Asma el Asad, la esposa del presidente de Siria, diagnosticada de leucemia mieloide aguda
La primera dama, de 48 años, ya superó un cáncer de mama en 2019. Ahora seguirá un “tratamiento especializado que incluye firmes medidas de prevención de la infección y una distancia social apropiada”, se ha informado en un comunicado
La primera dama de Siria, Asma al Asad, de 48 años, ha sido diagnosticada de leucemia y dejará de lado temporalmente su agenda oficial para recibir tratamiento contra la enfermedad, según anunció este martes 21 de mayo la Presidencia del país. Un anuncio que llega cerca de cinco años después de que ya se recuperara de un cáncer de mama.
“Tras presentar varios síntomas y signos clínicos, y tras una serie de pruebas médicas y exámenes extensos, la primera dama Asma al Asad ha sido diagnosticada de leucemia mieloide aguda. Consecuentemente, la primera dama se adherirá a un protocolo de tratamiento especializado que incluye firmes medidas de prevención de la infección y una distancia social apropiada”, ha informado el órgano presidencial en un comunicado en sus diversos perfiles en redes sociales, por lo que “se retirará temporalmente de todas las reuniones directas”. “A lo largo de esta fase, se mantiene decidida y comprometida, apoyada por su voluntad fuerte y fe en Dios”, concluye la nota difundida por la Presidencia siria.
La mujer de Bachar el Asad anunció en agosto de 2019 que había superado un cáncer de mama que le había sido diagnosticado cerca de un año antes. “Mi viaje ha terminado, con todo su dolor y agotamiento” dijo antes de mostrar su “orgullo” por haber recibido tratamiento en su país. Aquella enfermedad le fue detectada cuando se encontraba en una etapa inicial, ya que se sometía regularmente a chequeos médicos, en línea con el mensaje que solía difundir entre las mujeres como activista en favor de los programas de detección temprana de la enfermedad.
Hija de cardiólogo y diplomática, nació en 1975 en la ciudad de Londres, educada y con un trabajo en la banca de inversión que dejó en 2000 para casarse con Bachar el Asad y vivir en Damasco. Fue justo en aquel año cuando El Asad asumió el poder en su país, después del fallecimiento de su padre, Hafez, que había tomado el poder tres décadas antes en un golpe de Estado y que, tras la muerte de su hijo mayor, Bassel, se encargó de preparar a Bachar para el cargo, que no ha abandonado desde entonces. Tras una década como primera dama, Asma se convirtió en “la rosa en el desierto” gracias a un perfil en la edición estadounidense de la revista Vogue que la presentó como una suerte de Rania de Jordania o Diana de Gales versión Oriente Próximo, cuando Damasco buscaba proyectar una imagen de modernidad y renovación. Ahora se conoce que la periodista Joan Juliet Buck, que escribió la pieza que se publicó en 2011, justo cuando el régimen comenzaba a reprimir a tiros las primeras manifestaciones pacíficas, se arrepintió de haberla escrito.
Mucho ha cambiado desde entonces la imagen que la primera dama y su equipo de relaciones públicas quisieron proyectar, y la que proyectan ahora. Tal y como explicaba Antonio Pita, corresponsal de EL PAÍS para Oriente Próximo, en un perfil sobre la primera dama, ella ha preferido mantenerse en un discreto segundo plano en lugar de protagonizar titulares: “El inicio de la guerra, que se ha llevado por delante medio millón de vidas y desplazado a la mitad de la población, acabó con todo eso. Asma entró en un repentino silencio que desató la sospecha de que había huido en secreto. Lo rompió para dejar claro que su esposo ‘es el presidente de Siria, no de una parte de los sirios, y la primera dama lo apoya en ese papel”. Cuatro años más tarde del inicio de la guerra en su país, dio su primera entrevista en guerra al canal Rusia 24. “No soy muy distinta de muchas otras personas en Siria. Mi familia ha sido afectada como cualquier otra”, decía. Asma desveló, además, que le propusieron huir con sus hijos, pero eligió quedarse: “No hay que ser un genio para saber lo que buscaban. Era un intento deliberado de hacer añicos la confianza del pueblo en su presidente”.
En su institucional cuenta de Instagram, donde cuenta con medio millón de seguidores, la primera dama suele mostrar imágenes de los actos en los que acompaña a su marido, manteniendo un perfil discreto aunque visible. Ha permanecido siempre a su lado, pese a los rumores, y ha mostrado su apoyo al presidente en numerosos actos públicos.
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