen fáciles aunque detrás tengan mucho dolor y sacrificios”. “Nadie te regala nada”, añade Dan. “Odio la palabra afortunado '[lo dice en italiano, fortunato]. No somos fortunatos, no hemos ganado la lotería. Hemos alcanzado nuestros logros aplicándonos, dedicando tiempo y trabajando mucho. Aunque parezca fácil”.
Esa facilidad es, posiblemente, una de las claves del éxito comercial que, de forma progresiva, ha permitido a Dsquared2 seguir en su sitio mientras la industria descabeza casas históricas e intercambia directores creativos. “Nuestra moda no es un teatro”, replica Dan. “Somos reales. Hacemos ropa real para gente real que tiene algo real que hacer o algún lugar real al que ir”.
Su colección de hombre para este otoño revisa algunos de sus hitos: el estilo leñador, la sastrería afilada, el grunge, el denim convertido en arma de seducción con su tiro microscópico. Chaquetas con telas de camisería y camisas que caen como pijamas. Prendas combinables sin manual de instrucciones e inequívocamente favorecedoras que, en una industria sobresaturada de metadiscursos, son la clave del éxito. “Todo el mundo quiere ser Beyoncé”, apunta Dean. “Todo el mundo quiere ser especial, pero en nuestra marca hay dos claves. La primera es que no puedes hacer feliz a alguien que no sea ya feliz. Y la segunda es que no puedes agradar a todo el mundo, así que conviene empezar con uno mismo. Yo no puedo pretender saber lo que quiere llevar alguien de 12 años, pero nuestros clientes tienen hijos que también son fans de la marca”. Aseguran que durante estos meses han tenido tiempo para ralentizar el ritmo y aplicar sus tres aes: “Aceptar lo que venga, apreciar lo que tenemos, adaptarse a lo nuevo”. Y reconocen que la carga de responsabilidades que acarrean sería inasumible por una sola persona. “Nunca nos ha gustado que nos digan lo que tenemos que hacer”, sentencia Dean. “Somos dos y, cuando unimos fuerzas, nada puede pararnos. Somos un monstruo de cuatro piernas y dos cabezas con fuego en el corazón”.
Realización: Nono Vázquez. Maquillaje y peluquería: José Carlos González. Asistente de fotografía: Alfredo Vivas. Modelo: Duncan Yair (Uno Models).
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