La justicia suiza condena a un escolta de la infanta Cristina por saltarse semáforos en rojo para huir de un paparazi
La justicia helvética también sanciona al fotógrafo por conducción peligrosa en su persecución para captar imágenes de la hermana de Felipe VI, que se dirigía al aeropuerto de Ginebra con su hija Irene
La justicia suiza ha condenado a penas de multa a Á. D. A., uno de los policías de la escolta de la infanta Cristina, por cometer varias infracciones de tráfico en Ginebra al saltarse semáforos en rojo cuando intentaba huir de E. C. C., un paparazi que pretendía fotografiar a la hermana del rey Felipe VI el 11 de febrero del año pasado, pocos días después de que fuera oficial su ruptura matrimonial con Iñaki Urdangarin tras conocerse la relación del exduque de Palma con otra mujer.
El fiscal Olivier Jornot, responsable de la investigación, considera probado que durante el incidente el agente causó lesiones leves en cara y cuello al fotógrafo al intentar evitar que este prosiguiera la persecución del vehículo en el que viajaba Cristina de Borbón rumbo al aeropuerto de la ciudad helvética. La justicia suiza también ha condenado al periodista por infringir las normas de tráfico durante el seguimiento al que sometió al coche en el que viajaba la infanta Cristina aquel día, un viernes, a una hora de la tarde en el que “el tráfico empezaba a ser denso”. Ambos estuvieron una noche detenidos en la comisaría de Policía del aeropuerto ginebrino, según ha señalado el paparazi en conversación telefónica con este diario.
En ambos casos, las órdenes de sanción contra ambos, dictadas el pasado 20 de junio y a las que ha tenido acceso EL PAÍS, consideran que los dos condenados, que se cruzaron denuncias tras los hechos, mostraron “un lamentable desprecio” por la ley suiza al poner en riesgo a otras personas, incluida a la infanta y a su hija Irene, que viajaban en el vehículo que conducía el agente español. La resolución recalca que el escolta ―que, según detallan fuentes policiales, en Suiza no tiene la consideración de agente de la autoridad, sino de “acompañante protector”― no podía “en el desempeño de sus funciones” saltarse las normas de tráfico. La decisión no es firme al haber sido recurrida, al menos, por el agente, detallan fuentes policiales.
La decisión de la justicia suiza reconstruye el incidente desde que el paparazi llegó a Ginebra la mañana de aquel día y se desplazó hasta el domicilio de la hermana del Rey en la plaza Edouard Claparède de la localidad suiza, donde reside desde 2013, una de las consecuencias de la imputación de los entonces duques de Palma en el caso Nóos de corrupción. Sobre las 16.10 horas, el fotógrafo vio cómo abandonaban la vivienda la infanta Cristina acompañada de su hija y de dos escoltas de la Policía Nacional a bordo de un vehículo con matrícula española. Según detallan los documentos judiciales, el policía ahora condenado “se dio cuenta de que E. C. C. les seguía [en otro coche], sin mantener una distancia de seguridad”, por lo que “intentó dejarle atrás”. Para ello “se saltó los semáforos en rojo para despistar” al periodista, entre ellos los situados en los cruces de las calles De-Candolle y Conseil-Géneral, y de las calles Lyon y Voltaire. La resolución considera que el periodista hizo lo mismo para no perderles e, incluso, ignoró señales de stop e invadió “los carriles bici sin tener en cuenta a los ciclistas”.
Fuentes policiales inciden en que el protocolo de seguridad en la protección de personalidades obliga a los policías a intentar distanciarse de cualquier coche sospechoso, sobre todo cuando este continúa la persecución saltándose las normas de tráfico. “No sabes si es un periodista, un terrorista u otra amenaza”, explican estas fuentes. En este caso, ante la imposibilidad de dejar atrás al paparazi, los agentes de la escolta de la infanta optaron minutos después por parar el vehículo a un lado de carretera en un lugar “con escasa visibilidad” y que el conductor se bajara para ponerse delante del automóvil perseguidor e impedir que continuara la marcha. Mientras, el segundo agente, un subinspector de la Policía Nacional, se ponía al volante para continuar hacia el aeropuerto con la infanta Cristina y su hija a bordo.
En este punto, los autos de la justicia helvética recogen las discrepancias entre las versiones de los dos protagonistas del suceso. El agente declaró que el periodista “había intentando atropellarle con su coche, acelerando hacia él varias veces hasta que puso las manos en el capó y saltó para esquivarle”. El agente aseguró que el paparazi le gritó: “Quítate de en medio, que no voy a parar”. Sin embargo, el fotógrafo afirmó que “rodeó al policía por la derecha” con su coche y que fue este el que le espetó: “No vas a poder irte”. El fallo del fiscal suizo concluye que “no hay nada que corrobore” la declaración del escolta.
Lo que sí considera probado es que el agente se colocó en el lado del vehículo del conductor y se agarró a la ventanilla con la mano derecha mientras con la izquierda prendía al conductor. Según el policía lo hizo a la ropa, aunque al resolución considera que lo hizo “por la parte inferior de la cara y el cuello” del periodista, al que causó dos pequeñas heridas de carácter leve de los que el agente admitió “posteriormente” que pudo haber sido el causante.
Tras sortear al agente, el periodista continuó la persecución hasta el aeropuerto ginebrino, donde dejó mal aparcado el coche con el motor en marcha para, finalmente, lograr hacer con su teléfono móvil fotos de la infanta Cristina corriendo por la terminal. Instantes después fue retenido por los vigilantes de seguridad de la instalación, que lo pusieron a disposición policial. El agente llegó posteriormente al lugar a bordo de un taxi y también fue retenido por los agentes helvéticos. Las órdenes de sanción dictadas por el fiscal recalcan que tanto el policía como el paparazi “han admitido los hechos”.
Por todo ello, la justicia suiza considera a ambos autores de una infracción del artículo 90.2 de la ley de tráfico suiza, que tipifica como delito la conducción que cree “un peligro grave para la seguridad de los demás” y les castiga con multas. Además, al policía le declara culpable de un delito de agresión por las lesiones leves causadas al paparazi.
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