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Kim Kardashian defiende que los hermanos Menéndez sean liberados: “No son monstruos”

En un artículo de opinión en NBC News, la empresaria aboga a favor de Erik y Lyle Menéndez, condenados por parricidio en 1996. “La conciencia pública del trauma del abuso sexual masculino era mínima”, sostiene quien ha visitado en dos ocasiones la Casa Blanca para discutir la reforma de justicia penal

Kim Kardashian
Kim Kardashian durante su discurso de 'Second Chance hiring', el 13 de junio de 2019, en la Casa Blanca (Washington, EE UU).Alex Wong (Getty Images)
El País

Erik y Lyle Menéndez tenían 19 y 21 años, respectivamente, cuando asesinaron con dos escopetas a sus padres, Kitty y José Menéndez, en su mansión de Beverly Hills en 1989. Las especulaciones sobre sus motivos y los programas de true crime en los que eran protagonistas se dispararon tras el doble y macabro asesinato. Siete años después, en 1996, Erik y Lyle Menéndez se sentaron en el banquillo de los acusados en un juicio televisado. La sentencia de los hermanos no sorprendió a casi nadie: cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Casi 30 años después, su historia ha vuelto a ocupar titulares tras el estreno de la serie Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menéndez de Ryan Murphy en Netflix. El destino de los Menéndez parecía inalterable, pero este jueves 3 de octubre la fiscalía de Los Ángeles anunció que revisará nuevas evidencias en el caso de los hermanos Menéndez. Y el mismo día Kim Kardashian defendía, en un ensayo personal publicado en NBC News, que se libere a los hermanos. “No son monstruos”, sostiene. “Fueron condenados antes de que su juicio siquiera comenzara”.

“El caso de Erik y Lyle se convirtió en entretenimiento para la nación. Y su sufrimiento y sus historias de abuso fueron ridiculizadas en sketches de Saturday Night Live”, señala la multimillonaria empresaria y estrella de la telerrealidad. La hermana más famosa del clan Kardashian, que en 2021 aprobó el examen de práctica para abogados en formación en California, llamado Baby Bar, carga también contra la mediatización tanto del crimen como del juicio en su momento: “Los medios de comunicación convirtieron a los hermanos en monstruos y en objetos sensacionalistas. Dos niños ricos y arrogantes de Beverly Hills que mataron a sus padres por codicia. No había lugar para la empatía y, mucho menos, para la compasión”.

Los hermanos, de acuerdo con nuevas pruebas que ahora investiga la Fiscalía de Los Ángeles bajo la supervisión de George Gascón, sostienen que actuaron en defensa propia. Según su versión, desde los seis años, su padre, el ejecutivo musical José Menéndez, había abusado sexual, física y emocionalmente de ellos. Así que hicieron lo que consideraban como su única forma de escapar de la pesadilla en la que vivían. La policía, en cambio, determinó que planearon el parricidio para quedarse con la fortuna familiar de 14 millones de dólares.

Los hermanos Menéndez, Erik y Lyle (izquierda), durante su juicio por parricidio el 9 de marzo de 1994.
Los hermanos Menéndez, Erik y Lyle (izquierda), durante su juicio por parricidio el 9 de marzo de 1994. Ted Soqui (Sygma via Getty Images)

Erik y Lyle Menéndez, que ahora tienen 53 y 56 años, respectivamente, evitaron la pena de muerte pero recibieron, a cambio, la cadena perpetua. Para Kim Kardashian, su denuncia de abuso sexual no fue valorada con la seriedad requerida. “La conciencia pública del trauma del abuso sexual masculino era mínima”, defiende en su escrito. Además, señala que la sentencia del juicio sería “dramáticamente diferente” si fueran juzgados hoy porque se tomarían en cuenta todas las circunstancias que estuvieron en juego en el momento de los asesinatos.

En su alegato a favor de los hermanos, Kardashian admite que ha visitado a los hermanos en prisión. Allí, uno de los alcaides le aseguró que se sentiría cómodo si los tuviera de vecinos y que 24 miembros de la familia, incluidos sus tíos, no solo han emitido declaraciones de apoyo a Erik y Lyle sino que, además, han solicitado que el sistema de justicia los libere. La estrella de reality y futura abogada los describe como “hombres amables, inteligentes y honestos”, y continúa destacando sus múltiples títulos universitarios y su comportamiento disciplinario en prisión. “Se lo debemos a esos pequeños niños que perdieron su infancia, que nunca tuvieron la oportunidad de ser escuchados, ayudados o salvados”, dice reclamando su pronta liberación.

“Los asesinatos no son excusables. Quiero dejarlo claro”, termina Kardashian su carta. “Pero no debemos negar quiénes son hoy. El juicio y el castigo que recibieron estos hermanos fueron más propios de un asesino en serie que de dos individuos que soportaron años de abuso sexual por parte de las mismas personas que amaban y en las que confiaban. No creo que pasar toda su vida natural encarcelados fuera el castigo adecuado para este caso complejo”.

Su defensa se enmarca dentro de la principal causa por la que Kardashian aboga en su carrera como abogada: mejorar y reformar el sistema penitenciario estadounidense. Entre las acciones que está tomando para llevarlo a cabo destaca la defensa a personas que están cumpliendo en la cárcel largas condenas. El caso más sonado que defendió la celebrity fue el de Alice Marie Johnson en 2018. Esta mujer afroamericana de 63 años cumplía cadena perpetua y llevaba 22 años en prisión por delitos de posesión de cocaína y lavado de dinero. Fue indultada en ese mismo año por el entonces presidente, Donald Trump. Kardashian ha visitado en dos ocasiones la Casa Blanca, la primera durante la Administración de Trump y la segunda durante el mandato de Biden, precisamente para discutir la reforma de justicia penal.

Imagen promocional de la serie de Netflix 'Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menéndez'.
Imagen promocional de la serie de Netflix 'Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menéndez'. Netflix

Por su parte, el fiscal Gascón ha señalado: “Tenemos la obligación ética y moral de revisar lo que se nos ha presentado y hacer una determinación desde ahí”. Aunque no ha compartido qué partes del caso están de nuevo bajo revisión, según The New York Times sus comentarios insinuaron que la oficina investigaría las denuncias de abuso sexual. Entre las evidencias que se han presentado está una carta de 17 páginas que Lyle Menéndez escribió a su hermano en mayo de 1990, cuando ambos estaban en la prisión del condado y que habla sobre los abusos sexuales por parte de su padre. La otra prueba que se estaría investigando involucra al grupo musical puertorriqueño Menudo. Uno de sus cinco integrantes, Roy Roselló, afirmó en mayo del año pasado que fue violado cuando tenía 14 años por José Menéndez en la mansión del empresario en Nueva Jersey. La defensa de los hermanos ha pedido que se incluya el testimonio de Roselló en las pruebas que se ofrecerían a un nuevo jurado.

El primer juicio de los Menéndez se celebró en 1993 ante dos jurados separados, uno por cada hermano. Sus denuncias de abuso formaron la base de su defensa, con familiares testificando a su favor. En esa ocasión, 24 jurados votaron “no culpables” de los cargos de asesinato. Tres años después, en 1996, comenzó el segundo juicio de Erik y Lyle Menéndez. En esa ocasión fueron juzgados juntos ante un solo jurado. Entonces, gran parte de la evidencia de abuso fue inadmitida, a los testigos del primer juicio se les prohibió testificar y, además, el fiscal se burló de la defensa de los hermanos durante sus argumentos finales por no presentar ninguna prueba de abuso.

Ahora, ante las nuevas pruebas en manos de la Fiscalía de Los Ángeles, dos caminos se abren para los Menéndez. Uno es el del habeas corpus, por el que un convicto pide a las autoridades evaluar una sentencia a partir del hallazgo de una nueva evidencia. El otro es una provisión de las leyes californianas que permite a las autoridades estatales reconsiderar una condena si los reos han presentado buena conducta e indicios de rehabilitación. La defensa de los hermanos ha solicitado las dos vías. El fiscal ha anunciado que se celebrará una nueva vista del caso el próximo 26 de noviembre. Las nuevas pruebas pueden obligar a reclasificar el grado de asesinato o, incluso, rebajar las penas de Lyle y Erik Menéndez.

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