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David Macho, cuando el artista solo tiene ganas ya de vivir de bien de su trabajo

Este joven cántabro lleva una aristócrata tatuada en el muslo, reverencia a Bernie Sanders, Miley Cyrus y Dora La Exploradora. Pero, sobre todo, está harto del ‘underground’: quiere hacerse rico

Macho pinta intrincados cuadros miniaturistas, una especie de El Bosco con sensibilidad pop.
Macho pinta intrincados cuadros miniaturistas, una especie de El Bosco con sensibilidad pop.Adrià Cañameras

En ICON somos gente seria y no solemos pedir a los entrevistados que se bajen los pantalones mientras hablamos con ellos, pero a veces no queda otro remedio. Sencillamente, teníamos que ver con nuestros propios ojos el tatuaje de Victoria Federica de Marichalar Borbón fumando en su patinete eléctrico que David Macho tiene en su muslo derecho. Va acompañado de la leyenda “a toda mecha”, en referencia a Santa Justa Klan, la banda spin off de Los Serrano.

El pintor de 25 años nos enseñó también otro tatuaje que replica un fragmento de uno de sus cuadros: Miley Cyrus subida en la bola de Wrecking Ball y quitándose la peluca de Hannah Montana. “Me representa mucho. Es como si fuera yo quitándome la peluca del underground y diciendo: quiero ser mainstream. Solo que ella al revés. Era mainstream y quería ser underground”. Ese tema le obsesiona últimamente. Macho, que vive en Barcelona y pinta como si el Bosco se hubiera criado en un valle obrero de Cantabria viendo Disney Channel y recalando en los mejores sumideros de internet, se ha cansado de ser pobre y solo tiene ya ganas de venderse.

“Quiero hacer un C.Tangana. Mis referentes son Dalí y Andy Warhol. Me gusta… el dinero. Creo que utilizamos la precariedad como un mecanismo de autocomplacencia. Pensamos: ‘Como soy precario, puedo hablar de esto’. Pero es que ya he estado ahí. He visto que el underground es una manera de poder decir que eres guay”.

"Creo que utilizamos la precariedad como un mecanismo de autocomplacencia. Yo ya he estado ahí", dice David.
"Creo que utilizamos la precariedad como un mecanismo de autocomplacencia. Yo ya he estado ahí", dice David.Adrià Cañameras

Hace poco más de un año, en el primer mes de confinamiento, cuando estaba pensando en que quizá tenía que volverse a Santander porque no le alcanzaba ya el dinero para mantenerse en Barcelona, donde vive desde hace años, recibió un sospechoso mail acabado en Gucci.com. “Llamé a mi representante porque pensaba que era falso”, dice. La marca, que se ha especializado en encontrar en Instagram artistas todavía no tocados por lo comercial, le pidió dos cuadros para la campaña de su reloj G-Timeless y él no tuvo problema para integrar los relojes en su universo, ofreciendo una versión apta para todos los públicos de su estilo. En las piezas para Gucci no aparecen figuras como las que sí salen en sus otros cuadros, que lo mismo pueden ser Las tres mellizas que Dora la exploradora, Los Teletubbies, Tiger King, Bernie Sanders, el Ecce Homo de Borja, Phoebe de Friends, tres cervatillos fornicando o sus amigos de la escena artística. “Con lo que me pagaron me dio para vivir tres meses. Me gustó, la verdad”, explica.

Además, la marca le invitó a una fiesta en Madrid. “Me agarré un pedo increíble porque soy pobre y esto no me pasa todos los días”, dice. Allí conoció a dos de sus ídolas interneteras, las hermanas Cuesta, que salían en una pieza audiovisual que Macho considera fundamental, el vídeo de “arriba la pestaña” de Loewe con protoinfluencers que escandalizó a la España de 2012. De hecho, pintó un cuadro, una especie de Alex Katz petardo y viral, inspirado en ese vídeo que ha acabado comprando la persona que lo conceptualizó y dirigió, Luis Venegas.

Tras lo de Gucci han llegado otros pedidos: Bimba y Lola, Jaggermeister, Playground. Y también encargos de clientes particulares, que le piden que incorpore iconos pop de su propio imaginario, cosa que no le importa. “A mi me gusta que me digan: ‘Méteme esto de esta peli’ o ‘ponme más amarillo’”. El último de esos lienzos lo ha hecho para el realizador Pau López y la poeta instagramer Leticia Sala.

¿Podría decirse que el plan está funcionando? “A ver, que luego igual llega el momento en que tengo dinero y lloro. A los artistas que triunfan les tengo bastante rabia. Hice una exposición hace tres años que se tituló Todos los artistas molan más que yo, citando la canción de Cecilio G Todos los raperos ganan más que yo. Mucha de mi obra consiste en hacer una crítica de mi propio ser, de adónde quiero ir”. Por lo pronto, lo que está más claro es dónde no quiere estar: tomando cañas en los bares del Raval que rodean al Macba –justo donde tiene ahora su taller compartido– con otros artistas plásticos que hacen ver que son amigos pero compiten todos por la misma beca y solo están deseando salir de él para despellejarse. “No sale nada de esas cañas. Ahí no está pasando nada. A mí eso me aburre muchísimo”.

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