Ping-pong
La política también es un juego. Frases que se lanzan como las pelotas y que, a veces, rebotan contra el que las pronuncia. Como acaba de suceder con el viejuno y desafortunado comentario del veterano líder socialista Alfonso Guerra contra Yolanda Díaz
Una de las cosas que me fascinan del ping-pong es que es una forma de practicar deporte sin salir de casa. Esa cualidad no le ha impedido ser una disciplina olímpica y el deporte con uno de los mayores números de jugadores: 33 millones. “Su práctica habitual mejora la capacidad y el tiempo de reacción, la coordinación mano-ojo, la concentración y la memoria”, informa una consulta casera en internet sobre el tenis mesa. Todo esto quedó en evidencia durante el partido escenificado entre la primera dama de la República francesa, Brigitte Macron, y la reina de Inglaterra, Camila de Cornualles, un torneo improvisado en una asociación deportiva en las afueras de París. Según la noticia, Camila tuvo la iniciativa, batiéndose primero con una aficionada local y luego invitando a la primera dama, aunque erró varios saques, fue gentilmente asistida por una funcionaria de la República. Brigitte mantuvo el tipo, sosteniendo el juego unos breves, aunque chic, minutos. El momento me hizo añorar Crónicas Marcianas. ¡Lo que hubiéramos hecho Carlos Latre y yo imitándolas!
Con el deseo de ver la performance de Rossy de Palma en los grandes almacenes parisinos Le Bon Marché, coincidí en esa ciudad con la visita de los monarcas británicos a la República francesa. Grité, un pelín entusiasmado por l’ambiance royal, como dijeron allí: “Vive le Roi, vive Macron!”, a su paso por los Campos Elíseos. No todos los días estás en esa avenida y desfilan un rey y un presidente en un coche híbrido. Luego, en la noche y con los almacenes Le Bon Marché en penumbra, fuera de su horario comercial, comprobé por qué Rossy es la más arriesgada del universo Almodóvar. “Creo en el error. Y en la suerte. Y resulta que el teatro reúne a ambas”, explicó en uno de los momentos de su performance, donde reúne elementos de sus trabajos escénicos que mezclan el dadaísmo con el humor, la música francesa, el flamenco y el equilibrio circense con peligrosos zapatos de Louboutin. Un delicioso ping-pong emocional entre el riesgo, el amor y la suerte de vivir como lo has soñado y has hecho realidad. Al final, Rossy invita a un torneo de preguntas y respuestas. Cuando llegó mi turno no me atreví a formular la pregunta: “¿Por qué en España, Zara o El Corte Inglés, no te hacen una propuesta como los almacenes franceses?”.
La política también es un juego de ping-pong. Frases que se lanzan como las pelotas y que a veces rebotan contra el que las pronuncia. Como acaba de suceder con el viejuno y desafortunado comentario del veterano líder socialista Alfonso Guerra contra Yolanda Díaz. Guerra ya tuvo una polémica similar a principios de siglo cuando llamó a Mariano Rajoy “mariposón”, refiriéndose a su ambiguo discurso político, pero que se entendió como un señalamiento personal. El comentario le costó, entonces, una reprobación casi unánime y quejas sobre su incapacidad de actualizarse. Ser mayor no te provee de una amnistía contra lo viejuno, que es ese no saber darte cuenta cuando no estás a la altura de la evolución del país que has contribuido a poner en marcha. Las palabras, expresadas en el programa de Susana Griso durante la promoción de su nuevo libro, La rosa y las espinas —“¡La vicepresidenta criticando la falta de rigor político! ¿Ella? Le habrá dado tiempo entre una peluquería y otra”—, le valieron una rápida amonestación de la presentadora. Carmen Calvo comentó que eran “detestables” y “Alfonso Guerra se lo tiene que mirar”. Por su parte, Miquel Iceta, ministro de Cultura y Deporte, remató calificándolas de “antiguas”. No cabe duda de que don Alfonso sabe de marketing y que como ping-pong promocional resulta inmejorable si Felipe González está presente en el Ateneo de Madrid durante la presentación. Allí González y Guerra posaron juntos como dos hermosos jarrones chinos en una bella y calculada exposición. Como hicieron Camila y Brigitte Macron.
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