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Federico X de Dinamarca convence a los daneses en su primer año como rey

Tras suceder a la reina Margarita, el soberano afronta el reto de imprimir su propio sello a una monarquía apoyada por el 80% de la población. En los últimos meses, ha puesto el foco en la lucha contra el cambio climático y la igualdad de género y ha cambiado el escudo de armas para dar más peso a Groenlandia y las Feroe

El rey Federico de Dinamarca durante una visita a la localidad danesa de Assens, el 21 de agosto de 2024.
El rey Federico de Dinamarca durante una visita a la localidad danesa de Assens, el 21 de agosto de 2024.Martin Sylvest Andersen (Getty Images)
Isabel Ferrer

El año 2024 ha sido propicio para Federico X de Dinamarca, de 56 años. Muy bueno, incluso. El 14 de enero sucedió a su madre, la reina Margarita, quien había anunciado su abdicación por sorpresa apenas dos semanas antes durante su discurso de Año Nuevo y tras cinco décadas en el trono. Ella mantuvo de forma constante cotas de popularidad cercanas al 80% en los sondeos, y su hijo ha conseguido estar a su altura al cierre de su primer año como rey. Junto a su consorte, la reina Mary, afronta ahora el reto de imprimir su propio sello a una monarquía milenaria y apoyada en las encuestas por una proporción similar de daneses como forma de Estado.

Para el historiador y experto en la monarquía del país Lars Hovbakke Sørensen, si bien Margarita de Dinamarca y su hijo Federico “son igualmente populares”, la diferencia entre ambos es señalada. “La madre, con su faceta artística e intelectual, era una figura más formal. El hijo es más informal y eso atrae a grupos más jóvenes de población”. En conversación telefónica, asegura que el apoyo a la realeza ha sido siempre amplio, “alrededor del 80%, con un 15% de republicanos”, y ello se debe hoy en gran parte “a la labor de la reina Margarita, sin escándalos o exageraciones”. Con todo, el reto de un soberano más distendido, “es saber mantener la distancia adecuada con la ciudadanía; lograr un equilibrio, porque tiene que haber una diferencia para que la institución tenga sentido”, indica.

En 2024, junto a una gran actividad institucional, Federico y Mary de Dinamarca han introducido cambios en la casa real. Hay una mayor transparencia a la hora de explicar el tipo de regalos recibidos por la familia real y se ha reducido el número de patrocinios que representan los monarcas. La corona, por otro lado, ha incluido entre los asuntos a tener en cuenta la lucha contra el cambio climático, la sostenibilidad, los derechos humanos y la igualdad de género. Han viajado y hablado con muchos daneses y han visitado Groenlandia, lo que demuestra el valor del territorio autónomo para Dinamarca y la nueva pareja real. Según el mismo historiador, la isla ha sido siempre muy importante para el rey danés: “Ha pasado mucho tiempo allí cuando era príncipe, en la naturaleza salvaje. Y sus hijos tienen nombres daneses y también típicos de los groenlandeses”.

En su discurso de Año Nuevo, pronunciado el pasado 31 de diciembre, Federico X nombró a Groenlandia —territorio autónomo danés situada entre el Atlántico y el Ártico— y a las islas Feroe —archipiélago en el Atlántico también autónomo—. Hizo otro tanto con la minoría danesa de Schleswig del Sur (Alemania), como muestra “de que todos estamos unidos y comprometidos con el reino de Dinamarca”. También en diciembre, el soberano modificó su escudo de armas para dar más peso a las dos primeras: el oso polar groenlandés y el carnero de las Feroe son ahora mucho más grandes en el estandarte. Ambos territorios comparten vínculos históricos y culturales, y su economía depende de los subsidios de Copenhague. “Groenlandia le interesa hoy a China y a Estados Unidos”, recuerda Hovbakke Sørensen sobre este territorio de gran importancia estratégica porque se encuentra en la ruta más corta entre América del Norte y Europa. Aunque el escudo de la casa real danesa ya había cambiado tres veces desde 1903, en esta cuarta cabría una interpretación en clave política por la insistencia del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, en comprar la isla. De todos modos, “el rey no haría un comentario político, sino simbólico”, apunta el experto.

A Federico de Dinamarca se le ha visto emocionarse en público en momentos de gran trascendencia personal. Lo hizo ante las televisiones internacionales en 2004 cuando contrajo matrimonio con Mary Donaldson, su novia australiana, licenciada en Derecho y Comercio y hoy reina consorte. Lloró de felicidad, pañuelo en mano, al verla avanzar hacia él por el pasillo central de la catedral de Copenhague. La jornada de su proclamación volvió a ocurrirle al salir al balcón del palacio de Christiansborg para saludar al público que le aplaudía. Las cámaras le captaron suspirando fuerte antes de abrir el ventanal y luego con los ojos brillantes mientras agradecía el apoyo de sus conciudadanos. “La multitud delante de mí. Mi familia justo detrás. Estar en el balcón junto a la reina Mary como soberanos de Dinamarca”, reconoció durante su alocución de Fin de Año. “Asimilarlo todo, o al menos intentarlo, conmovido y abrumado. Eso es lo que nos llevamos. Para siempre. Mil gracias”. Casados en 2004, son padres de cuatro hijos (el heredero, Christian, y los príncipes Isabella, Vincent y Josephine).

El rey danés admitió durante su juventud haber tenido problemas para aceptar su destino. “Quería ser un ciudadano como los demás y le llevó tiempo asumir el papel que le esperaba”, explica Hovbakke Sørensen. Dice que cuando Mary entró en su vida, “ella le ayudó a reconocer su destino, tal y como él mismo ha admitido”. Pero la sorpresa de la abdicación de la soberana Margarita sigue latiendo en el país. “No es una tradición en Dinamarca, como sucede en los Países Bajos, y fue la primera vez en 500 años que un soberano dejaba la corona”. En el milenio de monarquía danesa “hay 5 o 6 ejemplos de abdicaciones”, recuerda Sørensen.

El rey Federico X en una conferencia de energía celebrada en Kiel, Alemania, el 22 October 2024.
El rey Federico X en una conferencia de energía celebrada en Kiel, Alemania, el 22 October 2024.picture alliance (dpa/picture alliance via Getty Images)

La reina saliente señaló problemas de salud para ceder el testigo a su primogénito. “También se ha barajado la posibilidad de que ella no quisiera marchar demasiado tarde para evitar que Federico y Mary fuesen unos reyes mayores”. El príncipe Christian cumplió 18 años dos meses antes de la abdicación de su abuela, “y el momento encajaba”. “Pero no es sabido de manera oficial”, indica. Recuerda también que en el país ha habido rumores sobre un ascenso al trono de Federico precipitado por su supuesta relación con la española Genoveva Casanova —exesposa de Cayetano Martínez de Irujo, hijo de la fallecida duquesa de Alba—. “Puede que tuviese un papel para dirigir la atención hacia otro lado. Pero no se sabe lo que pasó”.

En Dinamarca, la alocución del 31 de diciembre tiene 150 años de historia y no se considera un mero formalismo. “El rey, y antes la reina, hablan de cómo ven a la sociedad y cómo nos relacionamos y tratamos como pueblo”, explica Sørensen. Si bien el texto cuenta con el visto bueno de la oficina del primer ministro —hoy es la socialdemócrata Mette Frederiksen—, es el discurso del rey, no el del Gobierno. Aun así, hubo novedades porque dijo que “seguimos con la respiración contenida los acontecimientos en Oriente Medio (…) y en Europa, el pueblo ucranio lucha por su libertad; y por la nuestra”. Y señaló a la OTAN en el pasaje dedicado a “mantenernos unidos a escala internacional para resolver conflictos”. Mencionó a su hermano, el príncipe Joaquín, con el que ha tenido roces después de que la reina Margarita redujese el tamaño de la casa real a base de despojar a sus nietos de esta parte de la familia de los títulos de príncipes. Joaquín vive en Estados Unidos con su esposa, la princesa Marie, y dos de sus hijos, y representa a allí a la industria de Defensa danesa. Y se despidió con un “Que Dios bendiga Dinamarca”, como hizo la soberana durante sus 52 años en el trono.

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